Zabier Hernández Buelvas
@ZabierHernndez
La lucha contra la corrupción, igual que la que se da contra el poder político y económico son procesos en los que la visión estratégica se alimenta de momentos tácticos y coyunturas en las que se ponen en tensión las fuerzas que intervienen en la lucha de clases.
Los resultados de la consulta anticorrupción, 11.604.566 votos no parecen ser importantes para quienes quieren en cada jornada electoral acabar de una vez por todas con el poder de una oligarquía que en el caso colombiano se ha configurado a través de un proceso histórico con base en un “cuadrilátero mágico” de reformas cíclicas del sistema de acumulación de capitales, alianzas entre políticos, empresarios y narcotraficantes, el rol activo reaccionario y apolitizante del sectarismo religioso, y un sistema permanente de ideas y contravalores (Mass medias) que alimentan la tolerancia social al mal gobierno y la corrupción.
Si entendemos entonces la lucha contra la corrupción como un proceso que busca cambiar una estructura histórica del poder político y económico tradicional en Colombia, lo ocurrido el domingo 26 de agosto pasado, donde todas las preguntas recibieron 99% del “Sí”, con más votos que los que eligieron al presidente Duque, es un gran avance cualitativo táctico que expresa una tendencia de recuperación ética y moral, de constitución de nuevos imaginarios sociales y políticos contra hegemónicos. Tendencia que se avizoró el 17 de junio pasado en torno al apoyo a una alternativa que logró 8 millones de votos de respaldo. Tendencia potencializada desde el diálogo y firma de los acuerdos de La Habana, cuyas dificultades y ataques, no logran anular su capacidad transformadora.
Estamos cambiando a Colombia, lo logrado por los sectores decentes del país este domingo, fue un hecho de construcción política alternativa de gran trascendencia. La realización de la idea de una participación libre, sin tamales, sin compra de votos y sin miedos, gana espacio y se expresa de manera real en la vida política. La mayor prueba que la lucha contra la corrupción es parte de las contradicciones de clase, es la actitud de los núcleos dirigentes de la oligarquía que se oponen furiosamente a toda forma de hacer transparente al Estado. El desespero de perder privilegios de clase se expresó con mentiras y obstáculos que atravesaron a la consulta, intentando desdibujarla desde los grandes medios de información y todo el aparato ideológico del Estado al servicio de minimizar sus impactos y resultados.
La lucha contra la corrupción y por el cambio radical de las estructuras sociales, económicas y políticas que sostienen la desigualdad en Colombia, requiere seguir avanzando en una táctica y estrategia basada en la unidad popular, social, democrática y progresista luchando en las calles y en las urnas por la vida, la paz y los derechos humanos.