
Gabriel Becerra
@Gabocolombia76
Cerrado el pasado lunes 22 de enero el plazo para inscribir consultas populares, internas o interpartidistas para la escogencia de candidatos a la Presidencia de la República, el panorama político electoral se va decantando con mayor claridad. La fracción más reaccionaria del bloque de poder representada en el uribismo y dos escisiones conservadoras, busca reagrupar en una sola fórmula su proyecto populista de derecha con pretensiones, incluso, de ganar la Presidencia en primera vuelta. Por su parte, la gran consulta prevista entre los sectores de izquierda y alternativos logró comprometer solo la voluntad de dos candidatos –Gustavo Petro y Carlos Caicedo– y la decisión de la UP, MAIS, Colombia Humana y Fuerza Ciudadana.
La decisión de Humberto de la Calle y de Clara López de no participar en la consulta, como un primer momento hacia una gran coalición capaz de reagrupar el amplio y diverso campo social y político democrático, así como la actitud de la “Coalición Colombia” de rechazar acuerdos con otros sectores, impide utilizar con mayor contundencia un mecanismo de participación y legitimidad ciudadana, útil no solo para definir una candidatura unitaria a la Presidencia, sino también para movilizar en unidad importantes sectores de opinión y organizaciones, dispuestos a respaldar en la diversidad un proceso colectivo y un programa de gobierno común con énfasis en la lucha contra la corrupción, las reformas sociales y la construcción de la paz.
La persistencia de vetos que deben superarse y la ilusión de simples adhesiones posteriores, sin compromisos programáticos claros, ya ha demostrado la historia que es una gran equivocación. Con todos sus méritos y reconocimientos, ninguno de los candidatos que se reivindican defensores del acuerdo de paz y de un proyecto de gobierno progresista, tiene posibilidad alguna de pasar a la segunda vuelta si se mantiene la dispersión actual.
La consulta es una convocatoria abierta a que el pueblo intervenga directamente en el proceso de definiciones y cambios. La consulta no es ni el principio ni el fin de un proceso por una candidatura unitaria con capacidad real de competir a las opciones del poder tradicional que buscan perpetuarse en el gobierno en cualquiera de sus presentaciones y fachadas políticas.
La consulta interpartidista por el cambio y por la paz, que se realizará el domingo 11 de marzo y sus resultados, tampoco pueden ser interpretados como un obstáculo a los esfuerzos unitarios que deben persistir y ampliarse, a pesar de las dificultades, con todas las candidaturas del campo democrático, y también consultar las luchas y procesos sociales reales que a lo largo y ancho del país resisten a la orientación expoliadora y violenta del régimen, y podrían realizar aportes sustanciales en la lucha electoral si son tenidos en cuenta y convocados a participar.
Adicionalmente, la consulta debe ayudar a movilizar el respaldo electoral a las Listas de la Decencia al Senado y a la Cámara de Representantes, agitando y enriqueciendo la base del programa común que incluye los siguientes puntos: a) una economía que privilegie el aparato productivo y disminuya la pobreza y la desigualdad social, b) profundas reformas sociales que garanticen un piso de protección social a todos los colombianos, en especial a la población rural c) gratuidad en la educación superior pública y una revolución en materia de ciencia y tecnología, d) lucha contra la corrupción, e) preparar al país para enfrentar el cambio climático, protección de la naturaleza y fomento de las energías limpias, f) autonomía regional y eficiencia del Estado, g) cumplir los Acuerdos de Paz.
Es con este enfoque que convocamos a dirigentes, militantes, simpatizantes y sectores progresistas en general a fortalecer la participación ciudadana en la contienda electoral, en la consulta interpartidista del 11 de marzo, y a respaldar la Lista de la Decencia –Aída Avella #5 en el tarjetón– y las listas unitarias a la Cámara de Representantes en todos los departamentos del país. Una representativa participación en la consulta interpartidista de la izquierda, en la cual la UP y el PCC definirán próximamente su candidato en las instancias respectivas, así como la elección de una bancada de congresistas Decentes fortalecería los esfuerzos por una gran coalición presidencial indispensable para hacer realidad un nuevo gobierno democrático o de transición. El deber ético y político es superar la dispersión y sumar para ganar.