López Obrador promete reformas democráticas. El país recuperará las riquezas del subsuelo, que fueron entregadas a las corporaciones trasnacionales. Con esos recursos financiará los programas de salud, educación y seguridad social
Alberto Acevedo
“Queremos convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno”. “Es inhumano usar al gobierno para defender los intereses particulares, y desvanecerlo cuando se trata de proteger el beneficio de las mayorías”. Las anteriores afirmaciones las hizo el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al tomar posesión de su mandato de seis años, el pasado primero de diciembre, ante una multitud que colmó la histórica plaza del Zócalo en la capital mexicana.
El mandatario, al describir un programa de cien puntos que promete una nueva transformación económica y social, no solo proclamó una nueva realidad para los mexicanos, especialmente para los más pobres, sino que dio lecciones de ética en su discurso de posesión.
El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda del gobierno y no se condenará “a quienes nacen pobres a morir pobres”. “Todos los seres humanos tienen derecho a vivir y a ser felices”, puntualizó el nuevo mandatario.
Lucha frontal contra la corrupción
Ante millones de mexicanos que lo escucharon en la plaza del Zócalo, y otros tantos ciudadanos que lo vieron por televisión, incluso en el exterior, López Obrador presentó su programa de gobierno para el periodo presidencial 2019-2024, detalló cada uno de sus cien puntos de gobierno y se detuvo en mostrar de dónde saldrán los recursos para financiar sus iniciativas. Dijo que ese programa ya lo había consultado con el pueblo a lo largo de años de constantes giras por el territorio de la patria.
Planteó como eje central de su gestión el objetivo de poner fin a la corrupción. Dijo que es el problema más serio que tiene el país y añadió que esa corrupción es a su vez responsable de las altísimas cifras de criminalidad y violencia que golpean a los mexicanos.
Bajo su mandato la nación recuperará las riquezas del subsuelo, que fueron entregadas a las corporaciones trasnacionales, especialmente de capital norteamericano, hoy robadas por la oligarquía. Dijo que financiará con esos recursos los programas de salud, educación y seguridad social. A partir de estos impulsos iniciales, dijo el mandatario, empezará a reducir la pobreza, creando además nuevas opciones de empleo, especialmente en las fronteras norte y sur de México, las más deprimidas.
Cuarta transformación
“Por mandato del pueblo, iniciamos hoy la cuarta transformación de México -puntualizó López Obrador. Puede parecer pretencioso o exagerado, pero hoy no solo empieza un nuevo gobierno, sino un cambio de régimen político”, puntualizó el gobernante de izquierda.
Las tres transformaciones anteriores, que de manera implícita mencionó López Obrador, refieren a la independencia de la colonia española en 1810, la llamada revolución mexicana (agrarista) de 1910, y la reforma política de mediados del siglo XX. La que ahora promete el nuevo presidente, se inspira en el pensamiento libertario de los constructores de la nacionalidad mexicana, como Benito Juárez, Francisco Madero y Lázaro Cárdenas.
Pero también evocó el pensamiento de patriotas latinoamericanos como Salvador Allende y Hugo Chávez, inspiradores de su pensamiento político. En este sentido, la presencia en el acto de posesión de figuras como Nicolás Maduro, Evo Morales, del expresidente Manuel Zelaya o del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel auguran la esperanza de que la gestión de López Obrador haga renacer el sueño de la integración latinoamericana.
López Obrador podría tender puentes para el impulso de una nueva ola de integración, no la del modelo neoliberal que propenden Estados Unidos y las grandes potencias occidentales, sino la integración nacional, antihegemónica y antiimperialista que proclaman los pueblos latinoamericanos.