César Santoyo Santos
@Cesar_Santoyo_S
Las pruebas de fuerza del Establecimiento y sus representantes más visibles contra el ordenamiento social y jurídico, contra la democracia y el Estado Social de Derecho vivieron otro de sus episodios más lamentables. La CEV fue emplazada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez para ser escuchado en un escenario sin protocolo de verdad, sin el rigor de un aporte substancial a la superación del conflicto armado. Una suerte de explicaciones, de argumentaciones sin profundidad para “limpiarse la cara” con lugares comunes discursivos ante la Comisión, encabezada por el padre Francisco de Roux.
Las víctimas de crímenes de Estado han expresado su rechazo ante las afirmaciones e infundios que Uribe usa para confundir la seguridad y el impacto de la misma con un ejercicio soterrado, abusivo, excesivo y para beneficio propio de unos grupos de interés en detrimento de la vida, la tranquilidad y la calidad de vida de las mayorías en Colombia.
Este expresidente no sólo niega sus posibles responsabilidades, lo cual deberán seguir las instancias judiciales, sino que también niega, persigue y deslegitima el sistema de justicia transicional, un flagrante desconocimiento del Acuerdo de Paz y de las ventajas de la verdad como un imperativo ético. Abruma la posible docilidad con que la CEV en su seno permite que un sujeto le imponga la agenda, las condiciones, el lugar y las preguntas.
La presunta connivencia de militares y paramilitares en sus gobiernos se convierte en un tema de veto y que queda en un diálogo de sordos en la lógica del promotor de la Seguridad Democrática. Hace falta un ejercicio decoroso de ese Establecimiento para que se conozca la verdad sobre los hechos y decisiones frente a los “falsos positivos” que han servido de catálogo criminal para que emerjan acciones de despojo, desplazamiento, segregación, que luego se convierte en el clima perfecto para la expoliación y la aparición de grandes ganaderías, de latifundio, de mega negocios agro industriales y minero energéticos.
Queda cuestionada en lo público la CEV. En medio de estos escasos tres años de trabajo, su legitimidad se reduce, se hacen evidentes las presiones que los sectores ligados al latifundio y al militarismo imponen por encima de los poderes públicos. No es aceptable que haya estos privilegios para Uribe y menos en el ocaso del mandato dado a la CEV, que es agravado por la negación colérica y patriarcal que hace el sujeto del Acuerdo de Paz.
Para los sectores políticos y económicos que aún representa AUV no es suficiente la verdad dialógica del sistema integral. Ante este episodio, nuestras voces críticas desde los ámbitos de defensa de los derechos humanos exigen que se haga una reflexión profunda que lleva a atender y entender el carácter del sistema y defender la paz de estas presiones que lideran sectores regresivos, autoritarios y negacionistas con sus discursos de odio. Colombia ya no “come entero”, pero es necesario no olvidar y seguir en la lid de la implementación y la verdad.
CODA: El único argumento de superioridad que queda por decir en este cambio social y cultural que estamos experimentando es el de buscar a quienes nos hace falta, encontrar las razones de sus victimarios para desaparecerles. La UBPD viene atendiendo un plan de choque coherente con las situaciones regionales, ahora hace falta un diálogo fluido, respetuoso y creativo entre sus dependencias y las organizaciones que acompañan a las víctimas que buscan a sus seres queridos desaparecidos.