Las palabras del papa Francisco en favor de que en algunas ocasiones se golpee a los infantes para disciplinarlos generan polémica au n entre sus mismos seguidores. “Todas las zonas del cuerpo son sagradas”: Sergio Isaza
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Hace dos semanas, el papa Francisco sorprendió al mundo occidental cuando afirmó en un periódico argentino que para disciplinar a un niño no era malo pegarle tres palmadas en la cola. “Siempre digo: ‘Nunca le den un cachetazo en la cara a un chico porque la cara es sagrada, pero dos o tres palmadas en el traste no vienen mal’”, especificó el Sumo Pontífice.
El papa argumentó su posición en favor del castigo físico con un anécdota personal: “Yo estaba en la preadolescencia, tenía unos 10 u 11 años, y la maestra no recuerdo qué dijo y yo largué un término que no correspondía. Y me escuchó. Cuando salimos al recreo, me dijo: ‘Eso no se dice, así que te voy a mandar una nota para que venga tu mamá mañana’. Mi mamá fue. La maestra salió del aula y me mandaron a llamar.
Y mi mamá, muy tranquila, me comentó: ‘Lo que le dijiste a la maestra no se dice. Ella trabaja para enseñarte, para hacerte hombre, así que pedile perdón’. Le pedí perdón a la maestra, me dio un beso y me dijo que volviera al aula”. El papa creyó que había pasado el castigo y se dijo: “Ya está, la pasé. Pero ese fue el primer capítulo. El segundo fue cuando llegué a casa. Ahí sí cobré lindo”.
No es la primera vez que el Vicario de Cristo hace declaraciones en este sentido. En febrero pasado, luego de dedicar la audiencia general a la figura del padre, había comentado: “Un buen padre sabe esperar, y sabe perdonar, desde el fondo de su corazón; ciertamente también sabe corregir con firmeza… El padre que sabe cómo corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin ahorrar esfuerzos”.
En esa misma oportunidad Francisco agregó: “Una vez, en una reunión, escuché a un padre que confesaba que en ocasiones tiene que pegarle a los hijos, pero nunca en la cara para no humillarlos. Qué lindo. Tiene algo de dignidad”.
Tras las primeras declaraciones hubo diversas reacciones de rechazo, por lo que en la segunda entrevista en mayo respondió a las críticas: “Algunos países me criticaron. Son países que tienen leyes de protección al menor muy estrictas”. Y agregó: “Curiosamente, esos países, que incluso castigan al padre o a la madre que le pega al menor, tienen leyes que les permiten matar a los chicos antes de que nazcan. Esas son las contradicciones que vivimos ahora”.
Obediencia por temor
VOZ consultó a Sergio Isaza, pediatra y presidente de la Federación Médica Colombiana, quien ha hecho disertaciones sobre el tema, pero en completa oposición al castigo físico a los niños.
Sobre las palabras del Papa dijo: “Por más que se quiera minimizar, es un acto violento, es una forma de castigar corporalmente un desacuerdo o un proceder de un niño por parte de un adulto, quien es el que tiene el poder ante una persona, simplemente para someterla a su voluntad; a la voluntad del adulto. No corresponde a una actitud de un mayor que protege y que está formando. Por lo contrario, con eso se está induciendo a que se obedezca a como dé lugar, se frena la posibilidad de que los niños piensen y se genera la posibilidad de que actúen sobre la base del temor.
“La obediencia no se fundamenta en el temor al dolor. Se debe fundamentar sobre la base del conocer, identificar, vivir y sentir lo que significa el ‘no’, sin necesidad de golpear. Y si se ve de manera dialéctica el ‘no’ se constituye en la primera palabra, en la primera acción negativa y garantiza la supervivencia del niño.
“El ‘no’ es un imperativo para defender la vida, por ejemplo, cuando los niños están gateando la cuestión de poner barreras para que no se rueden las escaleras, tapar los enchufes, debe ir acompañada de explicarle ‘no te arrimes a la puerta porque te haces daño’, es lo lógico y no creer que lo conoce todo y cuando pasa algo golpearlo. El niño es explorador, está en busca de conocimiento y de aprendizaje, están desarrollando su personalidad hacia la autonomía. Imagínese castrarles ese don nato con un castigo, unas palmadas en las nalgas. Estoy completamente en contra. Las personas que plantean eso tienen antecedentes o una visión muy rígida de las cosas y de la vida, seguramente también recibieron palo en las nalgas”.
Una confusión
Las palabras del papa Francisco generaron polémica en medios de comunicación, aunque no solo con respecto al castigo sino también del aborto. Hasta seguidores de la Iglesia Católica se manifestaron en desacuerdo a través de algunos medios de comunicación.
Ante esto el doctor Sergio Isaza anota: “El Papa está confundiendo dos cosas claves. Uno: no hay zonas del cuerpo que no sean sagradas, el cuerpo humano es único, la dignidad humana es única y le compete a toda su corporalidad. ¿O sea que el culo es indigno y la cara sí es digna? No jodás… Y dos: la vida humana, como seres humanos ya, que nacen, otra cosa son otras formas de vida, como la vida en gestación.
“A la luz de la legislación colombiana una persona es persona cuando hace la primera inhalación después de nacer, antes no lo es. Y las condiciones de vida en gestación es otro terreno en discusión, no hay que confundir las cosas, uno es el ser ya nacido y otro en gestación. El aborto es algo que se debe tratar al margen de la cuestión religiosa y compete a un derecho única y exclusivamente de la mujer”.
El ejemplo
En una de sus conferencias sobre la crianza y el castigo a los niños, el pediatra Isaza expresó: “En la crianza es mejor prever la necesidad de la ocurrencia de castigo, lo que se puede hacer desde el momento que se sabe que se va a ser padre o madre, porque es la etapa o el periodo que permite el moldeamiento de esos niños hacia un fin determinado: la belleza, el bien y la buena relación con los demás.
“Es importante saber que la crianza, en ninguna de las edades de la niñez, no entra con discursos ni castigos. Eso solo genera obediencia por temor y no por convicción. En cambio, el ejemplo integral en cuanto al comportamiento, por parte de los padres o los cuidadores, es el elemento fundamental porque los niños son esencialmente imitadores, repetidores de conductas; pero al ver una conducta contraria simplemente les crea confusión y salir por la vía más fácil. Y las vías fáciles no son las más elaboradas ni las mejores ni las más acertadas.
“Tenemos que pensar que estamos formando a otro que no es de mi propiedad y yo tengo una obligación ética, moral y social con él que es garantizarle todas sus necesidades. No hacemos nada si no garantizamos sus necesidades que tienen que ver con conocer el mundo y conformar el suyo propio”.