Venezuela es un tema central en la campaña electoral en curso para escoger el próximo 15 de junio en segunda vuelta al presidente de Colombia para el periodo 2014-2018. Zuluaga anuncia el regreso de la época uribista de injerencia en los asuntos internos de la patria de Bolívar.
Horacio Duque Giraldo
El próximo 15 de junio se realizará en Colombia la segunda ronda para elegir el presidente que gobernará entre los años 2014-2018. La disputa se prevé bastante reñida entre el actual jefe de la Casa de Nariño, Juan Manuel Santos, y Óscar Ivan Zuluaga, el candidato del Centro Democrático, fuerza política bajo el control absoluto del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien figura como caudillo de las ultraderechas fascistas nacionales.
El pasado 25 de mayo se dio la primera vuelta y Zuluaga salió ganador con casi 500 mil votos de ventaja frente a Santos.
El candidato uribista ha contado con el patrocinio de los sectores sociales más retardatarios y su campaña ha combinado el neopopulismo fascista con un ataque fraudulento de la política de paz de la actual administración, que se realiza con diálogos en La Habana.
Son muchos los temas que se debaten y variados los trucos que se utilizan en una guerra sucia en la que se hacen ataques sin ninguna consideración para destruir el adversario.
No es una novedad decir que Venezuela es un punto central de la controversia electoral.
Zuluaga es la punta de lanza de las campañas de Uribe Vélez contra la patria de Bolívar. De todos es conocido el odio y la sevicia con que procede el adalid de los paramilitares frente a la revolución bolivariana y los derechos conquistados por las mayorías populares. Durante su largo período (ocho años) como gobernante, las relaciones entre los dos estados vivieron las peores circunstancias como consecuencia de la permanente hostilidad orquestada desde Bogotá para desestabilizar y destruir al presidente Hugo Chávez, lo que incluso implicó el desplazamiento de contingentes paramilitares hasta Caracas para realizar magnicidios de alto impacto como el del líder de la revolución popular bolivariana.
Y no solo eso. También se instalaron bases militares gringas en territorio colombiano e infraestructuras tecnológicas como plataformas del sabotaje político contra Venezuela. Varias veces debieron suspenderse las relaciones diplomáticas y se dispuso el cierre de la frontera. Fueron épocas tormentosas y muy peligrosas con graves consecuencias sociales y económicas, pues el intercambio comercial cayó por el suelo como nunca había ocurrido en la historia de los dos estados.
Con el acceso de Santos a la presidencia se dio un viraje y las tensiones cedieron. El colombiano declaró a Chávez su mejor amigo y éste viajó a Santa Marta para normalizar los lazos diplomáticos. Han sido cuatro años de relaciones cordiales, de respeto y de intercambios constructivos.
Pero eso puede revertirse. Zuluaga ha dicho que, de salir elegido, se va a involucrar más en los asuntos internos de Venezuela dizque para defender la democracia occidental del ataque castrochavista y comunista. Ya tomó partido por los grupos opositores de la ultraderecha que ejecutan un plan violento contra la administración del presidente Maduro desde el pasado 14 de febrero con secuestro masivo de vecinos, saqueos, cobro de peajes urbanos, incendios, destrucción de 15 sedes universitarias, envenenamiento de aguas con gasoil y asesinatos de personas humildes y dirigentes revolucionarios como Eliécer Otaiza.
De ganar este candidato ultraderechista, la injerencia de Bogotá en los asuntos internos de Venezuela se va a escalar incluso con el desplazamiento en masa de grupos paramilitares hacia puntos claves de la frontera y con patrocinio gubernamental de las Fuerzas Militares. El escenario no pinta bien y lo conveniente es que se prendan las alarmas para que no se presenten sorpresas.
Quedamos advertidos.