Comandante de facciones

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José Ramón Llanos

Este Gobierno se ha caracterizado por la cantidad de embrollos que ha causado o ha tenido que afrontar, los cuales han terminado por minarle la legitimidad y la eficacia de su acción política y económica. La mayor parte de su ejercicio presidencial lo ha tenido que emplear tratando de justificar o neutralizar los efectos de los errores cometidos por sus copartidarios o los miembros de su gabinete. Recordemos el discurso pendenciero y mentiroso del presidente del Senado, Ernesto Macías; las declaraciones hirsutas del ministro de Defensa Botero, las sandeces de Francisco Santos y las geniales respuestas de la vicepresidenta.

Pero esos problemas han resultado cosas de poca monta, comparados con los entuertos de los militares y la ñeñepolítica. Esta enturbia su legitimidad como Presidente. Sin embargo, esa condición, de presidente ilegítimo es cuestión normal en este país, a partir del Gobierno de su mentor Álvaro Uribe.

El propietario del Ubérrimo inauguró en el país los gobiernos caracterizados por acciones violatorias de la ética, las leyes y la Constitución Nacional. Por algo su paso por la Casa de Nariño ha dejado un increíble número de ministros, altos funcionarios presos o fugitivos: Diego Palacio, Sabas Pretelt de la Vega, Andrés Felipe Arias (ministros), Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado. Directores del DAS; Salvador Arana, embajador Bernardo Moreno, Secretario General de la Presidencia, Luis Carlos Restrepo, Comisionado de Paz.

Ahora el presidente Iván Duque enfrenta el intríngulis de las chuzadas agenciadas por el Ejército Nacional, un problema de gran entidad y graves consecuencias, incluso comprometen las relaciones con el Gobierno de Donald Trump. Ya que equipos donados por los Estados Unidos para perseguir narcotraficantes y enemigos del imperio del norte, se utilizaron para espiar políticos, periodistas, incluso norteamericanos o ligados a la prensa de aquel país.

El problema de las llamadas chuzadas, compromete a militares de alto nivel. coroneles y generales. Pero lo más grave del asunto es que pone en duda la aptitud de la inteligencia y la contrainteligencia colombiana, para identificar y neutralizar a un real enemigo de la seguridad nacional. En cambio, actúan como perros de presa persiguiendo a colombianos. Hecho de reciente ocurrencia, le pone un matiz especial a la cuestión.

Ante las barbas de la inteligencia y contrainteligencia del Ejército, extranjeros introdujeron o compraron armas en el territorio nacional y en La Guajira las utilizaron para entrenar tropas que atacarían a Venezuela. La pregunta, es obvia, ¿es que el Gobierno está de acuerdo con esos ataques contra Venezuela o la inteligencia es incapaz de identificar esas acciones violatorias de la soberanía nacional?

Para enredar aún más el embrollo, hoy por primera vez en la historia contemporánea de Colombia, un ministro de Defensa (¿o de Guerra?), reconoce que el Ejército está dividido. El ministro Holmes Trujillo tiene el deber de informarle al país cuantas son las facciones que desintegran el Ejército de Colombia. Quienes dirigen cada facción. Además, ¿cuáles son los comandantes de las distintas facciones que tienen su propia doctrina militar?

Otra tragedia causada por la inoperancia del presidente Duque, es el evitable genocidio de las tribus indígenas colombianas. Sin embargo, lo evitable, ante la indiferencia oficial, devino lamentable extermino.

Como se ve, como diría un Caribe, tronco de problema, llavería.

SAETA: Señor presidente Duque, ¿usted es comandante de cuántas facciones del Ejército? ¿Y las otras facciones quién las comanda?

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