Argentina: Sin perdón ni olvido

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Los argentinos salieron a las calles el pasado 24 de marzo para conmemorar 40 años de la sangrienta dictadura militar, que dejó un saldo de 30 mil desaparecidos y centenares de asesinados y presos políticos. Al fascismo, ¡nunca más!, corearon miles de gargantas en Buenos Aires

Marcha en Argentina 40

Alberto Acevedo

Dos gruesas columnas de manifestantes confluyeron en la Plaza de Mayo, que resultó insuficiente para acoger a todos los participantes, que desde tempranas horas coparon los principales medios de transporte masivo de la capital argentina, para recordar la noche trágica de la dictadura militar, que comenzó cuatro décadas atrás.

La marcha más nutrida fue la ya tradicional que encabezaron las ‘Madres de la Plaza de Mayo’, reforzada ahora con la presencia de las ‘Abuelas de la Plaza’, que a pesar de lo avanzado de su edad, de los sufrimientos y problemas físicos, estuvieron al lado de la dirigencia sindical y popular, recordando al mundo lo nefasta de una dictadura que dejó miles de asesinados, encarcelados y alrededor de 30 mil desaparecidos.

Pero no fue solo el repudio a la dictadura lo que los movilizó en este cuarenta aniversario. Fue también la intención de reivindicar la memoria de las violaciones de los derechos humanos, bajo la bota militar, con la defensa de los derechos sociales conquistados en los últimos años y que hoy comienzan a ser conculcados por la administración del presidente Macri.

Muchos líderes de la movilización, que se repitió en otras ciudades argentinas, alertaron sobre el hecho de que los despidos masivos y la caída del poder adquisitivo de la moneda, anuncian un nuevo ciclo de inequidades, desigualdad y exclusiones.

Estrategia imperial

Golpes de Estado como el del 24 de marzo de 1976, no fueron el comienzo de una simple dictadura cívico-militar. Constituyeron una estrategia imperial en toda América Latina, que buscaba frenar el ímpetu guerrillero que florecía en miles de jóvenes inspirados en la revolución cubana y en el ejemplo de lucha y abnegación de Ernesto ‘Che’ Guevara, ‘el guerrillero heroico’.

La intención de la extrema derecha en el continente era además frenar las luchas reivindicativas de los trabajadores y frustrar cualquier intento de promover cambios democráticos.

En el caso de Argentina, los Estados Unidos, y otros poderes imperiales como España, no solo sabían que se adelantaba una intentona golpista, sino que organizaban, dirigían, entrenaban y enseñaban a torturar. Internacionalizar las dictaduras, especialmente la argentina y la chilena, era un objetivo estratégico del Pentágono norteamericano para contener lo que ellos denominaban la subversión y el comunismo.

Una nueva historia

La estrategia general se denominó ‘Plan Cóndor’, y fue alentada por las grandes empresas nacionales e internacionales; en el caso argentino, por sectores de la burguesía, la iglesia católica, varios partidos políticos, e incluso un sector corrupto del movimiento sindical, que terminó en condición de informante de la dictadura.

En Argentina, además, existía la intención de reordenar el modelo capitalista, objetivo que de hecho se logró, insertando la economía en el patrón neoliberal de desarrollo. Esto fue posible gracias a la flexibilización de las relaciones laborales, el subempleo, la tercerización y la desarticulación de las organizaciones sindicales, expresiones de agresión de clase contra el movimiento popular que hoy intentan resurgir bajo la administración Macri.

La presencia de miles de argentinos en las calles, alertando sobre los peligros de una vuelta al pasado, es indicativo de que a la reacción no le va a quedar fácil salirse con la suya en tanto los ciudadanos renueven lazos y fuerzas y sigan marchando a construir una nueva historia.