
Con inmenso dolor registramos la desaparición de nuestro camarada Carlos Arturo Lozano Guillén, director del semanario VOZ y miembro del Comité Ejecutivo Central, acaecida en la noche del 23 de mayo. Su partida es un duro momento para las y los comunistas y para el conjunto de la Colombia decente, en el umbral de las nuevas luchas para consolidar los avances de la paz, la convivencia, la democracia y la justicia social a los cuales entregó su vida.
Inspirado en los valores comunistas su quehacer deja una huella imborrable, no solo en el Partido sino en el ámbito del movimiento popular. Luego de su paso militante en la Juventud Comunista y ya vinculado al Partido asumió la actividad periodística en el semanario VOZ, dónde devino su director y hubo de enfrentar graves amenazas, atentados y persecución debido a la política anticomunista del Establecimiento.
Con su personalidad y agudeza política, con su abnegación y esfuerzo como revolucionario contribuyó a identificar el rumbo a la solución política, por la vía del diálogo y con acuerdos justos, que abrieron el camino a un compromiso histórico, como puerta de acceso a cambios democráticos, largamente esperados por el pueblo colombiano. Durante los peores períodos de la guerra sucia, arriesgando su vida, mantuvo la publicación y circulación del semanario VOZ, al tiempo que ejerció un papel protagónico en el marco de la Comisión de Notables, en la búsqueda de caminos para el diálogo y el entendimiento entre el movimiento guerrillero de las FARC-EP y el Gobierno. Esta fase de su actividad fue también de un extraordinario significado humanitario y le representó el reconocimiento por el Estado francés de la orden de la Legión de Honor, junto a otros meritorios compatriotas.
Carlos hace parte de una generación de aguerridos jóvenes comunistas que animaron el movimiento estudiantil desde la segunda mitad de los años 60, entre ellos Leonardo Posada, Alejandro Gómez, Guillermo León Sáenz. Carlos Lozano deja el legado de un dirigente ejemplar, clarividente y activo, verdadero constructor del Partido Comunista y un visionario de la unidad, con todo el profundo significado que expresa en la realidad política actual y su proyección futura en Colombia. Sus escritos y crónicas, los libros publicados con su escritura fértil, describen el panorama testimonial de los grandes retos que los revolucionarios han enfrentado y seguirán enfrentando con la valentía propia de los comunistas.
Su ejemplo, es guía e ineludible referencia para las jóvenes generaciones. La coherencia, entre pensamiento y acción, la firmeza, decisión y voluntad de luchar contra los explotadores del pueblo, tienen un gran reconocimiento por parte de los sectores progresistas del país y de América Latina. A pesar de los riesgos que tuvo que afrontar, nunca olvidó la expresión de solidaridad y la generosidad y fraternidad revolucionaria.
En los últimos tres años combinó la batalla por su sanación con las tareas cotidianas de VOZ, la escritura, el periodismo en Telesur, con el programa Paz por Lozano y la atención a los temas de seguridad del Partido. Esa confrontación con la enfermedad, fue, ante todo, un batallar contra la inclemente injusticia del sistema de salud, privatizado, mezquino e insensible, que denunció en todos los medios. Carlos asumió como un compromiso partidista buscar su recuperación para continuar luchando por los ideales que guiaron su existencia.
Como todo un guerrero de la vida lo vimos asumir el riesgo de su último combate. Le decimos adiós con las banderas en alto, con la fuerza y la enseñanza de su ejemplo, con el compromiso de no abandonar la consigna de la unidad ni el proyecto comunista de una sociedad humanizada, democrática en marcha al socialismo.
A Faride, a sus hijos Carlos Arturo, Natalia, Catalina y Marco Antonio, a sus nietas y nietos, Ana Valentina, Carlos Arturo y Miguel Ángel, que está por nacer, el abrazo amoroso e imperecedero de sus compañeros y compañeras del Partido Comunista.
A las y los compatriotas que han hecho llegar sus mensajes de condolencia les expresamos nuestra gratitud, por el reconocimiento a los méritos de un gran camarada, defensor orgánico de la vida, del derecho a la rebeldía, de la paz justa y democrática, de la igualdad y la felicidad para todos los seres humanos. Con fidelidad y firmeza seguiremos su ejemplo.