Carta a una sociedad segregadora y de ojos cerrados 

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Foto Carolina Tejada.

“La violencia de género es la forma más pandémica de violencia en el mundo, y estamos hasta ahora siendo testigos de un resurgimiento de oposición popular a estas formas de violencia”. Ángela Davis

Nicolás Téllez Pardo
@TellezPardo

Actualmente, el mundo atraviesa un hito histórico en crisis sanitaria, resultado de un modelo capitalista denigrante de la vida, demostrando la falta de garantías para los sectores históricamente oprimidos y vulnerados por las políticas neoliberales de consumo y acumulación del capital; hoy vemos cómo el capitalismo sobrepone los intereses monetarios de las elites, por encima de la vida digna y de las necesidades de los sectores más vulnerables, con el fin de mantener las estructuras de poder en los gobiernos en curso.

La dominación del sistema cisheteropatriarcal normativo sobre los cuerpos, esencia las formas de construir identidad, sexualidad, género y cuerpo hacia la composición del hombre blanco, colonizado, privilegiado y en función del sistema de producción y acumulación del capital, imponiendo, bajo las prácticas de consumo neoliberal, una estructura del cuerpo y el desarrollo del ser; lo que retoma toda una estructura burguesa de familia, tradición y norma, desregularizando el papel de la emancipación social, sexual y corporal, la revolución y el comunismo en los cuerpos. Su existencia en muchos lugares del territorio, ha dejado el predominio de una única familia heteropatriarcal burguesa, negando las formas de familia obrera, diversa, antifascista y patriarcal, segregando las capacidades humanas, determinando el papel de la mujer, disidencia sexual, hombre y sectores LGBTI en la sociedad de consumo, de opresión y denigración a la vida digna, humana y social.

Ahora bien, estamos en tiempos de privilegio, sobrevive quien posee los medios económicos y materiales en su poder, sobreviven los y las burgueses, los y las terratenientes. Pero ¿qué pasa con los y las históricamente desposeídos, con los silenciados, con los y las diversas, son estos sectores desconocidos por el padre patriarcal del capitalismo? Actualmente la realidad nos hace un llamado de sororidad y fraternidad, sororidad con la amiga trans, con la diversidad en estado de habitabilidad de calle, con la cartonera, con las silenciadas de los y las silenciadas, con esa mujer que es doblemente oprimida, desposeída y atacada por la norma, por el poder cisheteropatriarcal, por la fuerza pública, por el sistema educativo y de salud, así como sucedió con nuestra amiga Alejandra en el barrio Santa fe de Bogotá.

Hoy la realidad de transfobia es diaria, sistemática a los ojos públicos, los funcionarios rechazan, golpean y matan; desaparecen y atacan. Hoy somos acribilladas, nos dejan morir ahogadas, masacradas; nos dejan el olvido, en lo desconocido, nos mata el sistema capital, nos mata la tradición catolica-hegemónica; pero no todo es duelo, son hijas de las madres trans que no lograron callar, son las hijas del poder, de la unidad, de la trasformación y por esto hoy con la voz del grito ancestral dicen: «Nos volveremos a ver en las calles luchando por una sistema de poder crítico, creador, transformador, transfeministas, diversa y antipatriarcal; se meten con una y responderán todas».

VOZ 

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