José Ramón Llanos
Honorable representante del Partido FARC, la necesidad de establecer esta comunicación pública, es debido a las agresiones que usted recibió el día en que asumió su curul. No es admisible que la comunidad decente de este país, permita que a usted lo hostiguen y traten de impedir que haga aportes al debate en pro del desarrollo democrático y la inclusión social de los marginados de este país, unos políticos que reemplazaron en la Cámara de Representantes a sus parientes o amigos delincuentes, condenados por la justicia y otros cómplices de paramilitares y escamoteadores de los recursos públicos destinados a la salud o la alimentación de escolares e individuos condenados a largas condenas por ser autores intelectuales de asesinatos, ejemplo Álvaro García Romero que paga una condena de cuarenta años.
También creí necesario recordarle a la opinión, a través de esta misiva, que la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, cuando con voz estentórea pidió que a Jesús Santrich lo vigilaran para que no se escapara del país, ella equivocadamente lo compara a usted con sus conmilitones Andrés Felipe Arias, Luis Carlos Restrepo, Ferney Tapasco, Luis F. Hoyos. Con el agravante que el primero de los prófugos mencionado, permanentemente exhibe a su esposa en los medios, como una plañidera, bañada en lágrima, rogándole al gobierno norteamericano: “Tengan piedad de Andrés Felipe, concédanle el asilo”.
A los parlamentarios del Centro Democrático su familiaridad con la mentira y el contagio con el odio de su jefe único Álvaro Uribe, los obnubila y por esa razón no pueden valorar la naturaleza del accionar intelectual y político de usted a lo largo de su vida. Esos minusválidos morales, con dignidad deficitaria, no son capaces de establecer la diferencia entre seres humanos hermanados con la solidaridad y comprometidos con la suerte de los explotados y humillados como los guerrilleros de la FARC, ahora actuando en la legalidad y los politiqueros de los partidos tradicionales.
Son incapaces de valorar, la digna decisión suya de sacrificar su juventud y arriesgar su vida para erradicar la explotación de los asalariados, rescatar la soberanía nacional hollada por el imperialismo, ante la indiferencia cobarde de los gobernantes nacionales. Compatriota Jesús Santrich, continúe sosteniendo en sus manos firmes, la arrogante bandera de la rosa roja, símbolo de la dignidad y de los más altos ideales, de los guerrilleros que acompañaron a Simón Bolívar en la gesta cuyo Bicentenario celebramos hogaño. Tenga la certeza que el pueblo, los intelectuales progresistas y revolucionarios saben que son ustedes los agentes que la Historia señaló para que conquisten lo que el Libertador soñó: una patria libre para todos y de altanera dignidad.