La pandemia del covid-19 ha tenido repercusiones catastróficas para la salud de muchas personas, debido a las estrictas medidas de confinamiento que obligaron al cierre de los centros educativos y puestos de trabajo. Muchas familias y docentes han enfrentado cambios bruscos en su cotidianidad, lo que ha afectado gravemente la educación, la salud mental y el bienestar en general
Renata Cabrales
@RenataRelata
La dinámica escolar diseñada para una modalidad presencial ha pasado de un formato educativo presencial a uno a distancia, en el cual fue necesario involucrar el uso de las nuevas tecnologías.
Pero este nuevo formato, que requiere el uso de las nuevas tecnologías para el perfecto desarrollo de una educación virtual a distancia, conlleva ventajas y desventajas para las familias del alumnado, pero aún más para el profesorado. Se involucró el uso de las tecnologías, aumentó la participación de las familias en el proceso educativo y se hizo necesario el aprendizaje casi improvisado de los y las docentes del uso de plataformas digitales para mantener la comunicación, el trabajo y un efectivo seguimiento de la participación de las y los alumnos.
Todo lo anterior ha sido un gran reto, sobre todo para las docentes que son, a su vez, madres cabeza de hogar, pues teniendo en cuenta la brecha digital de género muchas no han estado preparadas para el uso de recursos digitales y han recibido poca formación en el tema.
En una conversación con VOZ, dos destacadas docentes del país, narran sus experiencias al enfrentarse a las nuevas tecnologías y al nuevo formato de enseñanza virtual, ellas son: Vilma Salcedo, docente del área de ciencias sociales del curso 6o, en el colegio Julio César Turbay Ayala del municipio de Soacha, Cundinamarca y María Angélica Serge Arias, docente de matemáticas, matemáticas aplicadas, estadísticas y álgebra lineal en la escuela y en la Universidad del Atlántico en las facultades de Educación, Ingeniería y Ciencias Básicas.
Aprender sobre la marcha
“Sobre el tema del trabajo en casa a través de las herramientas digitales, es algo que nos tomó por sorpresa y nos tocó aprender sobre la marcha. Eso significa que empecé a explorar cómo resolver la comunicación y el trabajo como maestra con mis estudiantes y con mis compañeros de trabajo. En esa exploración descubrí herramientas compartiendo ideas con amigas y amigos, sobre todo con una amiga que es profesora de tecnología y como ella maneja muy bien el tema, me orientó con algunos ejemplos esos temas de herramientas digitales para hacer clases virtuales”, afirma Vilma Salcedo.
Retroalimentación entre docentes y familias
Según la docente, el celular se convirtió en una herramienta de comunicación y de trabajo colaborativo con los compañeros(as), “aprovechamos este recurso y organizamos un grupo de WhatsApp, y a través de estos grupos manejamos la información, compartimos las dificultades que teníamos al manejar currículos, desarrollar actividades de formación con las y los alumnos frente a los contenidos curriculares y los procesos de retroalimentación”.
Asimismo, afirma: “Entonces, se desarrolló una comunicación directa con las madres y los padres de familia, lo más importante de esto es que las familias tuvieron un contacto permanente con nosotros los directores de curso, no es como cuando estamos en la presencialidad que los padres jamás se vuelven a enterar de cómo están los niños. En este caso fue una gran ventaja”.
La brecha digital de género
La brecha digital de género es una de las variables más relevantes relacionadas con el retraso de las mujeres al entrar al mundo de las nuevas tecnologías. Las diferencias de acceso entre hombres y mujeres se dan en todas las sociedades actuales, tanto en contextos de economías avanzadas como de economías en desarrollo. Las mujeres, en este momento, aprovechan cada vez más las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en todas las esferas de la vida.

“A nivel de la brecha digital, como te decía, mi área de trabajo son las ciencias sociales, nunca las tecnologías, en este caso me tocó aprender y eso para mí, al principio fue muy complicado, y aún lo es, porque me di cuenta de que no tengo esas competencias digitales y me ha tocado ponerme a indagar y explorar mucho, porque para el manejo de las herramientas digitales hay que tener mucha práctica y en ese desarrollo permanente del trabajo tocó aprender sobre la marcha. Así que tuve muchas dificultades al elaborar las clases tutoriales en estas plataformas a veces se me bloqueaba el computador. Una gran dificultad es la falta de un equipo potente, a veces me quedaba sin imagen, a veces se me bloqueaba el computador, entonces la falta de un buen equipo complicaba las clases”, afirma Salcedo.
