Entre el candidato del aguacate y el del petróleo

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Gustavo Petro visitando trabajadores de las plazas de mercado.

El aguacate sirvió para esclarecer el programa de gobierno en materia económica entre la derecha continuista o la izquierda transformadora

Redacción política

La decisión de los colombianos el próximo 27 de mayo será tan importante que involucrará la vida de las futuras generaciones. Están en juego dos visiones de país, dos modelos de desarrollo y dos concepciones de la vida.

La una es aquella que pretende preservar el agua y los recursos naturales para las comunidades y la ciudadanía. La otra aspira a que el desarrollo de la economía se sustente sobre el modelo de extracción de hidrocarburos en especial, apelando al fracking, es decir, utilizar los recursos naturales como insumos de extracción de petróleo, gas y carbón, y continuar con los privilegios de rentabilidad para las multinacionales. Las campañas de derecha, tanto la del candidato Iván Duque como la de Vargas Lleras, han manifestado que será el fracking, el nuevo método de extracción, la nueva locomotora minera.

En Colombia todos los métodos de extracción de petróleo son convencionales, los no convencionales son aquellos yacimientos en los que se vació el petróleo, quedando solo cunchos del recurso que se extraen con el 10% más de agua que en el método convencional en una operación hidráulica que rompa la roca y libere lo que queda de hidrocarburo.

El primer debate público, entre los candidatos a la presidencia, donde se plantearon tales posturas fue en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. El candidato Gustavo Petro indicó que bajo su gobierno Colombia no utilizaría el fracking como método de extracción de recursos fósiles. Preservando el agua como recurso potencial para el territorio y que proteja la fauna y la flora. La mayoría de países desarrollados han determinado prohibir el fracking en sus territorios, acudiendo al principio de precaución.

Pero en Colombia la política minero energética o llamada “locomotora minera” heredera de la “seguridad inversionista”, le ha venido abriendo la puerta al fracking, poniendo en riesgo la vida de los colombianos. No es posible extraer los cunchos de petróleo sin la utilización de inmensas cantidades de agua potable, que después de su utilización se convierte en veneno.

El debate económico se amplió cuando el candidato de la Colombia Humana expuso la teoría de la supresión de la economía extractiva por exportación de aguates, fruta tropical de inmensas riquezas en vitaminas y nutrientes. Para el candidato Petro su gobierno logrará que la fuerza económica del país provenga del campo colombiano y de manera estratégica con productos como el aguacate, que podría llegar a ser un reglón de ingresos nacionales por encima de los rendimientos del petróleo o la economía extractiva.

Decía Gustavo Petro en Corozal: “De industrializarse el aguacate se necesita más saber humano en su cadena productiva, lo vemos en México en donde se exportan más aguacates que barriles de petróleo, la producción de aguacate genera más puestos de trabajo que la producción petrolera, el aguacate usa más racionalmente las riquezas del suelo que el petróleo”.

Hace un año, la revista Dinero de la casa editorial Semana, tituló un artículo: Aguacate: el oro verde de la economía colombiana. Allí se expresaba la inmensa oportunidad que tiene el país de convertir dicha fruta en una de las principales fuentes de empleo del país: “El consumo mundial de aguacate crece alrededor de 3% cada año; sin embargo, la producción no avanza al mismo ritmo, sino a un paso más lento, lo que implica una ventana de oportunidad para nuevos jugadores como Colombia, que no solo pueden ocupar espacios perdidos por otros productores (por problemas de sequía, Chile redujo su área sembrada de 30.000 a 19.000 hectáreas), sino también desarrollar nuevos mercados”, señalaba el artículo.

El asunto que el candidato presidencial de Álvaro Uribe, Iván Duque menospreció, señalando que no veía cómo el aguacate podría remplazar el poderoso barril de petróleo en la economía colombiana, no tiene sustento real desde la perspectiva macroeconómica.

En el fondo, el asunto se trata de la reindustrialización del país agrario con perspectiva de protección del recurso hídrico y en el aprovechamiento del mismo para la producción de alimentos a gran escala, entregándole al país un ingreso por exportaciones de mayor volumen económico y rescatando la soberanía alimentaria, la protección del territorio y saldar la deuda social.

La primera vuelta presidencial estará marcada por la continuidad de la política pública en función de los rendimientos de las multinacionales mineras o la posibilidad de transformar los ingresos de la nación y el desarrollo de las comunidades preservando el agua y el campo colombiano.