Brasil: Giro belicista en su política de defensa

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Tropas brasileñas durante un ejercicio militar

Esta estrategia se lleva a cabo en momentos en que Estados Unidos tiene 70 bases militares en la región y está empeñado en afianzar su hegemonía

Alberto Acevedo

Rompiendo una tradición que trató de consolidarse durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, PT, consistente en defender los principios de no intervención en los asuntos de otros estados y de relativa independencia frente a los intereses de Estados Unidos, la nueva Política Nacional de Defensa, diseñada por el alto mando militar y que obedece a las directrices del gobierno de Bolsonaro, contempla por primera vez, desde 1999, la posibilidad de intervenir en conflictos regionales en América del Sur.

Un documento que traza los lineamientos de la nueva estrategia, y que fue conocido por algunos medios de comunicación hace dos semanas, habla de “posibles desarrollos” de conflictos con países vecinos. Señala que América Latina dejó de ser una región libre de conflictos armados, por lo que Brasil debe preparar a su ejército para contrarrestar posibles “tensiones y crisis” en el continente, y defender sus intereses nacionales o resolver conflictos locales.

“No se pueden ignorar las tensiones y las crisis en el entorno estratégico, con posibles consecuencias para Brasil, de modo que pueda verse motivado a contribuir a la solución de posibles controversias”. Incluso para defender sus intereses, “el papel del Estado brasileño consiste en profundizar lazos en la región”, asegura el escrito.

Bajo la tutela de Washington

El giro en la política de defensa brasileña se da después de sucesivos contactos del presidente Bolsonaro con el Comando Sur de los Estados Unidos, y de que tras reciente visita del mandatario suramericano a la Casa Blanca, éste ofreció a Trump la posibilidad de que tropas norteamericanas utilicen la base militar de Alcántara. Además, Bolsonaro deslizó ciertos coqueteos con la idea de que su país ingrese a la OTAN, como Colombia.

No es un secreto tampoco que, en la reunión entre los dos mandatarios, así como en los contactos entre los mandos militares de ambos países, uno de los temas medulares fueron los planes de agresión a Venezuela, así como una estrategia para alejar de los mercados latinoamericanos la influencia de Rusia y China, es decir, la defensa de los intereses expansionistas de Washington.

Llama la atención, de otro lado, según denuncia la Misión Verdad en Caracas, que durante una visita reciente del presidente Trump a las instalaciones del Comando Sur, en Virginia, el almirante Craig Faller, comandante de esta unidad operativa, presentó a dos altos oficiales suramericanos, uno colombiano y otro brasileño, como empleados directos de su oficina. “Trabajan para mí”, dijo Craig.

Rol de Colombia

Estas confesiones insinúan nuevos niveles de colaboración de tropas norteamericanas y brasileñas bajo la batuta del Comando Sur de los Estados Unidos. En efecto, recientemente realizaron operaciones militares conjuntas muy cerca de la frontera con Venezuela.

Esta estrategia se surte en momentos en que Estados Unidos tiene 70 bases militares en la región, en una estrategia por afianzar su hegemonía. Panamá y Colombia aparecen como los dos países con más bases militares gringas, con 12 y nueve, respectivamente.

Incluso, algunos ejércitos nacionales se muestran dispuestos a abandonar cualquier reato de soberanía e independencia y se pliegan a los dictados norteamericanos. Colombia es el país que más dinámicamente se transforma en dependencia militar del Pentágono, y el único en la región que se vinculó a la OTAN, la principal alianza militar global, liderada por Washington.

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