Han transcurrido ya 14 días de Paro Nacional. En un acto sin precedentes, gentes de todos los rincones del país se han dado cita en las calles, para protestar en contra de un gobierno sordo, irresponsable y mentiroso. Bogotá no es la excepción
Jenny María Solis
@Jemasolis
Bogotá constató una vez más, que es el epicentro político del país. La contundencia con la que los habitantes de toda la ciudad sin importar las diferencias de edad, sexo e ideología, salieron a las calles el 21 de noviembre, no se vivía desde el paro de 1977, durante el gobierno de López Michelsen, que exigía entre otras, reformas que limitaran el crecimiento de los grandes emporios económicos y su interés por ampliar la explotación y los mercados transnacionales en el país.
Ayer como hoy, se hace evidente la profundización de las contradicciones que el neoliberalismo ha producido en campos y ciudades, y la capital fue el escenario en el que estudiantes, maestros, trabajadores y trabajadoras, niños, niñas, jóvenes, abuelos y abuelas, sindicatos, organizaciones indígenas y campesinas, y muchos más, rechazaran de facto en las calles, su descontento con el actual desgobierno de Iván Duque.
La plaza de Bolívar se llenó de miles de personas, hombres y mujeres, decididas a ser protagonistas del primer día del paro nacional que parece indefinido, como rechazo al gobierno de Duque y su jefe político. Sin embargo, el gobierno nacional, no ha manifestado una posición responsable frente a la crisis institucional que atraviesa su gabinete y el país en general y, menos, ha hecho una lectura de país de cara a las exigencias que tienen aún, a miles de personas en las calles de la ciudad llevando a cabo actividades que van desde cacerolazos, asambleas, hasta marchas en las localidades, actividades culturales, performances y conciertos en puntos estratégicos de la ciudad.
Tratamiento de guerra
Como respuesta al éxito de la primera jornada del paro nacional y pese a todos los intentos del gobierno por deslegitimar y criminalizar el derecho a la protesta, el alcalde saliente de Bogotá, Enrique Peñalosa, decretó al día siguiente, un toque de queda, que, supuestamente, buscaba garantizar el orden y la seguridad de ciudadanos y ciudadanas en el distrito.
Lo cierto, es que la ola de pánico experimentada por los y las habitantes de la ciudad, dejó enormes dudas sobre la relación del Estado colombiano, con la masificación de los rumores que advertían sobre la existencia de hordas de vándalos, sobre todo conformadas por venezolanos, que se tomarían de forma simultánea, conjuntos cerrados para saquear y violentar a las comunidades en las diferentes localidades, escenas que terminarían en varios puntos de la ciudad, con la llegada de la fuerza pública como garante de la seguridad.
Noticias falsas, cadenas por WhatsApp, saqueos, videos, noticias y sirenas activadas en barrios y conjuntos, alimentaron la idea de la existencia de una ola violenta que, como consecuencia del paro nacional, se tomaría criminalmente la ciudad capital. Esto, incidiría en la conformación de grupos de ciudadanos con armas blancas, armas de fuego, palos, bates y tubos, para defender los barrios de la supuesta “horda venezolana criminal”.
El padecimiento y sufrimiento experimentados por las y los habitantes de la ciudad, empezó a diluirse al transcurrir las horas, pues las evidencias de la materialización de las amenazas criminales y violentas, no pasaban de ser rumores malintencionados para crear el caos y la confusión, lo lograron y la “horda criminal venezolana” nunca apareció.
La indignación popular creció de forma tal, que el caos permitió en algunos barrios de Bogotá, la organización comunitaria, ya no para defenderse de la supuesta “horda criminal”, sino para sentar las bases para la conformación de asambleas locales de estudio y discusión, sobre el pliego de peticiones hecho al gobierno en el marco del paro nacional a través del Comité Nacional del Paro.
