UAN, concejala Heidy Sánchez
En las últimas semanas ha hecho eco en la agenda mediática la actual situación de Canal Capital, el canal de las y los bogotanos. Desafortunadamente, dicha resonancia no representa méritos para el canal, sino por el contrario evidencia la crisis que vive el mismo producto de los malos manejos; creando así el escenario perfecto para la citación de un debate de control político desde el Concejo de Bogotá. Las alarmas se encendieron ante las denuncias de la no renovación masiva de contratos, el retraso en los pagos a los empleados, al igual que una alerta por la tercerización del canal.
Ante estas denuncias, vale señalar que no es la primera vez que se presentan, desde el año pasado por estas épocas hicimos públicos los testimonios que recibimos de trabajadores quejándose de la nueva administración, ante el miedo de que no les renovaran contrato en uno de los momentos más críticos de la pandemia. Situación compleja de la cual nunca tuvimos respuesta por parte del canal o de la administración distrital y que se ha agudizado en este momento, donde según señalan sus trabajadores, es un hecho que se quedarán sin trabajo. Afirman que desde la gerencia del canal se les informó que no habría más renovación de contratos y que el canal quedará en manos de algún tercero, una productora que definirá si continúan o no.
Tristemente hoy pareciera que el canal ha vuelto a sus inicios, acabando con el progreso que tuvo durante años, especialmente en el marco de la administración de la Bogotá Humana de Gustavo Petro, con Hollman Morris como gerente de Canal Capital y posteriormente con Lisandro Duque. La Alcaldía de Claudia López con Ana María Ruiz en la gerencia está acabando el canal de las y los bogotanos, culminando lo que no hizo Enrique Peñalosa por falta de tiempo.
En la “visión” de Canal Capital, según resolución 026 de 2019, se plantea para 2028 que este “será una empresa reconocida por su capacidad de innovación en la producción de contenidos audiovisuales, como centro creador y generador de ideas para diferentes plataformas”; sin embargo, como van las cosas de producción y de canal no habrá nada para esa fecha, pues buscan tercerizarlo.
En la Bogotá Humana, Canal Capital vivió un momento histórico para la televisión pública, por primera vez desde su creación en 1997 generó utilidades, que para el año 2012 se calcularon en $517 millones de pesos y en 2013 más de $322 millones. Durante este periodo de tiempo el canal planteó una alternativa informativa y de opinión que buscaba rescatar el valor de la diferencia, los derechos humanos y heterogeneidad cultural de la ciudad, llegando a producir cerca del 90% de los contenidos emitidos.
Dentro de la parrilla del canal se destacó la producción de programas como Hashtag, Las claves, La controversia, El primer café, Crónicas de un sueño (con el Centro Ático de la Javeriana), El sofá, Ni reinas ni cenicientas, etc. Asimismo, se inició la transmisión de eventos culturales, destacando la firma de una alianza con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo para transmitir sus obras, al igual que la realización y transmisión de 3 ediciones del Concierto de la Esperanza, como la emisión del concierto de Paul McCartney, logrando la accesibilidad general al evento y no solo para las personas con los recursos para comprar las entradas.
Del mismo modo y en materia deportiva, se empezó a trasmitir la Liga de Bogotá. Igualmente, el canal sirvió como medio de comunicación para entidades del Distrito que realizaban sus programas allí, como algunas Secretarías, el Concejo de Bogotá, Bomberos de Bogotá y ciertas alcaldías locales, lo cual aportaba al canal, pero también a la conexión entre las instituciones y la ciudadanía. La administración de Petro también fue significativa para el canal, en tanto que logró firmar una alianza con la ONU para fortalecer el papel de este en la promoción de una cultura de paz, amplificando la voz de las víctimas y abriendo espacios de participación a las minorías.
En materia tecnológica el canal saltó en este periodo del sistema analógico al sistema digital, llegando a contar con 3 móviles (2 digitales y 1 análoga) y además una in-house agency para la realización de comerciales y cortometrajes, dando un salto cualitativo que lamentablemente fue desarticulado por la administración Peñalosa. Todo este trabajo se vio reflejado en el reconocimiento del canal, por ejemplo, según la firma Cifras & Conceptos (2013), Canal Capital se ubicó como el único canal público del país entre los más consultados por los líderes de opinión. Del mismo modo, llegó a ser parte de las 4 “Entidades Estrella” de Bogotá.
En términos de audiencia, según la Encuesta General de Medios (2013), el canal se ubicaba en el puesto 22 de los más vistos sobre 126 canales referenciados y en cuanto al rating, según las cifras entregadas por el canal, el año 2015, que fue el último de la Bogotá Humana, resultó ser calificado con 10,590 puntos; siendo este el mejor puntaje obtenido hasta la fecha de hoy por el canal.
