José Ramón Llanos
A Chano Pozo, el Tambor de Cuba, se le llamó de múltiples maneras, para destacar las mágicas manos que hacían que de las congas emanaran sonoridades desconocidas hasta cuando él apareció en el escenario musical de los solare cubanos, inicialmente, y en el mundo con el discurrir de los años. Sus manos se podrían bautizar con justicia con los versos de Jorge Artel: “…con sus manos poderosas y dedos nudosos todos poderosos para la algarabía”.
De sus manos manaban ritmos como de los páramos manan las aguas cantarinas de los ríos. A este fenómeno de la música le bastaron apenas treinta y tres años para crear más de 500 canciones, todas exitosas. Nació en febrero de 1915, en el solar Pan con Timba en el Vedado, La Habana. Murió en el Café Río de Nueva York en 1948, dicen los comentaristas de la farándula que un poco antes de que el asesino le disparara, Chano Pozo estuvo bailando su composición Manteca, que fue consagrada cantándola en la orquesta de Dizzie Gillespie.
Su fama en La Habana
El biógrafo de Chano Pozo, Ricardo Oropeza, destaca que el 15 de enero de 1940, a la temprana edad de 25 años, le grabaron la primera rumba al cubano, fue Blen blen blen, con la orquesta Casino de la Playa e interpretada por Miguelito Valdéz. La canción tuvo una gran acogida por los bailadores populares y los críticos la elogiaron inmediatamente. Según el musicólogo Rafael Morán Bennasar, con esa rumba Chano pozo difundió ampliamente uno de los esenciales códigos rítmicos que funciona como elemento regulador de la música caribeña (Ricardo Oropeza. Las oscuras leyendas de Chano Pozo. Editorial Acana. Camagüey. Cuba. 2017, p 89).
Antes de viajar a Estados Unidos, Chano Pozo hizo un recorrido exitoso en Cuba, participando en los carnavales, en el grupo Dandy y en la emisora RCH Cadena Azul, donde dirigió la Orquesta Azul. En 1937 participó en el espectáculo Tambó en negro mayor, con una orquesta de noventa artistas, veinte voces en el coro y setenta músicos, dirigida por Gilberto Valdés. Pero fue en El Tropicana, donde escaló el más alto nivel de la fama, donde actuó al lado de Rita Montaner, la revista musical se llamó Congo Pantera.
Chano Pozo y el latin jazz
Los musicólogos Leonardo Acosta, Radamés Giro y el mismo Dizzie Gillespie, reconocen los significativos aportes de Luciano Pozo González, Chano Pozo, a la formación y difusión del latin jazz, Gillespie afirma: “Chano fue el factor decisivo en el proceso de introducir e integrar la música afrocubana en el jazz norteamericano”. Los instrumentos y sonoridades cubanos fueron integrados al jazz gracias a la participación de Chano en la jazzband de Dizzie Gillespie.
Chano Pozo marcó una época en la difusión de los ritmos antillanos por el mundo: sones, rumbas, la salsa. Su espectáculo incluía la ejecución simultánea de seis tambores, canto y baile. Se decía que arrancaba sonoridades al piso con sus manos. Después de Chano Pozo la ejecución de los instrumentos cubanos constituyeron nuevos retos para los percusionistas del país de Alejo Carpentier. Además su música expresaba la cultura y la sensibilidad de los cubanos.