Andrés Álvarez*
@RAndresAlvarez
La semana anterior el DANE presentó las estadísticas sobre pobreza y desigualdad, indicadores sociales que retrocedieron en el 2018. Ambos fenómenos sociales están relacionados, aunque sus causas son diferentes, así como sus soluciones, lo que nos llama a reflexionar sobre que políticas y medidas se deben impulsar y apoyar desde una perspectiva revolucionaria.
Las cifras de pobreza
Según las métricas del DANE, se encontró que la pobreza y la desigualdad social aumentaron en el año 2018. En primer lugar, la pobreza que venía retrocediendo desde el año 2008 (ver gráfico 1) se estancó en 2018. Según la institución, la pobreza creció del 26,9% al 27%, ello significa que 190 mil personas más entraron a la categoría de pobres. Este aumento de la pobreza, fenómeno asociado fundamentalmente a la falta de ingresos, se explica por el aumento del desempleo, que con el nuevo gobierno se ubicó en 10.8% en marzo, un 1.4% más que en el mismo mes de 2018.
La tasa de desempleo continuará en ascenso, producto del mal desempeño de varios sectores importantes de la economía nacional en el primer trimestre de 2019, como la construcción y la agricultura, el primero que decreció el 5,6% en el primer trimestre y el segundo que creció 1,4%, un 0,3% menos de lo proyectado.
El consumo de bienes durables como la vivienda se ha reducido producto de las altas tasas de interés impuestas por los bancos, a lo que se debe añadir la eliminación de los subsidios a la tasa de interés para compra de vivienda nueva por parte del gobierno de Iván Duque. En las zonas rurales un mayor desempleo significará más pobreza, que ya es cerca de un 20% mayor que en las zonas urbanas.
La desigualdad
Por otra parte, la desigualdad social también tuvo un comportamiento negativo (de acuerdo con el índice de Gini que mide la distribución del ingreso, Gráfico 2) en el 2018, lo que indica que la brecha entre los más pobres y más ricos aumentó, ubicándose en 0,517.
Varias son las explicaciones que tiene el crecimiento de está brecha entre ricos y pobres, una de ellas esta relacionada con que los salarios de las personas más calificadas o con estudios del nivel superior están creciendo más rápido, mientras que los salarios de los trabajadores menos calificados se estancan o están en franco retroceso. Un segundo factor decisivo para el crecimiento de la desigualdad tiene que ver con la distancia en términos de riqueza entre los habitantes de las zonas rurales y urbanas del país.
Por último, están los beneficios tributarios al gran capital que el gobierno de Duque aprobó a través de la reforma tributaria de 2018 y del Plan Nacional de Desarrollo 2019–2022 mediante la reducción de la renta corporativa al 30% y las dádivas al sector minero–energético.
Una perspectiva para la discusión
Combatir el fenómeno de la pobreza implica medidas que los gobiernos neoliberales abordan desde una perspectiva minimalista y que son difíciles de reducir porque generalmente están asociados al ciclo económico, las variaciones en la tasa de ocupación y su formalidad. Como estos gobiernos se niegan a construir una política industrial y económica que tenga como finalidad crear un aparato productivo moderno es imposible crear empleos estables, bien remunerados y con derecho a la seguridad social.
Muchos políticos y economistas sugieren que en el mediano y largo plazo las políticas más eficaces para erradicar la pobreza en general, son las que están enfocadas a dotar de mayores oportunidades a los pobres con políticas de acceso a la educación universitaria, a la salud, al saneamiento básico y otros beneficios estatales a las familias, que si bien son importantes para reducir la pobreza, no son suficientes para reducir la desigualdad en crecimiento.
Erradicar la pobreza
La reducción de la desigualdad es mucho más compleja y difícil, ya que en el fondo el objetivo es distribuir de manera más equitativa los activos existentes en la sociedad; en las zonas rurales implica distribuir su principal activo, la tierra cultivable, además de dotar a los campesinos de tecnologías apropiadas, infraestructura rural y facilitar su acceso al crédito.
En el ámbito urbano implica al menos lograr una política que permita convertir el acceso a la vivienda subsidiada como el principal activo de las masas trabajadoras y las capas medias.
Paralelamente a ello se debe frenar la desigualdad mediante los impuestos a la gran riqueza física y financiera, así como a las grandes sucesiones, recursos que el Estado puede utilizar en programas para reducir la pobreza.
Una política revolucionaria para erradicar la pobreza y la desigualdad, no se limitaría a estrategias tendientes a nivelar las oportunidades para todos, avanzaría en políticas y medidas que mejoren la dotación de activos con que las personas cuentan para su subsistencia. H
* Economista.