Constitución de Pinochet con los días contados

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Aspecto de las protestas en la capital chilena, donde los manifestantes reclamaron una nueva Constitución

Existe una expectativa muy alta. Hay que lograr una elevada representación popular en la Convención Constituyente. Los resultados del plebiscito del pasado domingo son un avance muy grande del movimiento popular

Ricardo Arenales

El estallido de una verdadera fiesta popular, en la que miles de manifestantes se lanzaron a la recién bautizada Plaza de la Dignidad en Santiago, y empuñando banderas de Chile entonaron las notas de populares canciones como Bella Ciao y El pueblo unido, jamás será vencido, expresiones de júbilo que se replicaron en otras ciudades del país, fue la manera como los chilenos celebraron el contundente triunfo del sí, en aceptación a la pregunta de si estaban o no de acuerdo con reformar la actual constitución política.

El resultado del plebiscito del pasado domingo en Chile es un acontecimiento histórico para la nación austral. Será la primera vez en la historia de ese país que el pueblo, de manera directa, vaya a aprobar un texto constitucional y a sepultar de una vez y para siempre el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, que aún perdura en su carta política.

A los 14 millones de ciudadanos habilitados para ejercer su voto en las urnas, se le formularon dos preguntas: una, si estaban de acuerdo en modificar la constitución política del país. Segunda, si deseaban hacerlo mediante una convención constituyente, integrada por 155 ciudadanos elegidos de manera directa por el pueblo. O si preferían que esa convención constituyente estuviera integrada de manera bipartita por 172 miembros, la mitad de ellos integrada por parlamentarios en ejercicio, en representación de los partidos políticos y la otra mitad por ciudadanos escogidos mediante votación popular.

Constituyente popular

Los resultados fueron demoledores para el legado pinochetista. A la primera pregunta respondieron por el sí a la reforma, el 77.26 por ciento, y en contra el 22.74 por ciento. A la segunda, respondieron por una convención constituyente elegida directamente por el pueblo, el 80.52 por ciento. En el exterior, la votación fue del 87.67 por ciento por la reforma constitucional, y el 12 por ciento en contra.

De acuerdo a lo pactado entre las fuerzas del gobierno y la oposición, para la convocatoria del plebiscito del pasado domingo, se fijó como fecha para la elección de constituyentes el 11 de abril próximo. Será un organismo paritario, mitad hombres, mitad mujeres y tendrá participación de los pueblos originarios de Chile. Los comisionados tendrán un año para redactar el nuevo texto constitucional, que será votado mediante plebiscito, en 2022. Una vez redactada la nueva carta política, la convención constituyente finaliza sus funciones.

La constitución venidera deberá mejorar la distribución del poder en muchos aspectos. Poner término a un sistema excesivamente presidencialista. Chile es un país muy centralizado en la capital, en detrimento de las regiones. Hay una excesiva concentración de recursos naturales en manos de unos pocos. El país tiene un sistema educativo restrictivo que ha provocado el rechazo generalizado de la juventud. Hay un insuficiente acceso a la salud, se ha privatizado la prestación del agua potable a los hogares, con altas tasas en el cobro del servicio. Las pensiones que reciben los trabajadores son miserables.

Ira contenida

Cuando el 18 de octubre del año pasado el gobierno de Sebastián Piñera notificó a la población el aumento en las tarifas de transporte público en metro, por donde se moviliza la mayoría de los pasajeros, el airado rechazo que provocó la medida fue el detonante para una protesta social sostenida, que todavía se mantiene. El presidente tuvo que echar atrás la medida, pero la magnitud de la protesta social fue el disparador de muchas otras demandas, destapó un descontento contenido durante 30 años.

El gobierno de Piñera respondió con una escalada de violencia a la protesta social. Hubo un momento en que calificó como una “guerra” la respuesta represiva, pues consideró a los manifestantes sus enemigos. ¿Por qué se llegó a esto, tras un año de violencia, muertos, heridos, detenidos y violación de derechos humanos?

Sergio España, magíster en Ciencia Política, dice que ello se debió, en buena medida a la poca capacidad del sistema gobernante de Chile de introducir reformas, a que la Constitución Política de la dictadura estableció quórums muy altos, que se requieren para modificar la Carta o la propia ley. Y a que Chile tiene una élite desconectada de la realidad social del país.

Invasión alienígena

Ante la falta de cambios, la ira de las clases populares se alimentó de otros combustibles. “La gente lo que quería era ser escuchada. Y justamente la negación durante todo este tiempo, ha hecho que la explosión sea más fuerte”, dice Sergio España. Por ejemplo, la esposa del presidente Piñera, Cecilia Morel, en un mensaje de WhatsApp, definió las protestas como “una invasión extranjera, alienígena”. Muchas de las reformas rechazadas se pudieron haber hecho antes, si la burguesía chilena hubiera atendido el clamor popular.

En este contexto, existe una expectativa muy alta, en aras de lograr una elevada representación popular en la elección de constituyentes. Los resultados del plebiscito del pasado domingo son un avance muy grande del movimiento popular. Se ha propinado un golpe demoledor al pinochetismo. Pero también al círculo de poder gobernante que nunca rompió con la dictadura. Cuando cayó el gobierno de Pinochet, se prometió una transición que nunca llegó. Por eso Sebastián Piñera, quien se aferró al modelo heredado por la dictadura, ante el veredicto contundente del plebiscito popular, debería renunciar al cargo y facilitar que la escogencia de constituyentes sea transparente.

El triunfo popular del 25 de octubre es el primer paso para liquidar las políticas neoliberales rechazadas por la ciudadanía. El plebiscito era un evento que no se concebía en la lógica política chilena antes de las formidables movilizaciones sociales del año pasado. Fue la protesta social la que arrancó a regañadientes a la clase política el proyecto plebiscitario. Una clase política que defiende abiertamente la herencia de Pinochet.

Las opciones Apruebo y Convención Constitucional, las dos preguntas que resolvieron los chilenos, recibieron un apoyo sin precedentes. Existen por consiguiente las condiciones para que este hecho se traduzca en una victoria histórica para la democracia. Una democracia participativa que conduzca a una recomposición del poder popular, para que la dignidad se haga costumbre.

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