Contradicciones en el uribismo

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Plenaria en el Congreso de la República.

Las constancias presentadas por la UP y la FARC fueron la chispa para el primer debate ideológico en el Congreso. La derecha mayoritaria no pudo derrotar a la oposición democrática

Redacción política

El discurso hecho por el presidente del Senado, Ernesto Macías el día de la posesión del nuevo mandatario Iván Duque, causó rechazo en la oposición que lo calificó como inapropiado y malintencionado. Para la FARC y la Unión Patriótica en la lista de los Decentes, el discurso está cargado de odios y mentiras.

Los analistas del discurso de Macías advierten que no es del resorte personal, cada una de las palabras dichas, sino un discurso avalado por la mayoría del Centro Democrático. De hecho, representa la correlación de fuerzas mayoritaria del partido del expresidente Álvaro Uribe, y deja ver que aún subsiste la fricción entre las visiones de país que representan los intereses del gobierno saliente y el entrante.

“El discurso, además, evidenció una falta a la calidad impresentable. Esta es una corporación plural. El discurso del senador Macías, muestra la ausencia de una apertura a la reconciliación del partido político que representa, como lo evidenció la reunión privada que sostuvieron con posterioridad al evento protocolario que trascendió por los medios de comunicación”, señaló la constancia dejada por la Unión Patriótica.

El discurso de Macías representa el revanchismo y la falta de apertura a la reconciliación entre diversos sectores de la sociedad y que se ahondará en la medida que avance el ejecutivo en la retoma del poder político que perdió hace ocho años con Juan Manuel Santos.

Para el nuevo partido, lo de Macías es un discurso que representa solo a un sector minoritario de la sociedad, y no es acorde con el momento político que vive el país: “Su discurso, honorable senador Macías, quizás refleje el pensamiento de un sector de su partido, pero no el de esta honorable corporación, en su condición de Presidente del Congreso de la República, ya que atenta contra las garantías para el ejercicio pleno y legítimo de la oposición política; se extralimita cuando pretende ordenar cambios en la cúpula militar y resulta incompatible con la realización del gran pacto por Colombia anunciado por su copartidario y hoy Presidente de la República, doctor Iván Duque, en su discurso de posesión”.

Ese gran pacto político que promueve el presidente Duque gira en torno a las premisas del discurso de Macías. Lo esencial para el uribismo es que el gran pacto sea la adhesión de los partidos de la U, Cambio Radical, Liberal y demás partidos a sus planteamientos, entre los que se encuentran quedarse con todo el poder del Estado.

El Centro Democrático ya tiene el ejecutivo y las mayorías nominales en el legislativo, esta semana va por el nombramiento de uno de los más acérrimos uribistas en la Contraloría, José Félix Lafaurie, y preparan la elección del Procurador General. Así las cosas, el gobierno Duque quedará con poderes independientes a su lado en materia fiscal y administrativa. “Sin dios ni ley”, dicen en los pasillos del Capitolio.

Distinta es para oposición la interpretación de un gran pacto en el que está la garantía para la implementación del acuerdo de paz sin dilaciones ni modificaciones. Pero a eso el uribismo no se le va medir y en cambio, ya radicó sendos proyectos de ley que advierten la intensión de variar por ejemplo el concepto de delito político y con ello intentar arrebatarles garantías jurídicas a los excombatientes de las FARC que están en proceso de reincorporación a la vida política social y económica.

Pero el comportamiento indecoroso de las fuerzas del uribismo no solo se evidencia en Senado, también en la Cámara de Representantes se vivió un duro enfrentamiento entre la bancada mayoritaria y la oposición por el debate denominado “falsos testigos” convocado por la bancada de gobierno, pero que terminó en un juicio político contra un miembro de la oposición, Iván Cepeda.

“Lo anterior, unido al juicio político que quisieron realizar el 1 de agosto al senador Iván Cepeda, en una audiencia pública de control citada por la bancada del Centro Democrático en la plenaria de la Cámara de Representantes, demuestran el talante de un partido que utiliza los medios del poder para reprimir a sus opositores políticos y la venganza en contra de otros sectores de la sociedad. Dicha sesión donde se escondió el deseo de juzgar al senador Iván Cepeda por sus legítimas actuaciones ante la justicia, con una audiencia de control político, que configuró un bochornoso acto cargado de odio y falsas acusaciones por parte de la bancada del Centro Democrático contra el senador Iván Cepeda Castro”.

Van dos plenarias en el Congreso y cada una de ellas ha tenido confrontaciones importantes: Por ejemplo en la más reciente sesión del Senado, al hablar de consulta anticorrupción, la derecha recalcitrante respondió a los señalamientos judiciales que acompañan a los miembros destacados del uribismo, señalando a la FARC de ser responsable de delitos atroces como el “collar bomba”, hecho que ha quedado claro a la luz de la justicia que sus autores no fueron miembros de esa exguerilla; a la UP de combinar las formas de lucha y ordenar masacres como La Chinita en Urabá, masacre que hace parte de uno de los casos emblemáticos escogido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para acusar al estado colombiano de sembrar procesos judiciales falsos contra militantes de la UP como estrategia para ejecutar el genocidio; y al Progresismo lo catalogó de corrupto por la supuesta contratación hecha por Gustavo Petro en su alcaldía. Todas las acusaciones infundadas.

Cada sesión será un enfrentamiento ideológico y una constante lucha por los intereses que cada una de esas fuerzas representa y una disputa profunda entre antagonismos, de una parte, la paz o volver a la guerra, la lucha anticorrupción o el ejercicio de la política tradicional en una especie de auto mermelada o la visión de un estado democrático en permanente desarrollo productivo o el desenlace de un desarrollo semifuedal que perdura en Colombia.