El miércoles 23 de agosto, en las instalaciones del Centro de Memoria de Bogotá, fue presentada la propuesta para la reparación colectiva de las comunidades y organizaciones campesinas.
Aprovechando el contexto generado por el acuerdo de paz, en lo concerniente a su punto 4, la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc) ha venido trabajando a lo largo del país para construir una ruta de reparación colectiva diferenciada para el campesinado.
Según Sergio Martínez, del equipo jurídico de Anzorc, “el proceso de paz abrió la ventana para que las organizaciones sociales aporten a la reformulación de la política pública. Esta propuesta de reconstruir el proceso de reparación colectiva que adelanta la Unidad de Víctimas es una contribución a esta apuesta”.
Sostuvo Martínez que “dentro de los talleres que se realizaron, las comunidades vieron en la implementación de los acuerdos y en las figuras de participación como los Programas de Desarrollo de Enfoque Territorial y el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos, la alternativa para poder participar efectivamente en las decisiones que los afectan y en los proyectos que los van finalmente a beneficiar”.
La reparación colectiva para campesinos tendrá que hacer frente a varios desafíos. Sin embargo, debe tenerse de presente que dicha reparación implica el reconocimiento del campesinado como sujeto político y de derechos, y el fortalecimiento de sus iniciativas.
Sergio Martínez explicó que “como conclusión del proyecto surgió la idea de construir un sujeto de reparación colectiva centrado en Anzorc, porque el campesinado de Anzorc tiene algunas características que lo unen, a pesar de que el campesinado es un sujeto heterogéneo, que se ha desarrollado de manera diferenciada en los territorios por diferentes factores, de cómo llegaron, de qué actores armados estaban allí, actores económicos, etc., y cómo la violencia los afectó, también hay un proyecto conjunto de Anzorc como movimiento y como organización social y es el de reivindicar los derechos del campesinado a través de la figura de zonas de reserva campesina”.
Subrayó Martínez que “el fortalecimiento de la figura y el impulso a los planes de desarrollo sostenible repararían de una manera efectiva estas aspiraciones que tienen los campesinos de que sus proyectos y sus formas de reproducir la vida puedan ser respetadas y puedan ser garantizadas a través de esas políticas públicas hacia las víctimas”.
La restitución de tierras, así como otras medidas de reparación deben tener un carácter diferenciado, pues el sujeto político campesino es heterogéneo. Así lo reveló la propuesta presentada por Anzorc, que tuvo el apoyo técnico del Centro de Estudios para la Paz (Cespaz) con la cooperación de la agencia Usaid y la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento.
Darío Fajardo, de Cespaz, señaló que “es muy importante destacar el carácter de reparación colectiva porque no se trata de una reparación de tipo individual, no se trata de darle una dádiva a quien fue desplazado, a quien perdió su territorio, a quien perdió su familia. Se trata de ponerlos en el camino de restaurar su comunidad, sus vínculos con su territorio y de ahí hacia arriba, los vínculos con la nación. Ese es el sentido de la reparación colectiva, que es una comunidad que se pone en la ruta de la transformación, por eso hablamos de una reparación transformadora y una reparación colectiva, porque son esos dos rasgos los que precisamente nos permitirán la construcción del nuevo país y la implementación de nuestro acuerdo de paz”.