
Las revelaciones de El Espectador evidencian que la Fiscalía y la ultraderecha urdieron un plan para sabotear el proceso de paz con las FARC. Lo más grave no es el montaje contra ‘Santrich’ sino su consecuencia: la perpetuación de la guerra
Roberto Amorebieta
@amorebieta7
En junio del año pasado (https://semanariovoz.com/la-histeria-santrich/) advertimos en estas páginas que lo ocurrido con ‘Jesús Santrich’ y la acusación por narcotráfico eran un montaje en su contra urdido por la DEA y la Fiscalía con el propósito de torpedear el proceso de paz. La publicación de esta semana de El Espectador nos da la razón. El diario dirigido por Fidel Cano ha revelado que tuvo acceso a 24 mil audios de interceptaciones telefónicas legales efectuadas en la investigación al jefe guerrillero que muestran evidencias del complot, así como dejan muchas preguntas sin responder.
En aquel momento, y a pesar de los notorios indicios, pocos se atrevieron a afirmar la existencia de un montaje judicial. Flotaba en el ambiente una enorme prevención contra el sector del partido FARC liderado por ‘Iván Márquez’, no solo porque se desconocía su paradero y el de Hernán Darío Velásquez, ‘El Paisa’, sino por el propio encarcelamiento de Santrich y la feroz campaña de desprestigio en su contra. Los medios se unieron al desgarrador coro de la derecha que exigía ver la cabeza de Santrich en una pica e incluso sectores afines a la paz, como la bancada de la Cámara de Representantes del partido Alianza Verde, se prestaron para bochornosas y pueriles pantomimas.
En medio de la histeria colectiva de aquel momento, VOZ afirmó: “Para ellos no importa si el delito por el que se acusa a Santrich no existe en Colombia, si el entrampamiento realizado por la DEA fue ilegal o si la Fiscalía manipuló las pruebas. Santrich debe ser extraditado y si es culpable, lo establecerá debidamente la justicia estadounidense.” En aquel momento, la derecha exigía la extradición de Santrich a los Estados Unidos a cualquier costo, incluso llegando al extremo de solicitar a Duque la declaratoria del estado de conmoción interior, a sabiendas de que ello solo llevaría a la destrucción del proceso de paz.
Los audios
La publicación de El Espectador deja varias cosas en claro: Primero, algo que ya se sabía, los ‘mexicanos’ que fungieron como intermediarios del Cartel de Sinaloa y negociaron con Marlon Marín, sobrino de ‘Iván Márquez’, la supuesta entrega de cinco millones de dólares a cambio de cinco kilos de cocaína, en realidad eran agentes de la DEA infiltrados. Segundo, los cinco millones de dólares los proporcionó la DEA. Tercero, la cocaína que se utilizó para simular el intercambio la proporcionó la Fiscalía, según consta en Acta, para una “entrega controlada”, es decir, para dar apariencia de veracidad a una operación de infiltración. Cuarto, el teléfono de ‘Iván Márquez’ también fue intervenido pero los más de 1.300 audios están desaparecidos.
Quinto, el señor Marlon Marín, intermediario en toda la operación, quien fue detenido simultáneamente con Santrich y al día siguiente viajó a Estados Unidos como testigo protegido de la DEA, fue una ficha del gobierno estadounidense y de la ultraderecha colombiana para provocar la comisión de un delito que irónicamente no llegó a cometerse. Sexto, durante las horas y horas de conversaciones -al menos en las que se conocen- solo se oye la voz de Marín negociando con los ‘mexicanos’ y con sus cómplices colombianos, nunca se escuchan las voces de ‘Márquez’ ni de ‘Santrich’.
El rompecabezas
Juntando las piezas que van apareciendo, es posible hacerse una idea general de lo que en realidad pasó con el caso ‘Santrich’ y quiénes deberían comenzar a responder penal y políticamente por lo sucedido. Cada vez queda más claro que sectores de la ultraderecha colombiana aliados con el exfiscal Néstor Humberto Martínez, la DEA estadounidense y algún juez venal urdieron un plan para sabotear el proceso de paz a través de la extradición a Estados Unidos de ‘Jesús Santrich’. No lo sabemos aún, pero es posible que la ausencia de ‘Iván Márquez’ y ‘El Paisa’ haya sido motivada por la sospecha fundada de que algo similar se planeaba en su contra.
También queda claro que el plan de sabotaje nunca tuvo un verdadero soporte judicial y que sus autores confiaban en que la opinión pública, jaleada por Néstor Humberto Martínez desde los medios de comunicación, presionaría a Duque a decretar la conmoción interior. Recordemos que la captura de ‘Santrich’ fue ordenada por la Fiscalía motivada por una solicitud de un juez estadounidense quien, basado en pruebas aportadas por la DEA, pidió en extradición al jefe guerrillero. A pesar de que la JEP y la Corte Suprema solicitaron dichas pruebas, la Fiscalía no las aportó al proceso y se empeñó en manipular a la opinión pública con videos editados y pruebas inconsistentes.
Tras un año de captura, la Corte Suprema reconoció que tenía competencia sobre el caso por el fuero que entonces ostentaba ‘Santrich’ como representante a la Cámara y ordenó dejarlo en libertad. En aquel momento y como se recuerda, Néstor Humberto Martínez en rueda de prensa -sin mencionar que pocos días después la Corte pediría su renuncia- apeló a su gesto más adusto, fingió lo mejor que pudo un sentimiento de indignación y renunció a la Fiscalía aduciendo su desacuerdo con la liberación de ‘Santrich’. Pero no importó, el daño ya estaba hecho. ‘Santrich’ era ya considerado culpable por buena parte de la opinión pública y el sector que él representaba en las FARC ya estaba arrinconado. Lo demás era cuestión de tiempo.
Las dudas
Quedan pendientes las explicaciones que el general y exvicepresidente Óscar Naranjo debe dar por la mención de él en las grabaciones. Al parecer Naranjo, de quien se habla varias veces, era uno de los enlaces más importantes en esta supuesta red de narcotráfico. Igualmente, el exfiscal Martínez deberá aclarar muchos interrogantes que aún quedan sobre su actuación en este caso, lo que sin duda le podría implicar penalmente, más aún después de su patética entrevista en El Espectador, donde niega toda participación y todo conocimiento del montaje contra ‘Santrich’, como si él no hubiese sido su principal promotor.
La perpetuación de la guerra
Si bien estamos ante la posible comisión de graves delitos por parte de importantes exfuncionarios del Estado, lo más grave no es el entrampamiento urdido por la DEA y la Fiscalía contra ‘Santrich’ -que ya es suficientemente grave- sino que el objetivo final del plan era sabotear el proceso de paz a través de la extradición de los líderes de la facción más incómoda de la antigua guerrilla. Lo peor es que lo están logrando. Las amenazas, los hostigamientos, las persecuciones y los asesinatos de exguerrilleros han motivado a muchos de ellos -incluyendo a ‘Márquez’, ‘Santrich’ y ‘El Paisa’- a retomar las armas, extendiendo un conflicto que creíamos superado.
Queda claro que la Segunda Marquetalia es culpa de Néstor Humberto Martínez y de la ultraderecha. No solo tendrán que responder ante la justicia ordinaria. Lo que han hecho es el peor crimen de guerra que consiste en perpetuarla. Tendrán que responder ante la historia por los exguerrilleros asesinados, los niños bombardeados y los jóvenes masacrados.
No sabemos cómo dormirá Néstor Humberto por las noches, lo que sí es seguro es que cada muerto provocado por el conflicto armado en Colombia pesará sobre su conciencia.
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