Repercusiones en la salud
Me tocó convertir mi cuarto en un espacio de trabajo, pues mi apartamento es muy pequeño, no tengo estudio, así que el tocador lo convertí en un escritorio y aquí mismo, frente a mi cama, tengo los libros, todo aquí metido en el cuarto y ya lo dejé así, mi cuarto adaptado para el trabajo, a pesar de que es muy incómodo porque eran muchas horas ahí sentada trabajando frente a la pantalla y acabó afectando mi salud porque he aumentado mucho más de peso en medio de este encierro y tantas horas sentada, se me complicó mucho la salud por el estrés, estuve muy enferma, mejor dicho, hacer un ajuste de mi vida porque una sensación de cambio tan dramático me afectó muchísimo la salud, empecé a tener problemas de ansiedad y tuve que someterme a tratamientos, algo muy fuerte frente a lo que era la vida antes de la pandemia.
Docentes y madres
“Como mujeres la carga es muchísima, casi todas las acudientes de la escuela son mujeres y su queja constante era que tenían mucho trabajo, porque tenían a varios hijos o hijas o niños a su cargo. Mi hija aparece en muchos audios de la escuela y en las clases sincrónicas de la universidad. Acá las mujeres están a cargo de la crianza, en su generalidad, y ellas estuvieron a cargo del proceso conjunto con los y las docentes de enseñanza-aprendizaje”, afirma María Angélica Serge.
En cuanto al trabajo en casa, el problema ha sido que esto es algo que me tocó aprender a dedicarle mucho más tiempo, porque es algo que uno no maneja y el trabajo de la casa choca mucho con el trabajo laboral, entonces, eso es un caos porque hay que repartir los tiempos y no hay límites para el trabajo, porque estar pendiente de los quehaceres de la casa demanda muchísimo tiempo, lo mismo que atender a las familias de los estudiantes, porque es algo que hay que hacer desde muy temprano hasta tarde en la noche vía WhatsApp y tocaba atender todo esto”, dice por su parte Vilma Salcedo.
Para la docente de Soacha, todo esto fue un escenario muy complejo donde no se podían definir límites de jornada laboral, en tanto a la jornada laboral de los oficios de la casa, eso es una tensión permanente que en ese momento terminaba afectando su salud física y emocional: “Es un escenario supremamente hostigante tener diariamente a 30 o 40 personas consultando y en esa actitud de que no sabían cómo resolver el avance académico del alumnado”.
Fuera de control

“Varios familiares han tenido covid 19 y es una locura. Hemos tenido más trabajo, nos recortaron el salario a los provisionales temporales, pues hay ventajas al dar clases asincrónicas, pero en la escuela no se estaba preparado, ni en las universidades, no hay límite de horarios y pasan las barreras de lo personal y lo laboral, precisa María Angélica Serge.
“A una como mujer le toca resolver el trabajo de cuidar a la familia, lo que es un trabajo muy importante, yo le dedico tiempo a mis hijas, a los alimentos, al cuidado de la casa, a hacer el mercado, a estar pendiente que no falte nada, a que mis hijas, quienes también estudiaban virtualmente, estuvieran conectadas 100 por ciento y me tocaba estar pendiente de ellas, lo que también es una gran responsabilidad…
“De pronto un profesor hombre soltero, como hay muchos, no tenían todas estas responsabilidades, entonces esa diferencia en el trabajo la asumimos las mujeres cabeza de hogar, no entiendo cómo hacen las que tienen pareja, pero para mí fue muy pesado porque era una tensión permanente entre asumir el trabajo del hogar y mi desempeño profesional, pues hay una doble carga que interfiere con el bienestar de mi familia, y tuve que ir educando a los familiares de las y los estudiantes en la idea de que yo también necesitaba tiempo para mi familia”, resalta Vilma Salcedo.
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