Barbarie contra el movimiento social

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La Plaza de Bolívar con manifestantes en la velatón exigiendo detener el genocidio social. Foto Gabriel Pérez.

A solo un mes de elegido el nuevo presidente de Colombia, los asesinatos de líderes sociales se incrementan. Ante la tragedia, el país enciende una vela por la vida

Carolina Tejada Sánchez
@carolltejada 

Los acuerdos de paz firmados entre la antigua guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, representó para el movimiento social y popular, la posibilidad de cesar la horrible noche. También, para que en las veredas y en los municipios más apartados, la guerra que tocó las puertas y sobre todo los techos de zinc de las casas de familias humildes del país, se acabara. Bombardeos, asonadas y ametrallamientos eran una constante, tal y como lo fue el desplazamiento forzado o el miedo.

La firma de la paz llegó, y con ella la posibilidad de que otra Colombia surgiera. El país estuvo de fiesta ese 26 del mes de septiembre de 2016. Los medios titulaban, llegó la paz después de 267.162 muertos. En las calles las pantallas gigantes, en medio de bombas de colores, música y abrazos de quienes se juntaron para ver la firma de la paz se tornaba en una sola fraternidad por la paz.

Mientras tanto, el acuerdo entre las partes aseguraba que se cumpliría con unas obligaciones internacionales de Colombia en materia de derechos humanos. Además, que si se implementa de manera diligente, podría orientar al Estado hacia la superación de los desafíos estructurales relacionados con los derechos humanos.

Un mes después de elegido el nuevo presidente

A dos años de la firma de los acuerdos y un mes después de la elección de Duque a la presidencia, el estallido de la barbarie contra el movimiento social y popular, se incrementa en el primer mes de elegido el nuevo presidente de Colombia y quien fuera ungido con el apoyo de los sectores de extrema derecha en el país. También a un mes de su llegada, la Justicia Especial para la Paz, ha tenido un vuelco en el congreso que contraría lo acordado, lo que indica, que lo hasta ahora alcanzado con los acuerdos de paz, se desmorona si no hay una fuerza política y social que rodee la posibilidad de la paz.

Solo en lo que va del mes de julio, nueve líderes sociales han sido asesinados, situación que se suma a los 311 líderes y defensores de derechos humanos a los que le han arrebatado la vida entre el primero de enero de 2016 y el 30 de junio de 2018, según datos de la Defensoría del Pueblo. Estas cifras representan una tragedia para un país que se debate entre un acuerdo de paz firmado y uno que reanuda su sexto ciclo de negociaciones en La Habana con la guerrilla del ELN.

En lo nuevo de los presentes asesinatos, se encuentra la eliminación física a los promotores de la campaña Colombia Humana. Profesores de escuelas y lideresas sociales que se articularon a la campaña de Gustavo Petro, y que, aunque perdió con quien es un férreo opositor al proceso de paz, se convertiría en la segunda votación más importante de la izquierda del país.

Adultos, padres, encendieron velas por la paz. Foto Gabriel Pérez.

Qué hay detrás de los asesinatos en regiones

La tragedia que hoy embarga al país, ha vestido de sangre a las principales regiones en donde el conflicto históricamente ha tocado fondo. Esos territorios tienen la gracia o la desgracia que tener una inmensa riqueza en biodiversidad, recursos naturales, y ser territorios en medio de la disputa territorial, estratégicos para la producción de coca. Uno de los departamentos que registra la cifra más alarmante en asesinatos y masacres de campesinos es el Cauca. Entre enero del 2016 y junio de 2018 van 78 líderes asesinados. Hay que decir que el Cauca, se ha convertido en el bastión de la lucha indígena y campesina por el territorio, así como impulsor de los acuerdos de paz y de la sustitución de los cultivos de uso ilícito.

Los departamentos que continúan a la vanguardia de las regiones más peligrosas para ejercer la labor social, son aquellas en donde la derecha y quienes se oponen de manera férrea a la paz ganaron en las pasadas elecciones. Se trata de Antioquia, tierra del expresidente Uribe, y en donde la barbarie paramilitar se posicionó a sangre y fuego hasta nuestros días. Allí, la cifra de líderes sociales asesinados es de 43, seguido por Norte de Santander quien además de zona fronteriza y estratégica para el comercio ilegal, también posee un territorio apetecido por los múltiples recursos naturales.

También fue allí en donde en la pasada campaña presidencia, intentaron asesinar al candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro. Las cifras de los lideres asesinados llega a 21, con un alto número de personas desplazadas o refugios humanitarios que han sido destinados para salvaguardar la vida de las balas.

Un informe revelado por organizaciones defensoras de derechos humanos, muestra cómo el 81,5 por ciento de las víctimas pertenecen a organizaciones campesinas, juntas de Acción Comunal o étnicas. También expresa que los conflictos por tierras y recursos naturales, tales como los de minería, cultivos de uso ilícitos, serían en un 83,19 por ciento de los casos el principal motivo de los asesinatos. Los responsables de estos asesinatos indican que son los grupos paramilitares que se han venido recomponiendo en estas zonas del país, u otras estructuras que mutaron para controlar los territorios y el procesamiento de coca.

Una velatón nacional por la paz

Hace dos años el país se preparaba para la fiesta de la paz, las regiones más vulnerables por el conflicto armado celebraban la firma de los acuerdos porque, como ellos mismos decían, desde que inició el cese bilateral al fuego, “ya podemos dormir en paz”.

La ilusión de la paz versus el incremento de los asesinatos y amenazas a los líderes sociales, ha hecho que el país abandone la fiesta, la alegría y las bombas de colores con las que llenaron plazas públicas en el 2016 para celebrar la llegada de la paz, y si por el contrario, encienda velas, esta vez para reclamar en cada plaza pública del país, el derecho a la vida porque #NosEstanMatando.

Es así como el viernes seis de julio, miles de velas se encendieron en el país, ese mismo llamado ante la barbarie se recibió a nivel internacional en donde, desde las plazas más representativas de Europa, y diversos países de América Latina, colombianos y colombianas se dieron cita para expresarle al nuevo presidente, y a los enemigos de la paz, que Colombia tiene derecho a vivir en paz, y que la larga noche de la guerra, por el bien termine ya.

Jóvenes encendieron una vela por la paz. Foto Gabriel Pérez.