Sin embargo, con la llegada de la administración de Enrique Peñalosa en el año 2016 todo empezó a cambiar en Canal Capital, evidenciándose que el fortalecimiento de este no era una prioridad para el alcalde de turno, creando así el caldo de cultivo perfecto para la situación que hoy aqueja a sus trabajadores, como a toda la ciudadanía. Fue en esta administración que se empezó a dejar en terceros la responsabilidad de producir los contenidos de entretenimiento y educativos. Además, se puso a padecer a los trabajadores que cada 6 meses esperaban si su contrato culminaba o si les renovaban. No obstante, a pesar de todo esto el canal siguió funcionando de manera casi estable.
Ahora, con la llegada de la administración de la “Bogotá Cuidadora” en cabeza de Claudia López, las y los empleados vieron una nueva esperanza, pensando en una contratación distinta e incluso en la formalización laboral, luego de muchos años trabajando para el canal. Sin embargo, como todo con esta administración, tales expectativas fueron diluidas al poco tiempo.
A la gerencia del canal llegó la politóloga Ana María Ruiz, quien fue donante a la campaña de Claudia López por $31.8 millones de pesos. Ante esto por supuesto hay que señalar que no tiene nada de ilegal, pero sí resulta curioso que se haya hecho con la gerencia del canal, cargo desde el que ostenta un salario mensual similar a lo aportado a la campaña. Pero más curioso resulta aún, que se haya modificado el manual de funciones de Canal Capital para ampliar las profesiones que podían acceder al cargo, precisamente antes de que ella entrara y cuando su disciplina no estaba avalada para el mismo.
Como nos dijo un trabajador del canal previo al debate: “nosotros pensamos que no podía haber administración peor (que la de Peñalosa), pero mire que sí”. Y es que con la llegada de la pandemia la situación se hizo mucho más compleja para las y los trabajadores, quienes tuvieron que irse a sus casas en el limbo de no saber si iban a continuar o no laborando para el canal. La situación de cada 6 meses, pero agudizada ahora por la crisis sanitaria.
Con relación a este periodo de tiempo y a la situación actual de alerta por no renovación de contratos, la gerente Ana María Ruiz dijo para Blu Radio hace unos días: “lastimosamente, y lo siento en el alma, pero el año pasado mantuvimos a un grupo importante de personas, en su casa sin trabajar, sin ningún trabajo, pero en este momento no tenemos los recursos, no podemos dar ese lujo”. Lo cierto, es que esto no representa ninguna muestra de caridad, por el contrario, evidencia la falta de gestión por parte de la gerencia para salvar al canal de la crisis y ponerlo a producir.
El canal hubiera sido fundamental para la educación de niñas, niños y jóvenes, dando clases por televisión abierta, especialmente para quienes no tienen acceso a internet. Del mismo modo, creando contenidos de vida sana y ejercicios, fundamentales en tiempos de confinamiento. Asimismo, en el rol de pedagogía y prevención ante el contagio por COVID-19 o para buscar alternativas para el sector cultural y los artistas, tan afectados por la crisis. Por supuesto, debió ser también el medio priorizado de la alcaldesa para sus constantes alocuciones, por encima de las rutinarias giras por grandes medios de comunicación.
La pandemia ha sido la excusa para no hacer nada por evitar el declive del canal de las y los bogotanos. Si bien es cierto que esta nos ha afectado a todos, el mundo tuvo que reinventarse y Canal Capital debió hacer lo mismo, con producción propia de contenidos y de manera profesional; por ejemplo, para esto el canal cuenta con alrededor de 10 salas de edición y 5 salas de graficación, sin necesidad de tener que alquilar equipos por fuera. El canal no necesita terminar contratos y tercerizar, por el contrario, debe formalizar y tener personal de planta, equipo técnico y de producción, disponible 24/7 para la realidad de Bogotá.
Gracias a las denuncias hechas desde diversos sectores es que los órganos de control han puesto la lupa sobre la administración del canal. La Procuraduría General abrió indagación preliminar contra funcionarios de Canal Capital por presuntas irregularidades relacionadas con despidos masivos, retrasos en pagos a los empleados y la tercerización del servicio. Igualmente, la Personería de Bogotá señaló que está realizando una revisión de la ejecución presupuestal y la contratación del canal, además de revelar que hay 8 sentencias que obligan al canal a pagar unos $1.800 millones de pesos por demandas presentadas por contratistas que tuvieron vinculaciones continuas durante varios años y no fueron renovadas. ¿No hubiera salido más barato para el canal formalizar a estos trabajadores?
Esperamos que tales indagaciones surtan efecto, al igual que el debate de control político hecho desde el Concejo y no queden simplemente en un saludo a la bandera. Canal Capital es un patrimonio de las y los bogotanos que debe respetarse y fortalecerse, y con este su planta de trabajadores que ha dedicado años al servicio a la ciudadanía. Deseamos que el canal público de la ciudad vuelva a ser grande y con producción profesional propia, beneficiando a todas y todos y no solo a unos pocos a partir de la tercerización.