Comunistas proponen proyecto democrático nacional

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Hernan Camacho

El pleno nacional del Partido Comunista Colombiano, PCC, en su reciente reunión, definió el tema de la unidad como su tarea prioritaria para el momento que vive el país. Justamente en el Seminario que trató ese tema, VOZ conversó con Jaime Caycedo, Secretario General del Partido sobre las conclusiones que arrojó el pleno. Aquí sus apreciaciones:

–El reciente pleno del PCC envió un mensaje de unidad ¿Qué consideraciones tuvo la dirección nacional para ello?

–Hemos participado activamente en el Seminario Nacional de Unidad. La unidad se hace necesaria para el momento histórico que vive el país. Para eso tenemos que superar el ambiente adverso de marginación y aislamiento a la izquierda, que es un efecto de la polarización contrainsurgente aún no superada, pese al Acuerdo de paz. Hay obstáculos y si a eso se le suman la ausencia de voluntad unitaria, el sectarismo, la división, el menosprecio a los acontecimientos históricos como el proceso de paz y el auspicio de prácticas macartistas y anticomunistas que han caracterizado al régimen político, todo eso nos compromete a redoblar los esfuerzos por esa amplia unidad.

–Explíquese mejor.

–Tiene que ver con profundizar los debates ideológicos y ubicar de manera clara el momento político para hacer provechosos los reagrupamientos, facilitar los acercamientos y la acción común en espacios de identidad estratégica, ideológica, de principios. Y es allí donde se ubica nuestra tarea. Es decir, se trata de generar todas las condiciones posibles para la unidad en un momento trascendental de la historia del país y sobre todo potenciando la lucha popular. La unidad implica la comprensión de la relación entre la lucha popular y la lucha por la implementación de los acuerdos, la construcción de soluciones sociales y de una democracia real. Pero sobre todo, entender que el pueblo colombiano se está jugando en la paz la defensa de la vida. La guerra sucia y el exterminio provenientes de sectores fascistas y militaristas no pueden repetirse.

Dificultades

–¿Cuáles son los principales obstáculos?

–Hay una alta dispersión entre las fuerzas populares que están llamadas a hacer parte de los nuevos reagrupamientos. La izquierda crece y se cualifica con la incorporación de nuevas fuerzas a la lucha política y de masas. Hay que superar el debate que menosprecia las estructuras que surgieron en su momento histórico y que hoy no pueden desaparecer por decreto. La Unión Patriótica nació con una carga histórica muy importante que se mantiene en campos de la praxis política y en la memoria de los colombianos. En igual sentido, Marcha Patriótica, que es una colectividad reciente pero con una carga histórica de acumulados territoriales y una vigencia necesaria. Esas dos colectividades tienen una profunda autoridad moral en la búsqueda de la paz y las transformaciones sociales. Y la historicidad del Partido Comunista no la discute nadie. Va a surgir, además, un nuevo movimiento o partido, fruto del Acuerdo de paz de las FARC-EP. Insistimos en tener una visión estratégica que arroje un proyecto democrático nacional.

–¿Qué es ese proyecto democrático nacional?

–Ese proyecto democrático marcaría un derrotero, no solo de la coyuntura que implica la implementación de los acuerdos, la reincorporación de los movimientos insurgentes con plenas garantías, sino la visión alternativa frente al régimen político tradicional, que plantee lo que sigue en la disputa ideológica, es decir que vaya más allá de cálculos a corto plazo. Ese proyecto debe llevar al país a la vida democrática y transformadora del acuerdo de paz, profundizar lo que no se alcanzó en la mesa de conversaciones y complementarlo con logros de justicia social. Esa mirada se enmarca necesariamente en una perspectiva de gobierno democrático y de proceso constituyente.

Unidad amplia

–¿El proyecto a quiénes abarca?

–La unidad debe ser amplia con muchos sectores que hoy le dan el sí a la paz. Este proceso necesita avanzar sobre una base social sólida, un bloque histórico popular que permita articular de manera clara las luchas sociales, populares, obreras, agrarias, culturales y territoriales. Pero claro, ese bloque debe pensar en lo electoral y en afrontar con decisión victoriosa la prueba de fuego que representan las elecciones de 2018.  En esa justa electoral se juegan el mantenimiento de la paz con apertura democrática o el riesgo de estancarnos y retroceder.

–¿Qué evaluación hizo el pleno de la implementación?

–La implementación no depende de la entropía Gobierno-FARC exclusivamente. El cumplimiento de los acuerdos, su materialización en el orden legislativo y las regulaciones pertinentes, dependen de la actitud y de la movilización del pueblo colombiano. Hay que movilizar los factores que permitan hacer una pedagogía para entender que cada punto del acuerdo le entrega al ciudadano un mejor futuro, es decir, le impacta favorablemente en su cotidianidad y de paso combate el modelo neoliberal y de explotación al que está sometido. Agrego algo más: hay que convertirse en veeduría permanente del cumplimiento de los acuerdos.

Defensa de la paz

–¿Explíquenos qué es esa veeduría?

–No puede ser una veeduría de corte notarial, debe ser una veeduría en movimiento, dinámica, que permita superar la asimetría del cumplimiento de los acuerdos. Mientras las FARC-EP toman con seriedad el acuerdo y paso a paso lo van cumpliendo, el Gobierno pasa por encima de sus compromisos y sigue en etapa de renegociación. Si el acuerdo queda colgado en el tiempo y en su materialización las consecuencias van a ser negativas para todos.

La política de la derecha

–El paramilitarismo preocupa.

–El problema es la incapacidad del Estado y las limitaciones de las Fuerzas Militares para combatir el paramilitarismo. Es que el asunto es así: no puede haber implementación con permisividad y crecimiento del paramilitarismo. Ese fenómeno va en contravía de la construcción de paz, condiciona negativamente la posibilidad de acuerdo con el ELN o de abrir el diálogo con el EPL. La esencia del proceso de paz es no repetir las tragedias del pasado. Eso significa desmontar el modelo paramilitar de contrainsurgencia y sus extensiones políticas permanentes. No se puede repetir la persecución y el exterminio de los movimientos que no caben en el modelo político contrainsurgente, heredero de la guerra fría y del bipartidismo liberal conservador. De allí la necesidad del Pacto Nacional para superar el uso de las armas en el ejercicio o la aspiración al poder.

–Estuvieron en la ZVTN de Icononzo. Usted dijo que quieren aislar a las FARC, explíquenos.

–Ni la ideología ni el andamiaje de la contrainsurgencia han desaparecido con la trascendental firma del Acuerdo. Pretenden que la insurgencia pierda contacto con las masas que los mantuvieron durante tres cuartos de siglo de guerra. No es claro el Plan Victoria enmarcado en el concepto de Consolidación y control militar del Estado, que no esclarece las distancias y diferencias con la avanzada paramilitar. No se combate el terrorismo paramilitar en las zonas de conflicto mientras haya un plan de persecución a los pobladores en torno de las ZVTN, en la idea de romper el tejido social con las FARC.