Consideraciones sobre la ley del valor (I)

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El mercado capitalista no puede existir sin la compra-venta de fuerza de trabajo. La ley del valor es la ley de la economía mercantil, mediante la cual se regulan espontáneamente el intercambio, la distribución de medios de producción y de trabajo, en medio de una competencia feroz cuya consecuencia es la ruina de muchos propietarios

Reinaldo Ramírez García

En la edición 2968 de VOZ (feb. 13/19) apareció un artículo firmado por Miguel C. Espinosa Ardila, del Zonal Atlántico del PCC, sobre el “enfoque sustancialista del valor”, el cual suscitó una interesante discusión en nuestra célula. Estuvimos identificados en la apreciación de que esta clase de análisis contribuye a elevar el interés por el estudio de las ciencias sociales y políticas y, en particular, del marxismo. Pero, sin faltar al respeto por el derecho del compañero Espinosa a expresar sus ideas, no pudimos entender los alcances del “enfoque sustancialista del valor” y la pertinencia de su crítica.

Pese a la advertencia del autor sobre los “escabrosos senderos” que deben afrontar los lectores de “El Capital”, para entender el propósito del artículo en mención, repasamos los primeros capítulos del texto clásico y su metódica disección de la mercancía y, en general, de las categorías económicas relacionadas con ella, tales como trabajo, valor, ley del valor, dinero, precios, concurrencia, salarios, etc. He aquí lo que encontramos.

La mercancía posee el doble carácter de valor de uso, o sea su utilidad, surgido del trabajo concreto (del alfarero, carpintero, ebanista, caficultor, albañil, tejedor, orfebre, etc.) y de valor de cambio, o simplemente valor, producto del trabajo abstracto o social que se realiza en el intercambio mercantil. Aquí es donde el pensador de Tréveris hace un detenido análisis de la evolución de las formas del valor en las diversas etapas del desarrollo histórico de la producción mercantil, desde la simple, cuando un producto (forma relativa) encuentra ocasionalmente su valor en otro (forma equivalente) hasta llegar a la forma dinero (forma general o universal del valor).

Aporte de Marx

El dinero tiene entre sus funciones la de servir de medio de circulación de todas las demás mercancías y de medida del valor, expresada en los precios. La oferta y la demanda, la “mano invisible” (Smith), es la que revela las necesidades de los consumidores. El exceso abarata las mercancías, la escasez las encarece. Por eso los precios oscilan por encima o por debajo del valor. Al examinar los componentes del valor de las mercancías, Marx descubrió la ley fundamental del capitalismo.

Las partes que integran el valor son el capital constante (c), capital variable (v) y plusvalía (p). El capital constante lo integran los medios de producción, tierra, edificios, instalaciones, combustible, materias primas y auxiliares; el capital variable son los salarios, y la plusvalía es el tiempo de trabajo no pagado al obrero, de donde surge la ganancia del propietario de medios de producción y dinero.

La plusvalía constituye la ley fundamental del modo de producción capitalista. “La finalidad constante de la producción capitalista consiste en crear el máximo de plusvalía o de plusproducto”, escribe Marx.

La sustancia del valor

La fuerza de trabajo es una mercancía. Es la sustancia del valor. Su valor de uso la constituye ser la única fuente del valor. El valor de la fuerza de trabajo es el tiempo socialmente necesario para producir el sustento del trabajador y su familia, es decir, reponer el desgaste nervioso y muscular y garantizar la reproducción de los modernos esclavos. El capitalista utiliza la fuerza de trabajo para usarla durante la jornada máxima legal, pero sólo paga lo que considera su costo de producción, generalmente inferior al valor.

En el capítulo IV del primer tomo de El Capital y particularmente su apartado 3 (Compra y venta de fuerza de trabajo), encontramos una explicación científica y sencilla sobre la teoría marxista del valor: “…para poder obtener valor del consumo de una mercancía nuestro poseedor de dinero tiene que ser tan afortunado que dentro de la órbita de la circulación, en el mercado descubra una mercancía cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser fuente de valor cuyo consumo efectivo fuese, pues, al mismo tiempo, materialización de trabajo y, por tanto, creación de valor.

Y, en efecto, el poseedor de dinero encuentra en el mercado esta mercancía específica: la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo. (Subrayados en el original, pág. 121. Fondo de Cultura Económica, 1946).

Tiempo de trabajo socialmente necesario

Veinte años antes de la publicación del primer tomo de El Capital (1867), en Miseria de la Filosofía, polémica con el socialista utópico Pierre-Joseph Proudhon, Marx se apoyó en las contribuciones a la teoría del valor como tiempo de trabajo de Adam Smith y, particularmente, de David Ricardo. Una nota de pie de página de Federico Engels transcribe la tesis de Ricardo, según la cual el valor de la mercancía está determinado “por la cantidad de trabajo invertida en su producción”. Esta definición de la magnitud del valor la completa el autor de El Capital afirmando que es la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario.

El mercado capitalista no puede existir sin la compra-venta de fuerza de trabajo. La ley del valor es la ley de la economía mercantil, mediante la cual se regulan espontáneamente el intercambio, la distribución de medios de producción y de trabajo, en medio de una competencia feroz cuya consecuencia es la ruina de muchos propietarios, el desempleo y los sufrimientos de trabajadores urbanos y rurales, campesinos y artesanos.

Esta incursión en el pensamiento económico de Carlos Marx condujo a nuestro grupo de estudio a otros campos de la práctica social. Eso lo veremos en el siguiente artículo.