Magnolia Agudelo Velásquez
@magve3_v
Julieth Ramírez y Angie Paola Baquero, junto con 11 jóvenes más, fueron masacradas por la policía en Bogotá y en Soacha, ellas y ellos representan el sueño de la juventud colombiana por un país donde ser joven signifique dignidad, libertad, creatividad y oportunidades. Clamor juvenil por democracia y paz, se exige contra un sistema excluyente, antidemocrático, y un presidente indolente, que desprecia la vida y niega la indignación social que se desató ante el asesinato de Javier Ordóñez, un hijo de maestros nariñenses, que buscó en la capital oportunidades para soñar un país mejor, pero encontró la muerte.
La fuerza pública, adiestrada en la doctrina anticomunista del enemigo interno, criminaliza la protesta social, estigmatizando, violando los derechos humanos, asesinando y torturando a ciudadanos inermes, en connivencia con fuerzas paramilitares que perpetran las masacres contra las y los jóvenes, líderes y lideresas; y firmantes de la paz. El brutal asesinato de Ordóñez fue el detonante del estallido social que venía siendo contenido por las medidas aislacionistas del Gobierno en el marco de la pandemia.
La agresión contra las y los manifestantes constituye una cuenta de cobro por parte del establecimiento, por su rechazo al conflicto armado y su clamor por espacios y oportunidades. En el plebiscito por la paz, muchos jóvenes dijeron no a la guerra.
Las y los estudiantes nutrieron el 21N y la exigencia de matrícula cero; las protestas del 9 y 10 de septiembre tuvieron eco en Colombia y el mundo, su epicentro fue Bogotá, donde se concentra, no solo el poder político y económico, sino también una opinión pública, proclive a la paz.
El país debe cerrar espacios al autoritarismo como un elemento central de la acción política, que se refleja en la violencia policial y en la concentración del poder. La actuación por parte de la alcaldesa Claudia López, y su llamado a la reestructuración y reforma de la institución policial, concita el más amplio respaldo de diferentes sectores sociales y políticos, además de investigar quién da las órdenes, puesto que los asesinatos y abusos policiales se han presentado en todo el país.
Como Partido Comunista hemos luchado por la depuración de las Fuerzas Armadas y de la policía, estamos por una formación democrática y pluralista basada en la defensa y respeto de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres, contra el patriarcado, los feminicidios, la violencia sexual contra niñas, mujeres y jóvenes. Los crímenes de odio contra estas poblaciones han tenido como escenario estaciones de policía, Centros de Atención Inmediata, batallones, el espacio público y los territorios campesinos, afro e indígenas.
Es el momento de acompañar a la juventud, de darle una luz y esperanza en su lucha, construir un pacto social, un frente amplio democrático solidario con las mujeres, con las y los jóvenes, indígenas con la población afrodescendiente y el campesinado en la defensa de sus territorios; seguir profundizando la movilización social y popular por la defensa de la soberanía nacional y la defensa de la vida, por la defensa e implementación del acuerdo de paz con enfoque de género que contempla garantías para la participación política, para la protesta social, que contribuya a las grandes transformaciones que le abran paso a un nuevo poder para que la juventud pueda soñar y crear.
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