Censurados

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Jaime Cedano Roldán

La moción de censura contra Mariano Rajoy, realmente empezó a incubarse aquel 15 de mayo del 2011 cuando miles de personas, especialmente jóvenes, se concentraron en la Plaza de Sol y casi que inmediatamente en todas las plazas y calles de España. Los medios en todo el mundo empezaron a hablar de “Los indignados”. Retumbaba por doquier el grito de que “no nos representan”. Ríos inmensos de rebeldías. Diversas. Algunas en forma confusa contra todos los políticos y la política toda. Las banderas fueron prohibidas. Pasaron los meses y el movimiento se fue a los barrios, buscando oxígeno y echar raíces. Se fue disolviendo en el humo de incoherencias y vaguedades. Después vendría otro momento, el llamado a “rodear el congreso”, para señalar a los culpables de la crisis y de todos los males.

La inconformidad estaba ahí, rechazando al régimen del 78, a la vieja política y los viejos discursos. La izquierda tradicional, la que luchó contra la dictadura y conquistó la democracia, no entendió lo que pasaba. Después vendrían las mareas por la defensa de la salud, la educación y los servicios sociales. Luego las aguas se calmaron y la tranquilidad volvió a las calles. Surge Podemos y logra encontrar el hilo conductor que permite llevar parte de la indignación a las urnas.

La idea no era rodear al congreso sino tomárselo, la lucha ya no era en la calle, esa cosa tan arcaica, sino en las instituciones.  Había que “asaltar el cielo” y era “ahora o nunca”. Que la muchachada tenía prisa. Ha pasado algún tiempo. Llegó la convergencia electoral de Unidos Podemos y se ha avanzado, se han limado un poco algunos inmensos egos. Ya no se desprecia la calle. Las Marchas por la Dignidad persisten en ello. Subsisten vaguedades e incoherencias. Pero hay futuro.

Escuchar durante dos días a diputados menores de 40 años señalando la corruptocracia del Partido Popular, y con transmisión en directo por todos los medios, no tiene antecedentes en la historia de un país que conocía la tercera moción de censura en 40 años de eso “que llaman democracia y no lo es”, recordando los cantos de los indignados. La moción fue derrotada. Pero los votos a favor y las abstenciones superaron los votos en contra.

Los argumentos y las acusaciones no fueron derrotadas. La moción fue un gran desahogo, un inmenso juicio, a pesar del manejo tacticista, mañoso y hasta un poco infantil que de ella hicieron los estrategas de Podemos. La indignación social crece. La idea de un gran bloque político y social y las posibilidades de avanzar son muy grandes si en ella cabalga toda la izquierda política y social.

En una Europa que empieza a ver una muy lejana luz, en este largo túnel de dominio de la derecha y avances del fascismo.

@Cedano85