Campaña electoral contaminada

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Ante la corrupción y la campaña contaminada, la izquierda no tiene más alternativa que la unidad

parapolitica

Editorial del Semanario VOZ

Cerca de cincuenta candidatos del Establecimiento, que están en campaña electoral con aspiraciones a gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales y concejos distritales y municipales, son apoyados por caciques politiqueros tradicionales, unos en la cárcel y otros en libertad por parapolítica debido a sus nexos con capos del narcoparamilitarismo. Los hay también con procesos en la etapa de investigación por la Fiscalía General de la Nación, situación que no implica impedimento legal aunque sí ético.

Los partidos a los que pertenecen los herederos de la parapolítica son la Unidad Nacional, la U, Cambio Radical, Liberal, Conservador y el antes llamado Opción Ciudadana, de mafiosos y paramilitares, pero que los partidos tradicionales le han dado abrigo sin ningún pudor para beneficiarse de su apoyo político y de sus votos. También, por supuesto, el “opositor” Centro Democrático de la extrema derecha uribista. Todos a una defienden el “derecho” a candidatizar a políticos tradicionales como Dilian Francisca Toro, Oneida Pinto en La Guajira con apoyo de Kiko Gómez y Miguel Pinedo Vidal, así como los familiares y amigos de “La Gata” que continúan gozando del aval de los partidos del régimen, entre otros.

Todo ocurre con el mayor descaro. Mientras desde el poder y desde las mayorías en el Congreso les exigen a las FARC y al ELN más gestos de paz, la campaña electoral, no iniciada de forma oficial, está contaminada. A los partidos de la Unidad Nacional y del Centro Democrático les interesan los votos y el apoyo de los candidatos vengan de donde vengan, sin ningún asomo de depurar los avales y democratizar la vida del país.

Sin embargo, los jefes de esos mismos partidos, brazos del tradicionalismo bipartidista, llaman a la paz y pretenden la entrega de los guerrilleros, sin abrir las puertas a la democracia ni al respeto de las libertades públicas. Está claro que no los animan las reformas avanzadas políticas y sociales, están aferrados al statu quo de violencia, corrupción, gabelas y turbias alianzas para mantener el poder regional y local en disputa. La lucha entre ellos es por la mermelada, los negocios y los contratos en la administración pública. No es por ideas, no hay debate ideológico y mucho menos de programas serios, sociales y democráticos.

Las elecciones de octubre son “a la colombiana”, con ventajismo, fraude y derroche de dineros calientes de dudoso origen. En varios departamentos corren a chorros los billetes para la compra de votos, al tiempo que los paramilitares, ahora llamados “bacrim”, hacen proselitismo armado por varios de ellos.

Nada ha cambiado, el régimen sigue siendo el mismo con deformaciones y porquerías en su seno. La campaña electoral se realiza sin garantías, en medio de amenazas y hostilidades, así como de asesinatos de dirigentes sociales y defensores de derechos humanos. El Gobierno Nacional asegura que todo está bien y debilita la protección de dirigentes y candidatos de la izquierda. Así será difícil la paz. El presidente Santos exige y exige gestos de paz pero él mismo no hace ni uno solo en función de las libertades y la democracia, como tampoco de las soluciones sociales que demandan las masas populares.

La izquierda, claro está, debe estar en la contienda electoral. No se les puede dejar el espacio a los intolerantes que defienden el statu quo. Aunque promoviendo la lucha social de masas, verdadero motor del cambio, y la asamblea nacional constituyente por la paz, la soberanía, la refrendación de los acuerdos, la decisión sobre los desacuerdos y las reformas políticas y sociales estructurales que el país reclama para una auténtica transformación social.

Ante la corrupción y la campaña contaminada, la izquierda no tiene más alternativa que la unidad. La convergencia democrática amplia para cerrarle el paso a los corruptos y mafiosos de todos los pelambres y promover administraciones éticas y sociales que superen las negativas experiencias del pasado reciente. En este sentido son importantes las intervenciones de las organizaciones invitadas a intervenir en el Congreso del Polo Democrático Alternativo, así como la declaración de su presidenta Clara López Obregón que a nombre de su partido convocó a adelantar alianzas con la izquierda y sectores democráticos. Es un desafío histórico que no se puede menospreciar.