Caballería ligera: Mercenarización del ejército

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El presidente, en lugar de complementar el proceso de paz con acciones que viabilicen una mejor convivencia entre las distintas clases sociales en nuestro país y con relaciones amistosas y armónicas con las naciones vecinas, está haciendo todo lo contrario.

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José Ramón Llanos

Los colombianos estamos tan acostumbrados a las incoherencias de la clase gobernante que no nos sorprendía que Álvaro Uribe la palabra que más utilizaba era honestidad, sin embargo estaba rodeado de parientes y funcionarios delincuentes. Recuerden a Mario Uribe, Salvador Arana, Andrés Felipe Arias y un largo etc.

El presidente Juan Manuel Santos no es la excepción a las incoherencias de la burguesía colombiana. Para muestra un solo botón: en el momento en que los diálogos de La Habana se convirtieron en la más exitosa opción de paz con la guerrilla de las FARC-EP habida hasta ahora, el presidente, en lugar de complementar este proceso de paz con acciones que viabilicen una mejor convivencia entre las distintas clases sociales en nuestro país y con relaciones amistosas y armónicas con las naciones vecinas, está haciendo todo lo contrario.

Recientemente el presidente Juan Manuel Santos hizo avances en el plan de integrarse a la OTAN, la mayor organización militarista contemporánea, responsable de bombardeos genocidas en Yugoslavia y en Libia. No tiene sentido vincularnos a la OTAN, cuando la inmensa mayoría de los colombianos vemos esperanzados que después de más de 50 años del conflicto social-armado, podamos entrar en una época de convivencia y de estrategias para superar las graves carencias de todo tipo que afectan a los habitantes de los barrios marginales de todas las ciudades colombianas.

En sana lógica esta decisión va en sentido contrario a lo que esperaríamos quienes soñamos con la posibilidad de reducir los gastos militares y destinar esos dineros ahorrados a financiar una política social que redunde en beneficio de los más pobres.

Sin embargo, cuando leemos las declaraciones del presidente de la República y de su ministro de guerra, entendemos, aterrados, que lo que sucede es que ellos tienen planes diferentes a los que anhelamos los colombianos. Ellos piensan mantener el mismo pie de fuerza -similar al de Brasil, territorialmente siete veces más grande que Colombia- a pesar de ser innecesario en un período de paz. Leamos las declaraciones de estos funcionarios.

“Nuestro ejército, afirma el presidente Santos, está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional”. Será que la intención es poner nuestro ejército a disposición de la OTAN para sus campañas terroristas en contra de los pueblos que deciden liberarse de sus gobernantes explotadores y corruptos.

Que esta hipótesis no es descabellada lo demuestran la valoración que efectúa el ministro Pinzón de la OTAN: “…en la OTAN están los grandes estándares de legitimidad y de buenas prácticas en materia militar”. Como se ve vamos hacia la mercenarización terrorista del glorioso Ejército Nacional. Para evitarlo debemos movilizarnos en contra de esos planes absurdos.