La muerte de la entrañable pareja de militantes comunistas de Bogotá, Elizabeth Salazar y Pedro Rivera, revela el carácter homicida del sistema de salud que se ensaña a diario con el pueblo colombiano, que intenta sobrevivir a la pandemia
Redacción VOZ
En la localidad de Bosa en Bogotá, en medio de una de las pandemias de este modelo capitalista, en este caso el Covid-19, perdieron la vida los dirigentes del Partido Comunista Elizabeth Salazar Moreno y Pedro Alfonso Rivera Caballero quienes tenían una convivencia de unión libre de 19 años. La pareja revolucionaria militaba en la célula comunista Mario Upegui de dicha localidad.
Esta dolorosa tragedia empezó cuando Elizabeth comenzó a sentir molestias de salud, situación que llevó a que su compañero Pedro iniciara toda una carrera contra el tiempo, visitando varios centros hospitalarios con la esperanza de lograr salvar la vida de su querida compañera, pues su estado de salud iba empeorando.
Paseo de la muerte
La conclusión a la que llegó el camarada Pedro fue que todos los centros hospitalarios que visitaron carecían de los elementos básicos que se necesitan para atender casos de gravedad, tal y como lo presentaba su compañera Elizabeth. Para Pedro la situación era clara: el presupuesto de la salud se lo está consumiendo la pandemia de la corrupción, que favorece a las clases dominantes que gobiernan el país.
El episodio más desagradable y criminal de esta trágica historia la vivió Pedro en el Hospital de Kennedy, lugar donde no les importó el grave estado de salud que presentaba la compañera Elizabeth cobrando la suma de 500 mil pesos para dejarla en el pasillo y 250 mil pesos para que se hiciera la prueba de covid-19. Fue así como no pudieron ingresar al Hospital porque no tenían ese dinero que les pedían.
Muy tarde
Al llegar a casa la compañera Elizabeth empeoró su estado de salud y al siguiente día volvieron al Hospital de Kennedy. Se hicieron atender, pero el resultado fue negativo, el médico argumentó que la señora no tenía nada de gravedad y recetó medicamentos corrientes. Nuevamente en casa, la compañera Elizabeth no presentaba mejoras.
Así las cosas, Pedro trasladó a su amada compañera al Hospital de Bosa, centro hospitalario donde sí la atendieron. Sin embargo, el estado de salud había empeorado debido al trágico paseo de la muerte que tuvo que soportar. Finalmente, el personal médico trasladó a la compañera Elizabeth al Hospital de Fontibón, lugar donde se produjo su fallecimiento.
En medio de la indignación y la rabia, Pedro Alfonso entregó esta información al semanario VOZ. Pero lo que él no sabía era que a los siete días se estaría reuniendo con su querida Elizabeth porque el covid-19 también lo mató.
El calvario continúa
El calvario que tuvo que padecer Pedro no fue ajeno al sufrido por su compañera. Se despidió de su compañera el viernes 23 de octubre en el Cementerio del Apogeo y regresó a su casa. Ahí comenzó a sentir quebrantos de salud. En la tarde del 25 de octubre decidió ir a la Clínica del Olaya recibiendo una atención regular. A las 12 de la noche en una actitud irresponsable, el personal médico lo mandó para la casa sin tener en cuenta que Pedro Alfonso se encontraba muy enfermo.
El 28 de octubre una ambulancia estuvo en la casa donde vivía Pedro y le practicaron una valoración, arrojando en los resultados que Pedro se encontraba bien de salud. Sin embargo, las personas que acompañaron al camarada Rivera dicen que este se encontraba muy mal y que empeoraba con cada minuto que pasaba. Fue así como al amanecer del día 29 de octubre el camarada Pedro Rivera falleció.
El caso de Elizabeth Salazar y Pedro Rivera es la triste y dura realidad que padece a diario el pueblo colombiano. Paz en sus tumbas, honor y gloria a estos dos queridos camaradas. El Partido Comunista Colombiano y el semanario VOZ hacen llegar a sus familias y a la militancia comunista un abrazo de solidaridad.
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