Cartagena: Suenan los tambores del Palenque

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Monumento a Benkos Biohó, en la plaza central de San Basilio de Palenque.

Bajo el sol y el tráfico de la prisa urbana de hoy, los palenqueros denuncian ser víctimas del paramilitarismo, del asesinato selectivo y del desplazamiento humillante de familias enteras, ocurrido a muy pocos kilómetros del centro de poder, que se concentra en Cartagena.

Monumento a Benkos Biohó, en la plaza central de San Basilio de Palenque.
Monumento a Benkos Biohó, en la plaza central de San Basilio de Palenque.

Libardo Muñoz

Los tambores del Palenque de San Basilio, norte de Bolívar, que hace más de dos siglos llamaron al alzamiento por la libertad y el fin de la esclavitud, volvieron a tronar desde los pastizales hasta las puertas de Cartagena, y le abrieron paso a cientos de familias que marcharon por una reparación integral y colectiva.

A su paso, los palenqueros, herederos de aquel pasado de luchas y de sacrificios, convocaron a otras comunidades que rodean a Arjona y Turbaco, antesalas de la que fuera una aldea inscrita con nombre propio en la historia de Colombia, el Palenque de San Basilio, nervio de un alzamiento contra los tratantes venidos de otras tierras.

Bajo el sol y el tráfico de la prisa urbana de hoy, los palenqueros denuncian ser víctimas del paramilitarismo, del asesinato selectivo y del desplazamiento humillante de familias enteras, ocurrido a muy pocos kilómetros del centro de poder, que, como en el pasado, se concentra en Cartagena y no está muy ajeno a la complicidad y la omisión que lo convierte en culpable.

“Perdimos tierras, seres queridos, los pocos enseres domésticos, aves de corral, tuvimos que huir con lo que teníamos puesto, bajo sol o lluvia, en busca de un amparo urgente”, es la voz de un campesino ya en edad madura.

Ese y otros palenqueros pasaron a las filas de un ejército de hombres y mujeres convertidos en sombras, anónimos actores de la miseria tugurial que rodea a las ciudades como un cinturón incómodo.

La marcha de tambores tuvo la presencia de campesinos de las veredas La Bonga, Bocas de San Juan, El Paraíso, Malagana, Nueva Jerusalén, un gran núcleo de la zona norte de Bolívar y del Palenque de San Basilio.

El sonido misterioso de la madera y el cuero le dio a las peticiones del campesinado palenquero, una rara dimensión de rito y vehemencia simultáneos, como fue el propósito de la convocatoria de la Corporación Desarrollo y Paz del Canal del Dique y Zona Costera.

Se entregaron a la Defensora del Pueblo en Bolívar, Irina Junieles, en nombre de los desplazados de San Basilio y regiones circunvecinas, unas solicitudes concretas: que los incluyan con nombres propios en el Registro Único de Víctimas y que se les apoyen con programas de agricultura sostenible, viviendas en el sitio tradicional y urgente atención en salud.