Cautela

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Posesión ante el rey de España del gabinete ministerial del Gobierno de coalición.

Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

El paso dado por el Partido Comunista de España, PCE, de ingresar al gobierno de coalición Partido Socialista Obrero Español, PSOE,-Unidas Podemos, es valiente y arriesgado. Es consecuencia de la realidad surgida de las urnas que han llevado a España del bipartidismo al multipartidismo, de gobiernos de partido con mayorías absolutas a gobiernos en minoría con diversos apoyos parlamentarios, hasta llegar a un gobierno de coalición, por primera vez en tiempos post franquistas. No era lo que el PSOE quería hace dos meses. Surge como alternativa casi obligada, pues la otra opción eran unas terceras elecciones con la amenaza de la llegada de la derecha al gobierno, y con ella VOX, la extrema derecha. La idea de la patronal y la derecha socialista de un gran acuerdo entre PSOE y el PP, y/o Ciudadanos, se estrellaba con el veto impuesto por estos últimos a la persona de Pedro Sánchez, a quien no perdonan que mediante una moción de censura los hubiera expulsado del gobierno. El PCE acordó como orientación trabajar por impedir un acuerdo socialista con la derecha y obligar a la constitución de un gobierno progresista. Objetivo logrado. Para la mayoría de las militancias de UP, y de sus votantes, es un avance democrático. Para sectores ultra estrategistas se trata de un retroceso y una traición. Seguramente Lenín, en eso muy suyo de auscultar el sentimiento de las masas, vería el gobierno de coalición como un avance, entendiendo que se realiza sobre un camino plagado de minas. Son muchas las concesiones que tuvieron que hacerse y las que vendrán. Y la oposición de las élites, las derechas y el empresariado va a ser muy fuerte.

La gente de la calle espera soluciones urgentes al desempleo, a la precarización de la sanidad, el acceso a la educación y la recuperación del poder adquisitivo de las pensiones, y el movimiento sindical y social, además de ello, la derogación de leyes lesivas como la laboral o la ley mordaza, y confrontar a la derecha atrincherada en el poder judicial, soporte para la lawfare en camino. Se dice que las calles serán determinantes para defender al gobierno y sus medidas progresistas, pero las calles aún están huérfanas.

Los retos para la izquierda agrupada en Unidas Podemos son muy grandes y poder avanzar en medidas de impacto social pueden conducir a proyectar mayores avances que incluyan el de retomar la idea del Proceso Constituyente para afianzar cambios y derrotar ofensivas como la jurídica, además del acoso político y mediático, sin olvidar que un gran freno a cambios reales son las políticas austericidas de la Unión Europea. El fracaso del proyecto conduciría a que regresen las derechas al poder, y con ellas la extrema, xenófoba y racista.

Algo curioso, el debate ahora no parece estar en si se debió entrar o no al gobierno, sino en el lenguaje y las emociones, en la valoración adecuada del momento, del tipo de gobierno, las causas y razones que lo determinaron, el programa y los logros. Algunos exageran y les parece que el gobierno progresista, que no de izquierdas, es como un nuevo retumbar del Aurora, la llegada a una meta largamente soñada, o corta, en el caso de Podemos, y no un pequeño paso, importante si, pero limitado, y realizado por un camino nuevo, inexplorado y riesgoso, que amerita cautela al andar y no perder el horizonte estratégico.