
El presidente llegó a decir que “la constitución comunista” le arrebató el poder. Una afirmación temeraria que manifiesta su disposición de violar las normas democráticas. La oposición afirma que se está orquestando un golpe de Estado
Alberto Acevedo
El 7 de septiembre pasado, con motivo de la celebración del Día de la Independencia nacional, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, protagonizó uno de los momentos de mayor tensión y enfrentamiento ciudadano, con un mensaje a la nación matizado de amenazas de golpe de Estado y desafío a los poderes constitucionales, particularmente contra la Corte Suprema de Justicia y el parlamento, que adelantan investigaciones contra el ejecutivo por diversos actos de corrupción.
Rompiendo una tradición de años, el mandatario suspendió el desfile militar conmemorativo de la efeméride, argumentando que tenía ‘una gripecita’ y debía cuidarse. En lugar de ello convocó a los sectores ultraderechistas y conservadores que apuntalan su administración, buscando el respaldo de una base social para sus anuncios. Presidió el acto de fuerza sin preocuparse por su estado de salud.
En su discurso arremetió contra la Corte Suprema y el Tribunal Electoral que se oponen a la concentración de poderes y a una riesgosa reforma electoral para favorecer sus planes de fraude y reelección. Bolsonaro acude a este tipo de ardides en momentos en que las encuestas de opinión presentan, en cada consulta ciudadana, un progresivo deterioro de su imagen, y sabe ya que atornillarse en el poder solo será posible mediante un monumental fraude electoral.
Campaña de revancha
Bolsonaro se le atraviesa a la Corte Suprema y a una gran parte del Congreso de la República, porque en ambos escenarios se adelantan investigaciones por hechos de corrupción administrativa y por el pésimo manejo de la pandemia, que ha dejado una altísima cifra de muertes, que se pudieron evitar si él mismo no hubiera liderado una campaña contra las vacunas y las medidas de aislamiento sanitario.
De otra parte, sus aliados en el congreso han presentado un proyecto de reforma electoral que busca eliminar el voto electrónico, suficientemente acreditado en Brasil, y regresar al voto impreso, que se presta para el fraude que seguramente el presidente requiere para su reelección en los próximos comicios.
En el marco de ese ‘choque de trenes’, de enfrentamiento de poderes, Bolsonaro llegó a decir que “la constitución comunista” le arrebató el poder. Una afirmación temeraria como esta muestra hasta dónde está dispuesto a llegar y por qué los sectores democráticos del Brasil hablan de que se está orquestando un golpe de Estado.
Intimidación a las instituciones
La preocupación en este sentido es generalizada. Hace una semana se conoció una carta, suscrita por más de cien líderes mundiales, entre quienes se cuenta el lingüista norteamericano Noam Chomsky, el premio Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel y el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, quienes advirtieron que una insurrección de derecha, pondría en peligro la democracia en Brasil.
Hicieron notar el hecho de que el sistema electoral brasileño, considerado uno de los más confiables del mundo es el que recibe los ataques del mandatario de ese país. Aseguran que la manifestación del 7 de septiembre, es un acto de intimidación a las instituciones, en tanto el mandatario habló de la posibilidad de “un contragolpe necesario” contra el Congreso y la Corte Suprema.
La carta de las personalidades democráticas del mundo concluye: “El pueblo de Brasil ha luchado por décadas para garantizar la democracia contra el dominio militar. No debemos permitir que Bolsonaro se la arrebate ahora”.
La fuerza de los brasileños
También el expresidente Luis Inacio Lula da Silva envió un mensaje al pueblo brasileño: Dijo que el gobernante brasileño, en una fecha tan solemne como la conmemoración del Día de la Independencia, “en vez de anunciar soluciones para el país, lo que hizo fue un llamamiento a la confrontación. Lo que hizo fue convocar a actos en contra de los poderes de la República, en contra de la democracia, que él nunca respetó”.
Dijo Lula que Bolsonaro “en vez de sumar, fomenta la división, el odio y la violencia. En serio, eso no es lo que Brasil espera de un presidente. Yo sé que la vida nunca fue tan dura para la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Sin embargo, desde siempre confié en la fuerza de los brasileños y las brasileñas. Es preciso seguir en la lucha por superar este momento, del mismo modo que superamos otras crisis en el pasado. Créanlo, Brasil tiene remedio”.