Carrera armamentista, abono para nuevas guerras de agresión

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Misil supersónico Zircón, de fabricación rusa.

Una confrontación nuclear, con consecuencias devastadoras para la humanidad, podría no estar cerca, a pesar de que las grandes potencias desarrollan nuevos arsenales. Pero este ambiente alienta planes aventureros por parte del Pentágono, para desatar conflictos regionales que insinúan el interés de un nuevo reparto del mundo

Ricardo Arenales

La consecuencia inmediata de la renuncia unilateral de Estados Unidos al Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Medio y Corto, INF por sus siglas en inglés, que había suscrito con la antigua Unión Soviética, en tiempos de Gorbachov, es que el complejo militar industrial norteamericano queda con las manos libres para desarrollar un nuevo arsenal nuclear, y la respuesta lógica de otras potencias como Rusia y China, colocan al mundo otra vez ante una carrera armamentista, de la que se sabe cómo comienza, pero no el alcance de sus consecuencias.

La incomodidad de los norteamericanos con el tratado de control de armas nucleares de alcance corto y medio, era conocida por los rusos. El retiro obedeció, en últimas, porque a los militares y a los ‘halcones’ de la línea dura, guerrerista, “les molestaba”, según admitió hace pocos días, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.

Nuevo arsenal nuclear

“Sabemos a ciencia cierta que el tratado INF fue sacrificado porque molestaba a Washington, no hubo otra causa alguna. Todo lo demás es simplemente un camuflaje, un engaño”, dijo el diplomático, quien aseguró, en respuesta, que la estrategia de su país es el rumbo diseñado por el presidente Putin: “Esto incluye una apertura al diálogo y también la determinación a garantizar nuestra seguridad”, puntualizó Riabkov.

“En Estados Unidos, el desarrollo de nuevos sistemas de alcance medio está en una fase avanzada” afirmó el segundo al mando en el manejo de la política exterior rusa. Dijo que tenía conocimiento de ellos por informaciones publicadas de forma abierta en Internet. Se trata de misiles balísticos modernos y misiles crucero con modificaciones, cuyo potencial superará al que tienen los actuales, puntualizó.

En efecto, una expresión similar había sido utilizada por el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, quien en una rueda de prensa se quejó de que Washington tiene “las manos atadas” por el tratado INF, mientras China está desarrollando armas de alcance intermedio. Por su parte el secretario norteamericano de Defensa, Mark Esper, durante una visita a Australia, el 3 de agosto, vinculó la salida del INF con el deseo de “desplegar una capacidad más pronto que tarde” en la región Asia-Pacífico.

Amenaza a la seguridad global

Tres días después de la suspensión del tratado que regula la producción de armas nucleares de alcance medio, el Pentágono norteamericano anunció su interés en desarrollar nuevos misiles “terrestres convencionales”, anteriormente prohibidos por el INF y algunos de alcance intermedio en el continente asiático.

China no hizo esperar su respuesta frente a estas pretensiones y acusó a Washington de violar el tratado INF para “tener las manos libres” en el desarrollo de nuevas armas nucleares. Un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores del país asiático dijo que Beijing no se quedará con los brazos cruzados y se verá obligada a tomar contramedidas, si Washington despliega misiles de alcance medio en Asia.

También el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres dijo que el fin del INF constituye una amenaza a la seguridad global, y llamó a que Washington y Moscú pacten un nuevo acuerdo lo antes posible.

Para algunos centros de pensamiento, los grandes monopolios norteamericanos y el poderoso complejo militar industrial de Estados Unidos, están detrás, no solo de la guerra comercial, que afecta tanto a países desarrollados como en vías de desarrollo, sino de la desarticulación del tratado de control de armas nucleares. Al fin y al cabo, la guerra, sea en su expresión comercial como en la puja armamentista, constituyen formas de paliar la crisis estructural capitalista.

Misiles contra Rusia

El analista Carlos Alberto Pereyra, por ejemplo, dice que el despliegue de nuevos misiles norteamericanos “forma parte de un proyecto” que busca “impedir que China desarrolle su nuevo cinturón y Ruta de la Seda y se vea abocada a una carrera armamentística que le impida desarrollar otras áreas económicas”.

Los rusos por su parte tienen otra visión de las cosas. Para ellos es claro que las acusaciones contra Moscú, de violar el tratado, no son ciertas. Además, nadie amenaza en estos momentos a Estados Unidos con enviarle una bomba, o un cohete. Entonces, si el nuevo arsenal norteamericano no es para defenderse de inexistentes amenazas, ¿contra quién se dirigen sus misiles? “Solo contra nosotros”, dijo un vocero ruso.

Y no se trata de una afirmación exagerada, que obedezca al apasionamiento político. Hoy Rusia está acordonada por una red de bases militares norteamericanas y de la OTAN que amenazan su seguridad nacional. Tras la caída del muro de Berlín, Estados Unidos logró incrustar bases militares suyas en Georgia y Azerbaizán, antiguos territorios de la URSS. Tiene sistemas de misiles en el Pacífico, el Mediterráneo y el Océano Índico. Bases militares con armamento nuclear en Alaska, California, Japón, Australia. Aliados de Estados Unidos como Israel, Pakistán, Corea del Sur y Turquía, tienen bases militares norteamericanas en sus territorios.

Nuevo reparto del mundo

Una confrontación nuclear, con consecuencias devastadoras para la humanidad, podría no estar cerca, a pesar de que las grandes potencias desarrollan nuevos arsenales, ya sin tratados internacionales que se los impida. Pero este ambiente alienta planes aventureros por parte del Pentágono, para desatar conflictos regionales, que insinúan el interés de un nuevo reparto del mundo, para surtir de recursos naturales a las grandes potencias occidentales.

Las amenazas contra Rusia, contra Irán, las sanciones y amenazas contra Cuba, Venezuela, Nicaragua, México. Las veladas amenazas contra Argentina en caso de que regrese el kirchnerismo al poder. Incluso afirmaciones tan grotescas como aquella de que la Casa Blanca está interesada en comprar a Groenlandia, entre otras cosas para montar allí una base militar norteamericana, son indicativos de esta política neo expansionista y agresiva, que hace unas semanas el prestigioso diario británico “The Guardian” calificó como “plan demencial”.