Assange: Crimen contra la libertad de prensa

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Julian Assange.

La detención de Assange, ganador de varios premios internacionales de periodismo, entre ellos el Amnistía Internacional de los Medios Británicos, en 2009, por la denuncia de asesinatos extrajudiciales en Kenia, ha provocado una oleada de solidaridad en diversos países

Ricardo Arenales

Como el mayor traidor de la historia del Ecuador y de América Latina, que permitió que la policía británica ingresara a la embajada de Ecuador en Londres, para arrestar a Julian Assange, calificó el expresidente Rafael Correa el episodio de la puesta en prisión del director de WikiLeaks, ocurrido el pasado 11 de abril.

Un reconocido experto en informática, también objeto de persecuciones judiciales, Edward Snowden, criticó la decisión del gobierno ecuatoriano de “invitar” a los miembros de la policía secreta británica a “arrastrar” a Assange fuera de las instalaciones de la embajada ecuatoriana en Londres. Esas imágenes, “acabarán en los libros de historia”, calificando “este momento, como el más oscuro para la libertad de prensa”, puntualizó Snowden.

El fundador de WikiLeaks, el activista australiano Julian Assange, fue detenido en la segunda semana de abril por la policía metropolitana británica, invitada por el embajador ecuatoriano en Londres, Jaime Merchán, para que ingresara a la representación diplomática, donde se encontraba en condición de asilado desde 2012 y procediera al apresamiento.

Antecedentes truculentos

Sobre la detención del activista australiano se venía especulando desde hacía varios meses. El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, había expresado su incomodidad con la figura del asilo político que protegía al periodista de WikiLeaks. Fuentes cercanas a la presidencia ecuatoriana, habían dicho que no había posibilidad alguna de que Assange fuera extraditado a Estados Unidos, donde su vida corría peligro porque podría ser sometido a cadena perpetua o a pena de muerte, por la naturaleza de los delitos que se le imputan. De esa manera se buscó apaciguar las reclamaciones de activistas de derechos humanos en el mundo.

Más tarde se supo que desde hace varios meses, un jurado secreto en Virginia, Estados Unidos, había formulado un pliego de cargos contra Assange, y de manera soterrada, el gobierno norteamericano había exigido al presidente Lenín Moreno, la extradición del periodista, como condición para “normalizar” las relaciones bilaterales con Washington, sobre todo en el aspecto financiero, alrededor de un tratado de libre comercio.

En este sentido, Scotland Yard, la policía secreta británica, reconoció que el arresto se hizo como respuesta a un pedido de extradición de Estados Unidos. Assange, de 47 años, ya había expresado su temor de que se produjera su traslado a una cárcel norteamericana, donde podría encarar la pena capital, por haber divulgado en 2010 cables diplomáticos confidenciales del gobierno norteamericano, que a su vez habían sido filtrados por la soldado Chelsea Manning.

Sepultarlo en vida

Gracias a estas filtraciones, el mundo enteró conoció los horrores de la guerra en Irak, donde las tropas norteamericanas vejaban, torturaban y asesinaban a luchadores sociales que se alzaban en rebelión contra un régimen tiránico, o protestaban contra la ocupación extranjera.

Esto es lo que la justicia norteamericana no perdona al periodista australiano, y lo que organismos defensores de derechos humanos temen es que vaya a ser sometido a un juicio amañando, donde se le imputarán cargos por “conspiración” y atentar contra “la seguridad nacional de Estados Unidos”, con el fin de sepultarlo en vida en una sórdida prisión, sin respeto por sus más elementales derechos humanos.

La detención de Assange, ganador de varios premios nacionales e internacionales de periodismo, entre ellos el Amnistía Internacional de los Medios Británicos, en 2009, por la denuncia de asesinatos extrajudiciales en Kenia, ha provocado una oleada de solidaridad en diversos países, en donde activistas de derechos humanos y por la libertad de prensa reclaman que se detenga la extradición  a Estados Unidos y se ponga en libertad al australiano, por considerar que las acusaciones que se le formulan constituyen un juicio político de venganza por su actividad profesional.

Justicia parcializada

Entre estas reacciones está la del gobierno ruso, que acusó a las autoridades británicas de “estrangular la libertad”, al arrestar al fundador de WikiLeaks. “La mano de la ‘democracia’ estrangula la libertad”, dijo la portavoz del Kremlin, María Zajárova.

Varias organizaciones sociales en Europa indicaron que de darse la extradición de Assange, podría ser juzgado por tribunales militares, sometido a maltratos y condenado a cadena perpetua o a la pena capital. Miles de ejemplos hay en Norteamérica de la manera sesgada como actúa la justicia. La condena a los cinco patriotas cubanos, o al líder negro Mumia Abu-Jamal, son muestra de este manejo.