Dylan no murió, a Dylan lo mataron
Una Bogotá políticamente activa, se daba cita nuevamente en las calles para continuar exigiendo al presidente, una mesa de diálogo con los liderazgos sociales y definir rutas de acción para llegar a acuerdos sobre las reformas necesarias para salir de la crisis. Hasta el día de hoy ese diálogo no existe y pese a la contundencia de las exigencias, la diversidad y lo multitudinario que ha sido el paro nacional en Bogotá, las jornadas se han visto empañadas, por las acciones violentas que el Escuadrón Móvil Anti Disturbios -Esmad- ha lanzado sobre la población manifestante.
Personas heridas, pérdida y afectaciones oculares, detenciones y asesinatos, son parte de la triste lista que deja el accionar violento y criminal del Esmad contra la población, mayoritariamente mujeres y jóvenes. No bastó denunciar y evidenciar los abusos del cuerpo antidisturbios por redes, el día del #23N, Dylan Cruz, estudiante del Colegio Ricaurte IED y quién esperaba titularse de bachiller, fue asesinado por una “recalzada” lanzada directamente contra el estudiante, por un miembro del Esmad con “un arma convencional” dice el ministro Holmes, como lo demuestran varios videos que circulan por redes de quienes presenciaron el brutal acto.
De inmediato, amigos y compañeros de Dylan, protestaron y exigieron a los miembros del Esmad, responder por el asesinato del joven estudiante, algunos de ellos denuncian, que fueron intimidados, fotografiados y amenazados después de las denuncias. Al contrario de lo dicho por un periodista de Caracol televisión que cubría la marcha en la Plaza de Bolívar “si matan a uno se calman”, la indignación nacional por el vil asesinato, llenaba de más motivos, fuerza y convicción de resistencia a las multitudes en toda la ciudad. A Dylan lo multiplicaron.
Desmonte del Esmad
EL asesinato de Dylan, quien luchaba como muchos por el derecho a la educación, se convirtió en motivo para un despliegue de cacerolazos por toda la ciudad, que ahora exigía con mayor ahínco, el desmonte del Esmad, como parte del pliego de exigencias hechas al presidente de la República.
Suba, Kennedy, Engativá, La Candelaria, Bosa, Ciudad Bolívar, Usme y Sumapaz, entre otras localidades, vivieron el #25N una nueva jornada de paro nacional cargado de una explosión de unidad, solidaridad, color y mucho arte a nivel local, barrial y comunitario. Curiosamente esa noche y después de las declaraciones del alcalde y el jefe de la policía distrital en relación a los supuestos “vándalos”, el cuerpo antidisturbios no hizo presencia en los barrios, y como siempre ha sido, el derecho a la protesta social se llevó a cabo en paz. Sin embargo, se siguen conociendo casos de cómo, miembros del Esmad, accionan violentamente contra más manifestantes.
Todos estos días de paro `nacional, han demostrado la necesidad de acabar con el Escuadrón Móvil Antidisturbios, su desmonte es una exigencia insoslayable, ya son muchas las víctimas del accionar criminal de esta institución y la impunidad se hace protagonista a la hora de juzgar y condenar la violación permanente, que hacen sus miembros al Derecho Internacional Humanitario.
Lo que nos queda
La demanda ahora, es exigirle al gobierno de Duque que se sintonice con las reclamaciones que las ciudadanías han hecho y que están consignadas en el pliego de peticiones. La tarea es entonces, continuar haciendo pedagogía permanente en los barrios acerca de los puntos del pliego y con ello fortalecer la organización social y la cultura política de la ciudad. Leer al país profundo requiere de altura histórica. Continuar llenando las calles, tomarse los parques, las Juntas de Acción Comunal en medio de la tragedia, el dolor y la indiferencia y violencia estatal, son hoy una gran excusa para exigir categóricamente el desmonte del Esmad, cambiar el gobierno actual y trabajar por la derogación de políticas regresivas en materia de salud, educación, trabajo digno, preservación del medio ambiente y la implementación de los Acuerdos de La Habana.
***La Guardia Indígena, la USO, los transportadores, entre otros sectores sociales, se unieron al Paro Nacional y se dieron cita, el próximo 4 de noviembre para llevar a cabo otra multitudinaria marcha en la capital y el país. El 8 de diciembre, diferentes artistas decidieron participar del paro nacional, con un gran concierto en el parque Simón Bolívar.
¡A parar para avanzar, viva el paro nacional!