El economista argentino Héctor Giuliano, experto en deuda externa, en declaraciones a varios medios de comunicación puso los puntos sobre las íes en torno al acuerdo de deuda externa suscrito por el presidente Alberto Fernández con los mayores tenedores de bonos de deuda pública del país, conocidos en medios políticos como ‘fondos buitre’, y dijo que el acuerdo general representa un paso atrás en relación a las primeras conversaciones entre las partes, y finalmente se llegó a un “arreglo incumplible”, con una tasa de interés récord a nivel mundial.
“Mi posición es crítica y doblemente fundamentada” en relación al acuerdo alcanzado el 4 de agosto con los principales acreedores de bonos emitidos por el gobierno de Mauricio Macri. Una deuda que, por cierto, la propia coalición de gobierno, Cambiemos, había calificado de impagable y en virtual default, dijo el analista.
Una semana antes del acuerdo, Giuliano y dos prestigiosos economistas más, advirtieron a Fernández, en una carta, del inconveniente de suscribir un acuerdo en condiciones incumplibles. La primera oferta del gobierno argentino fue pedir una redención de deuda de solo el 5.4 por ciento, pese a que los fondos compraron deuda argentina a un 30 por ciento y ahora piden se les reembolse a un 100 por ciento.
Con una economía en receso
Después de cuatro ofertas, en las que sucesivamente se fue mejorando la posición de los tenedores de bonos, se suscribió una quita del 5 por ciento, con lo que los fondos buitre cobrarán el 98 por ciento, es decir, un negocio redondo. El gobierno de Fernández había dicho inicialmente que no podía pagar intereses de deuda ni hacer abonos a capital hasta enero de 2021. Los fondos rechazaron esta posición y finalmente Argentina pagará ambos rubros a partir del próximo mes de enero.
Este acuerdo es funesto para el pueblo, que terminará pagando la deuda, después de un año en el que se produjo un frenazo en la economía, una recesión extraordinaria, rebajas en los salarios, desmejora en las pensiones de jubilación y un déficit fiscal que se disparó exponencialmente, todo por cuenta de la pandemia. Lo que hizo Alberto Fernández fue posponer la crisis de deuda para unos años más adelante, endosándole el chicharrón a gobiernos futuros y de todas maneras seguir pagando intereses onerosos.
La ventaja para el actual gobierno es que los pagos que se inician el año entrante son los menores, dejando los de mayor plazo para 2025, 2028 y 2030, que acumulan unos 14.500 millones de dólares. Y como el gobierno no declaró la cesación de pagos, los intereses de deuda no pagados acumulan entre seis y siete mil millones de dólares más, que se suman al rubro anterior.
Los pobres son los que pierden
Hay que recordar que el total de la deuda externa que dejó el gobierno de Macri es de 65.000 millones de dólares, a los que se deben agregar también intereses de deuda atrasados, corridos y capitalizados. Es decir, todavía queda por negociar la deuda con el Fondo Monetario Internacional, amén de la deuda interna.
Argentina está pagando una tasa de interés que, según el rendimiento de los bonos, se sitúa entre el 7 y el 11 por ciento anual en dólares. Es la tasa de interés más alta del mundo. Ningún país paga tanto. En el plano interno, el gobierno está pagando tasas de interés entre el 30 y el 40 por ciento.
Las tasas de interés que hoy se pactan en el mundo, van del cero al uno por ciento. Es la razón por la cual muchos sectores independientes dicen que no hay nada que celebrar en el acuerdo suscrito este mes entre el gobierno argentino y los tenedores de bonos de deuda. “Cuando ellos festejan, el país siempre pierde”, dijo un analista, en una expresión que se volvió viral.
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