Ricardo Arenales
Desde que una persona no suelta el celular ni para ir al baño, puede significar que el usuario padece una tremenda dependencia del pequeño aparato, que sin lugar a dudas ejerce una extraña fascinación, o simplemente se trata de un mal chiste.
Sin embargo, la relación entre el celular y el inodoro es problemática en el mundo, según afirman organismos de salud de las Naciones Unidas y observatorios internacionales. En el caso de África, por ejemplo, Afrobarometer, una red panafricana de investigación, ha confirmado una estadística de las Naciones Unidas que indica que en el continente negro hay tres veces más celulares por habitante, que inodoros.
De acuerdo a esa información, sólo el 30 por ciento de los africanos tiene hoy acceso a inodoros. El 63 por ciento tiene acceso a agua por cañería. Pero el 93 por ciento de los ciudadanos tienen acceso a telefonía móvil. En un solo país de ese continente, Sudán del Sur, nueve de cada cien habitantes disponen de un servicio sanitario adecuado.
Al aire libre
El problema trasciende a África. Según estadística de las Naciones Unidas de 2014, para ese momento había 7.000 millones de celulares en uso, suficientes para una cobertura mundial, contra 2.500 millones de habitantes de las zonas más pobres y marginales que sufren el drama de no tener acceso a un inodoro decente.
En un mundo moderno como el nuestro, el del siglo XXI, es impensable que una persona no pueda tener acceso a un sanitario. Pero la realidad es que mil millones de personas defecan al aire libre, de las cuales 25 millones lo hacen en América Latina.
Este es un problema que afecta especialmente a las mujeres, a quienes se les niega el derecho a la intimidad. En numerosas poblaciones africanas, éstas son asaltadas y abusadas sexualmente cuando se disponen a cumplir sus necesidades fisiológicas.
Pero no es solo un problema de comodidad. La ONU estima que cada 20 segundos muere en el mundo un niño menor de cinco años por enfermedades asociadas a la falta de un baño, como el cólera, la disentería, el parasitismo, entre otras. Están en juego tópicos esenciales relacionados con la existencia humana, como la protección de la salud, la vida, la seguridad y la dignidad humana. Según la organización no gubernamental Water Aid, 297 millones de mujeres africanas no tienen acceso a inodoros que cumplan con estándares mínimos de seguridad e higiene. Otros 107 millones, ni siquiera tienen inodoro.
En Colombia, la situación no es tan dramática, pero guarda similitudes. Según reveló el ministerio de las TIC, en un evento en Cartagena el pasado 23 de agosto, el 72 por ciento de los hogares colombianos tiene acceso a un celular. Una encuesta de la firma Cifras y Conceptos indica que se pasó de 209 municipios conectados con fibra óptica en 2010, a 1.075 municipios este año.
Las anteriores cifras indican que el acceso a internet cubre el 98 por ciento de los municipios, con 28.7 millones de conexiones, lo que coloca al país entre los diez primeros del mundo que más ha avanzado hacia una tecnología digital. En contraste, una encuesta de calidad de vida del DANE, de 2011-2012, indica que solo el 74.5 por ciento de los hogares cuenta con inodoro conectado a alcantarillado.
Estaban por fuera del anterior registro, un 16.9 por ciento de hogares conectados a un pozo séptico, y un 4.1 por ciento de hogares colombianos sin inodoro. En opinión de las Naciones Unidas, el agua y el saneamiento son básicos para mantener un buen estado de salud y para el bienestar económico de la sociedad.