El club de las atenidas

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Renata Cabrales
@RenataRelata

«Cuando dije «atenidos» lo hice en un contexto en el que expresaba la necesidad de que cada uno de nosotros actúe con responsabilidad… Si alguien se sintió ofendido presento excusas», con estas palabras se disculpó la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, después de haber manifestado desde su comodidad de funcionaria del Estado, elegida para trabajar sí y solo sí en función de las necesidades del pueblo, en cuanto al tema del confinamiento y la crisis económica había manifestado que: “Esto no es de atenidos a ver qué hace el Gobierno por cada uno de nosotros. Es qué hacemos nosotros para que el país progrese y los trabajadores tengan mejores condiciones económicas”.

Ramírez aseguró también que, “más que nunca”, es necesario que los trabajadores “valoren sus empresas, agradezcan la bendición de tener un trabajo formal, prestaciones y su seguridad social”.

¿A cuál bendición de tener un trabajo formal se refiere? En Colombia aumentó el desempleo debido a la crisis de la pandemia, pues en el tercer mes del año se empezó a notar el efecto negativo al registrar una cifra de 12,6 por ciento, señalada por el director del DANE, y todo sin tener en cuenta que el sector de la informalidad que, según Departamento Administrativo Nacional de Estadística, constituye el 58% de los trabajadores, ha tenido que elegir entre «quedarse en casa o morir de hambre» durante pandemia,

Por otra parte, el presidente Duque le da la espalda al pueblo y crea decretos para enfocar los recursos en los magnates del transporte aéreo y del sistema financiero, mostrándose más preocupado por las pérdidas de los empresarios, que por las necesidades de las y los colombianos.

Desde el partido de gobierno, cruel y uribista, se ha creado un club de funcionarias atenidas, cuyo trabajo consiste en vilipendiar a un sector social asolado por la por la desigualdad, que exige sus derechos.

Recordamos así a una María Fernanda Cabal que hace un par de años, mientras el movimiento estudiantil exigía recursos para la educación pública, esta les gritaba desde su comprada curul: “Pues vayan y estudien, vagos”.

Nada más patético que el cinismo de la senadora Paloma Valencia, sobre el caso del exministro Andrés Felipe Arias, Agro Ingreso Seguro, al afirmar que darle un subsidio a una empresa grande no es un delito, ni en Colombia ni en ninguna parte del mundo. ¿Sería la senadora Valencia una de las que gritaba todo el tiempo durante las elecciones presidenciales, que la izquierda lo quiere todo regalado?

En momentos de coronavirus, cuarentena y desempleo, no olvidemos que antes de esta coyuntura, en el país se estaban llevando a cabo una serie de protestas contra la corrupción, el abuso policial del Esmad en las movilizaciones, las políticas neoliberales del actual Gobierno; contra los asesinatos de líderes y lideresas sociales y por la implementación del Acuerdo de Paz.

El Coronavirus vino a mostrar la peor faceta de una clase dirigente corrupta, explotadora y arribista con pocas muestras de empatía hacia las personas más necesitadas, y vino a demostrar que las protestas sí tenían una razón de ser y no constituían una simple excusa para incomodar a las funcionarias públicas atenidas, que al parecer, no se enteran de que su labor consiste en propender por las garantías de vida digna de un pueblo que no les debe ningún favor.

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