Baudelaire, su poética y su entorno

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El poeta Charles Baudelaire

Baudelaire se refugió en los escenarios negados por la institucionalidad para erigir su proyecto estético. Evidenció ante la crítica la crisis del espíritu romántico ajeno a la verdad del sentimiento humano en la cumbre de una decadencia social

Esteban Hincapié Barrera

Hace 200 años, un 9 de abril de 1821 nacería en París Charles Pierre Baudelaire, emblemático poeta, ensayista y crítico de arte. Las flores del mal, 1857 y El Spleen de París, 1869 permanecen en los anales de la historia.

Sus producciones literarias, periodísticas, poéticas y críticas, así como su vida misma, han estimulado la constante apertura de nuevas miradas a lo largo de los tiempos. Apreciaciones de sus contemporáneos: de Nerval, Gautier y Verlaine, anuncian una prolífica posibilidad de lecturas en la obra de este escritor.

Actualmente, entre diversos estudiosos y críticos literarios como Pascal Durand, Juan Zapata y Alain Vaillant, se habla de “El jovial mistificador” y “El primer Baudelaire”, relacionados con su etapa de los primeros años de la bohemia, sus escritos en la prensa y sus ensayos críticos. Este Baudelaire llega hasta las primeras versiones de su icónico poemario: Las flores del mal -publicado en varias ediciones-.

En “El último Baudelaire”, se devela un crítico agudo y una madurez estilística evidenciada en libros como: El pintor de la vida moderna, 1863. Esto, entre algunas de las miradas contemporáneas que coinciden en la modernidad y el espíritu de lo moderno, a lo largo de la obra de este parisino, que se ha de convertir en modelo de formas heterogéneas del poema actual.

Su infancia

La construcción de cada una de las representaciones de evolución estética, artística y crítica de Charles Baudelaire no es indiferente a su génesis familiar. Su padre Joshep-Francois Baudelaire, ex sacerdote, preceptor y funcionario del Senado también fue dibujante y profesor de pintura. El carácter liberal de Baudelaire padre le permitió, luego de renunciar a su sacerdocio, casarse dos veces; la segunda con Caroline Dufaÿs.

La madre de Baudelaire, nació en Londres, circunstancia que le favoreció a Charles Baudelaire para aprender inglés y tener la oportunidad de leer escritores anglosajones como Edgar Allan Poe, quien marcaría su carrera literaria.

Para el año 1839, la evolución de un joven bachiller del Collège Luis-le-Grand, pero expulsado de esta institución, contrasta con un Baudelaire inquieto ante los fenómenos urbanísticos y literarios de la época. Asiduo a escenarios de bohemia como los famosos “pasajes” –ese encuentro entre la calle y la construcción interior del París creciente– le permiten a Charles Baudelaire entretejer conversaciones con artistas de la época y fraguar sus primeros escritos en la prensa literaria y artística: pettit presse, -pequeña prensa-.

La pequeña prensa

Junto a contemporáneos como Murger, Theodore de Banville o Privat d’Anglemont periódicos de bajo tiraje como Corsaire-Satan y La Silhuette se identificaron como la pettit presse frente a la grande presse politique, -la gran prensa política- en oposición a la subordinación económica y las ideas burguesas preestablecidas (ver “Baudelaire, de la bohemia a la modernidad literaria”, AAVV, Comp. Juan Zapata). Es en esta camaradería literaria, entre suburbios, burdeles y cafés, principalmente del barrio latino, donde las concepciones más sólidas de la contracultura contemporánea se dieron cita.

En este periodo, alrededor de 1840 y 1847, aproximadamente, es cuando tiene lugar la primera escuela literaria más aguda de Baudelaire: la bohemia. Su primer libro de textos críticos de arte Salon de 1845, “…aunque en cierta medida precario, ya establece los supuestos que va a desarrollar y enriquecer en los posteriores. Asocia el concepto de arte a los de imaginación, belleza, sentimiento, originalidad, elegancia, temperamento, ingenuidad y épica…” (Ver “Las ideas estéticas en Baudelaire”, de José M. del Águila Gómez).

Su segundo libro Salon de 1846 da cuenta de la definición reactiva frente a la obra de arte, su desafiliación a corrientes naturalistas y la primera idea de búsqueda de la belleza a través de las formas sin desligarlas de la realidad, definitivamente yendo en contra de la naturaleza creativa de lo evidente.

Concepción crítica

Para el año de 1847 aún el Baudelaire crítico, sarcástico e incluso humorístico, avisaba y anunciaba entre sus amigos el deseo de publicar un poemario. Sátiras, reseñas y ensayos eran celebrados y reproducidos en diversos periódicos y revistas. La bohemia literaria gestó una concepción crítica en el grupo que circundó a la pettit presse. Un nacimiento de conciencia frente a nuevos fenómenos crecientes de exclusión social y económica se evidenció en la Francia de mitad de siglo XIX.

Entre el 22 y el 25 de febrero de 1848 los acontecimientos socio-políticos pudieron haber generado una escisión definitiva en Baudelaire. Si bien su trabajo periodístico y crítico continuó por varios años, luego de los fatídicos enfrentamientos entre las fuerzas armadas y la población civil (estudiantes y trabajadores), que dejó más de tres mil muertos tras la revolución que logró la abdicación de Luis Felipe I de Francia, quien regía con prohibiciones y a la defensa de una moral monárquica plena de privilegios.

Universo simbólico

Desde finales de la década de los cuarenta Baudelaire se refugió en los escenarios negados por la institucionalidad para erigir su proyecto estético. Evidenció ante la crítica la crisis del espíritu romántico ajeno a la verdad del sentimiento humano en la cumbre de una decadencia social.

Si bien algunos de sus primeros poemas parecen inofensivos “Los gatos”, su obra comienza a develar una sociedad desarraigada y miserable.

Dieciocho poemas publicados en 1855 entre los que se encuentran: “Al lector”, “Reversabilidad”, “El tonel de odio”, “La destrucción” y “Lo irreparable”, entre otros, perfilan un Baudelaire sumido y entregado a la condición humana en estado de flagelo por sus condiciones.

En esta década, a sus 33 años, Baudelaire se desencuentra de su entorno social a través del universo simbólico y se adentra en un Baudelaire más amargo, más crítico y paradójicamente más mundano.

Walter Benjamin lo inmortaliza a través de la figura del flaneur: “un errante dentro de los versos y las calles, un observante de la desventura y la desdicha, un acompañante de los menos afortunados”.

El recinto de la palabra

Para sus libros posteriores: Las flores del mal, 1857; Los paraísos artificiales, 1860; Pequeños poemas en prosa, o el Spleen de París, 1862; Los despojos, 1866, entre más de una veintena, este Baudelaire perceptible ante la violencia del descubrimiento de una nueva era, evoluciona y deja entredicho que los escenarios del espíritu de lo moderno vienen con la decadencia de la condición humana.

La agudeza del poeta y el crítico se eternizan dándole paso al registro de la perversidad del hombre entre los versos más cuidados. Lejos de recrear un universo apologético del mal, utiliza a este como estadio simbólico para develar condiciones de época y desenmascarar la hipocresía de la moral depositada en los poderes institucionales.

Baudelaire logra celebrar, a través de la arquitectura de la palabra, la idea de la fragilidad del héroe, la desgracia del hombre, la virtud de lo profano, la mortalidad y su belleza. Su poética construye un universo más allá del vocablo. Su relación con la crítica de arte le permite adelantarse a otras estéticas.

Charles Baudelaire es el poeta que convoca al recinto de la palabra donde se da la búsqueda y el encuentro con lo nuevo.