Breve historia de las mujeres indígenas

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Foto Sophie Martínez

El documento tiene la intención de contribuir a la memoria colectiva sobre las luchas de las mujeres campesinas, y en este caso, indígenas de Colombia. Historia del Manifiesto de 14 mil mujeres Lamistas en mayo de 1927

Renata Cabrales

Este manifiesto escrito a muchas manos por las mujeres indígenas lamistas hace visibles los diversos puntos que deben ser tomados en cuenta a la hora de analizar las diferentes estructuras de discriminación y dominación histórica que han enfrentado las mujeres del sector rural y campesino por el hecho de pertenecer a las comunidades indígenas. El manifiesto, asimismo, buscaba en su momento, la consolidación de un gran movimiento político de los pueblos y de las comunidades indígenas, cuyo objetivo principal era reivindicar sus derechos al territorio, frente a un Estado corrupto y usurpador, que sistemáticamente les ha negado su derecho a la tierra.

La trascendencia de la memoria colectiva

En este comunicado las mujeres indígenas advierten no tener conocimiento sobre los  procesos organizativos de los sectores populares que han habido en el país, y por esa razón consideran que el hecho de que se oculte la historia de las luchas de sus antecesores, hace que les toque comenzar de cero, desconociendo los acumulados históricos. Es por eso que “La difusión de este Manifiesto tiene la intención de aportar a esta memoria colectiva y principalmente en las luchas de las mujeres, y en este caso indígenas, donde catorce mil de ellas, a comienzos del siglo XX, narran su contexto social, político y condición de opresión, mostrándonos, a su vez, su papel en el movimiento de reivindicación campesino-indígena”.

Vale la pena resaltar que el documento apareció como primera publicación del Movimiento de Mujeres Indígenas, que surgió bajo la inspiración y dirección de Manuel Quintín Lame. Fue firmado el 18 de mayo de 1927, por miles de mujeres indígenas de los departamentos del Tolima, Huila y Cauca.

Las hijas de los bosques

Como hijas de los bosques y de las selvas desiertas, como ellas se autodenominan, las indígenas lamistas advierten que es el momento de lanzar “ un grito de justicia a la civilización del país, al paso de 435 años que acaban de pasar que son como un instante ante la presencia del que creó el universo mundo. Fundadas en una inspiración que de repente se apodera de nosotras como un resplandor que ilumina la obscuridad donde ha existido el Dios del engaño, de la ignorancia.

Advierten así las hijas de los bosques que “de los vientres del sexo femenino indígena nacerán nuevas flores de inteligencia y vestidas de riqueza, se unirán para formar un jardín glorioso en medio del país colombiano, que llamará la atención en general a toda la civilización de explotadores… quienes han desterrado de los bosques, las llanuras y de las selvas a nuestros… padres, hermanos, hijos y esposos. Quienes, además, dicen que «los indios me vendieron»; y presentan falsos documentos y escrituras, todo hecho por medio de la sabienda y el engaño”.

Con esto, las mujeres lamistas pretendían la reivindicación y la justicia por parte de las autoridades, o de lo contrario: “Nosotras nos hacemos justicia y nos amparamos por nuestra cuenta aún cuando quede la última mujer indígena en el campo de la guillotina, de la horca y del cadalso, como quedó Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos etc., en Colombia y así otras heroínas en diversas naciones de la vieja Europa”.

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