Barrismo, fútbol y violencia

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Centro Sócrates de Souza – Juventud Comunista, Bogotá

En días pasados volvió a las primeras hojas de los periódicos y como noticia principal en radio y tv, la violencia que se ha desatado entorno al futbol. El asesinato por parte de jóvenes a lo que se les clasifica como barristas, a un padre de familia (oficial de la policía) por defender a su hijo que portaba una camiseta con colores de otro equipo, a un hincha de Nacional en la estación de Ricaurte de Transmilenio, y otras riñas que se han venido mostrando.

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Esto hace que la sociedad colombiana entre a discutir sobre estos referentes de violencia, pero hay que hacer claridad que esta problemática se empezó a generar y tuvo mayor furor en la década de los 80 con la presencia del narcotráfico en los clubes de fútbol; el apoyo económico para viajar a otras ciudades; la comercialización de drogas por medio de las barras; los encuentros para peleas con otras barras, patrocinadas por los mismos narcotraficantes y así ver quién era el mejor; entre otras prácticas.

Esto hace a que se desconozca el problema de raíz y muchos jóvenes sigan conductas que por descuido del Estado toman esas conductas como normales. Ahora ¿Qué medidas puede tomar el gobierno para acabar con dicho problema? ¿No es más fácil invertir en educación y procesos donde el barrismo se vea como forma de organizar a la juventud, que invertir en más controles policiales? ¿Hasta qué punto el sujeto hace negación del otro por elementos de colores o escudos? ¿Qué papel juegan los clubes para bajar los niveles de violencia? Son las primeras preguntas que se generan cuando no se tiene un estudio serio para confrontar este problema.

Para el Mundial Sub 20 realizado en Colombia en 2011, la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, ordenó quitar las mallas que separaban al espectador del campo de juego, ya que dentro de las políticas de esta institución se busca generar una mayor convivencia entre los espectadores, como también mayor respeto hacia los jugadores y los árbitros.

Esto hizo que para el torneo local se tomaran mayores medidas de seguridad en los estadios, como el aumento de los miembros de la policía y del Esmad fuera y dentro de la cancha, carnetizar a los aficionados, hinchas y barristas de algunos equipos; más cámaras; y se planea instaurar dispositivos en las entradas para el reconocimiento de la huella[1. Reglamento FIFA en la seguridad en los estadios.], etc. Estas medidas ya son ejecutadas en Inglaterra (padre del futbol moderno) donde los resultados son un mayor control a las personas que van a los estadios y disminución de la violencia.

El problema no es de aumentar los controles en los estadios –aunque para el común de la gente es la mejor solución-, ya que después de los partidos la violencia se traslada a los barrios, y solo genera control a las emociones de las masas, ¡si el cantar y alentar fueron remplazadas por las vuvuzelas, entonces el gritar gol será remplazado por aplausos!

La posible solución para la violencia en el barrismo no siempre será el control o cancelar el torneo local (que no creemos que sean capaces) la solución es integrar políticas donde los clubes fomenten y mejoren procesos de educación de sus fieles hinchas. Para el Estado la responsabilidad es generar políticas de prevención y no de represión, como también de tomar el deporte seriamente y no para que se preste a favores políticos y clientelistas, como lo hizo saber La Guardia Albirroja sur en un comunicado de días pasados[2. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=343182612484781&set=a.241466379323072.59750.240976949372015&type=1&theater].