Un artesano, vinculado a la causa de los indígenas mapuche, ha tocado las fibras de millones de argentinos que no cierran la herida de 30 mil desaparecidos durante la dictadura militar
La desaparición física, el pasado primero de agosto, de Santiago Maldonado, un activista de derechos humanos, de 28 años de edad, ha conseguido movilizar la solidaridad de millones de ciudadanos argentinos, la participación activa de miles de muchachos a través de las redes sociales y articular un movimiento de solidaridad internacional, sin precedentes en los últimos años en la historia del país gaucho.
Maldonado es un artesano tatuador, que apoya la lucha y la identidad cultural de la comunidad indígena mapuche, de milenaria tradición en la república austral, pero que en los últimos años ha sido objeto de atropellos, de negación de derechos esenciales y de despojo paulatino de sus tierras, en favor de latifundistas nacionales y de empresas transnacionales, interesadas en explotar los recursos del subsuelo.
El día de su captura, se encontraba en territorio mapuche, cuando un contingente de la gendarmería (policía nacional), incursionó en la región, con gran despliegue de fuerza y el apoyo de tropas del ejército. El operativo, del que las autoridades dicen fue un allanamiento, contó con orden judicial, y estuvo coordinado por Pablo Nocetti, jefe de gabinete de la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich.
Autoridades minimizan el hecho
En desarrollo del operativo, y de acuerdo al relato de testigos de la comunidad, Maldonado fue visto por última vez en momentos en que era capturado por la gendarmería. Uno de esos relatos, indica que los uniformados sacaron un bulto en una bolsa negra. Hay testimonios de que el detenido fue golpeado y llevado en un carro policial. Es por lo menos absurda entonces la intención de las autoridades gubernamentales de negar el hecho de su desaparición, por cuanto desde entonces, jamás se ha sabido del paradero del activista político, y el gobierno de Macri, con el apoyo de la prensa oficial, hace denodados esfuerzos por minimizar la gravedad del hecho.
Es evidente que Santiago Maldonado se solidarizó con las luchas de la comunidad Mapuche, y eso lo puso en la mira de las autoridades. En el operativo en que fue detenido, se produjeron disparos por parte de los uniformados.
30 mil desaparecidos
Estas circunstancias, para los ciudadanos dolorosas, han producido una ruptura social en la Argentina de Mauricio Macri. Miles de personas se han movilizado demandando la aparición con vida de Maldonado, “porque vivo se lo llevaron”. Y no es un fenómeno que se de solamente en la capital, Buenos Aires. Se ha extendido por todo el país. En los muros, en las tiendas de barrio, en las calles por medio de pancartas, las imágenes de Maldonado se multiplican, acompasadas por una queja airada, generalizada.
El drama de Santiago Maldonado ha tenido la virtud de haber revivido el recuerdo de los 30 mil desaparecidos bajo el régimen de dictaduras cívico-militares, de un pasado reciente que sigue presente en la memoria popular, y que aún no logra restañar las heridas. En la primera semana de septiembre, 250.000 personas se reunieron en la Plaza de Mayo y reclamaron del gobierno la aparición con vida de Maldonado. Ese grito ya se extiende por otros países y lo acogen organizaciones defensoras de derechos humanos. Es hora de que el gobierno de Macri responda ante el mundo por el paradero de Santiago Maldonado.