Una semana histórica se vivió en el campus tras la indignación generada por el asesinato de las estudiantes Manuela Betancourt Vélez y Angie Paola Cruz Ariza, que desató una ola de denuncias de casos de violencias basadas en género al interior del alma mater en diferentes escenarios, presionados por la acción colectiva de las mujeres que con valentía se manifestaron durante varios días
Redacción juvenil
El pasado viernes 7 de febrero la indignación y la rabia se tomaron las calles de Bucaramanga tras el feminicidio de Manuela y Angie Paola, ambas estudiantes de la Universidad Industrial de Santander, UIS. Para las colectivas feministas y organizaciones estudiantiles, este caso no es aislado, sino que es la prueba fehaciente de lo interiorizada que está la violencia machista en la sociedad, la cual se expresa también en los múltiples casos de acoso denunciados la semana pasada, los cuales suscitaron una importante jornada de movilización.
Según Dana Chacón, estudiante de Derecho de la UIS, durante el fin de semana pasado algunas estudiantes empezaron a denunciar a través de Facebook las violencias de las que habían sido víctimas por parte de profesores de la Universidad, por lo que se convocó para el primer día de la semana un plantón.
La jornada comenzó el pasado lunes 10 de febrero, sobre las 4 de la tarde, a las afueras del Instituto de Lenguas UIS, espacio en el que cientos de estudiantes se conglomeraron exigiendo la salida inmediata del profesor denunciado por acoso, así como una respuesta por parte de las directivas del Instituto. Las estudiantes se encargaron de llevar al escenario micrófono y equipo de sonido, los cuales fueron usados para dar a conocer más y más casos de violencias basadas en género cometidos por miembros de la comunidad universitaria.
Horas más tarde, el plantón se dirigió hacia el edificio de la administración universitaria, en el cuál se encuentra la oficina de la rectoría y demás dependencias. La exigencia: Respuestas por parte de la dirección de la UIS y compromisos de acciones inmediatas para frenar el acoso. Según testimonios, la mayoría de las estudiantes se mantuvieron a las afueras del edificio demandando la presencia del rector Hernán Porras, mientras otro grupo ingresó a las oficinas para solicitarle a los administrativos que salieran de sus sitios de trabajo.
Momentos de tensión se vivieron cuando, ante el aparente silencio administrativo, algunas estudiantes pegaron carteles y escribieron consignas en el vehículo del rector, como modo de protesta, al tiempo que patrullas de la policía y vehículos del Esmad se acercaban al campus.
Ya sobre la noche, y ante la presión, hubo finalmente un pronunciamiento por parte del Vicerector académico, comprometiéndose a convocar para el día siguiente un Consejo Académico Ampliado con el objetivo de tratar exclusivamente los casos de violencias basadas en género cometidos en la universidad.
Un Consejo Académico histórico
Sobre las nueve de la mañana del día martes 11 de febrero, con la presencia en pleno de las directivas académicas de la UIS y el Auditorio Luis A. Calvo repleto de estudiantes, profesores y trabajadores, dio comienzo lo que es calificado como un Consejo Académico ampliado histórico.
Este consejo estuvo acompañado incluso por la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría, pero fueron las estudiantes y profesoras las verdaderas protagonistas. Una a una fueron tomando la palabra para denunciar a sus acosadores, la mayoría profesores, pero también estudiantes. Algunos relatos estremecieron al auditorio, mientras otros llenaron de indignación por su gravedad y sistematicidad.
Pero el micrófono no fue usado únicamente para denunciar, sino también para proponer. Algunas de las demandas más importantes incluían apartar de manera inmediata de sus cargos a aquellos profesores denunciados, pero otras buscaban atacar el problema de raíz, como la propuesta de establecer una cátedra de género o materia en el pensum universitario destinada a reflexionar en torno al problema del machismo y cómo frenar las violencias que este produce. También se exigió más inversión por parte de la universidad para garantizar el correcto funcionamiento del Protocolo de Atención a Violencias Basadas en Género, que fue construido hace un par de años y es también una victoria histórica del movimiento feminista de la UIS y de Bucaramanga.
Después de seis horas de discusión, finalizó el Consejo Académico ampliado con una serie de compromisos por parte de la administración universitaria, entre ellos, el de convocar nuevamente un Consejo Académico ampliado para dentro de tres semanas en el que se evalúen los resultados de las medidas tomadas para los casos más urgentes.
Una asamblea estudiantil para enfrentar el acoso
Finalmente, el miércoles 12 de febrero, sobre las 10 de la mañana, se desarrolló la asamblea estudiantil, citada para discutir sobre el panorama de violencias basadas en género cometidas por miembros de la comunidad universitaria.
La percepción generalizada fue la de la inefectividad de los actuales mecanismos con los que cuenta la UIS y otras universidades para frenar el acoso y demás violencias basadas en género, incluido el mencionado protocolo. Durante la asamblea se desarrollaron aún más las propuestas trazadas el día anterior. Para el movimiento estudiantil de la UIS es necesario que el mecanismo del protocolo cuente con más difusión, más recursos, mejores rutas de atención y herramientas apropiadas para atender los casos.
De la misma manera, se desarrollaron propuestas sobre cómo elaborar la cátedra de género, que se espera sea de carácter obligatorio y construida con una participación activa de las estudiantes. Por último, en la asamblea se estableció la necesidad de conocer el estado de los casos denunciados y que lleva la Oficina de Control Interno Disciplinario de la UIS, con el objetivo de que estos tengan sanciones efectivas, centradas en la seguridad de las víctimas.
Lo acaecido en las últimas semanas en la UIS es una nueva etapa en la larga lucha feminista en esta institución, la cual ha estado siempre vinculada a las luchas estudiantiles y demás luchas sociales. Desde ya, esto se puede vislumbrar como una ruptura en el orden patriarcal al interior de la universidad y solo los compromisos reales por parte de la administración y el estudiantado pueden frenar la espiral de violencias basadas en género que azotan a la sociedad colombiana.