CRIC 50 años de historia (I): Unidad, tierra, cultura y autonomía

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La minga llega a Bogotá, octubre 2020. Foto Cesar David Martinez- Minga 2020

Carolina Tejada
@carolltejada

El departamento del Cauca es el escenario en donde han emergido, y mantenido en el tiempo importantes experiencias de resistencia indígena y comunitaria, que  buscando erradicar las huellas históricas de la desigualdad, de la exclusión social y de la violencia política contra sus comunidades, y mantener en su seno las raíces ancestrales, optó durante las décadas de 1970 y 1980, por fortalecer su lucha, de manera organizada, por la recuperación de la tierra, tantas veces arrebatada por los acumuladores de riqueza, la lengua y la cultura. Esa persistencia en el tiempo hoy muestra, para la historia del país, un acumulado de logros, de esperanzas y, sobre todo, de dignidad construida a través de su propia organización comunitaria, desde hace 50 años: el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC.

Las causas de la resistencia

La resistencia de los pueblos indígenas viene desde la invasión española en el siglo XVI. Desde entonces, las formas de opresión y de violencia impuestas sobre las comunidades, pasa por la violencia estructural, como lo es la ausencia del derecho a la tierra, a la salud y la vivienda dignas y a la educación en todas sus dimensiones, y desde la cosmovisión de sus pueblos. Esto, además de la violencia política partidista, la violencia estatal agudizada en los últimos tiempos, y el conflicto armado, han generado procesos organizativos y decisiones políticas que instan a la defensa de su cultura, territorio y autonomía. La herencia milenaria aquí ha sido de gran relevancia en esa consolidación como parte del movimiento social colombiano y como expresión, desde la base de resistencia civil.

El 24 de febrero de 1971, en Toribío, siete cabildos e igual número de resguardos indígenas crearon el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC y nombraron su primer Comité Ejecutivo, pero no pudo funcionar debido a la represión de los terratenientes y a la poca experiencia de la naciente organización de la época. VOZ dialogó con Darío Tote Yace, consejero del pueblo Coconuco, quien contó que en una finca llamada La Susana, del resguardo indígena de Toribío, se llevó a cabo el primer encuentro del cual resultó el Consejo Regional Indígena, bajo los principios de la unidad, la tierra, la cultura y la autonomía, que se mantienen hasta hoy, como principios y como plataforma de lucha”.

Para septiembre del mismo año, se llevó a cabo, en Tacueyó, el Segundo Congreso del CRIC, en el cual se definieron los puntos del programa político, cuyos apartados contenían las exigencias que constituyeron el eje del movimiento y se retomaron enseñanzas de liderazgos milenarios de La Gaitana, Juan Tama y Manuel Quintín Lame. Estos puntos fortalecieron la lucha de las comunidades indígenas y la exigencia de lograr la aplicación de la ley 89 de 1890 a la luz de los puntos de la Plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, expuesta en el año de su creación.

Se empezó con pocos cabildos, dentro de los que se destacaban, comenta Tote, “el pueblo Totoró, el pueblo Coconuco, en su momento el pueblo Guambiano, y hoy tenemos 127 autoridades. También se cuenta con 10 pueblos, se destaca por tener 11 asociaciones, y 300 mil indígenas en el departamento del Cauca, solo como CRIC”.

La lucha de las mujeres del CRIC. Foto comunicaciones CRIC

Educación propia para la organización

El CRIC, se ha destacado por ser una organización social, de lucha permanente, de resistencia, de dignidad: “Tenemos dentro de las proyecciones un sistema de educación, que es el Sistema Indígena Propio, un sistema de salud, que es el Sistema Intercultural Indígena, y tenemos también una Universidad Indígena”. A lo largo de la historia, los procesos de formación, que en su momento se llamaban “talleres políticos gremiales”, se fueron fortaleciendo, como menciona Tote, en parte fundamental de la organización del CRIC.

En su plataforma de lucha, que es el pilar fundamental de la organización, se contempla en el sexto punto, formar los entes bilingües, para fortalecer todo el tema de la educación propia. Y esta tarea, hasta ahora, la han sabido hacer con sabiduría y dedicación a pesar del poco reconocimiento de los gobiernos de turno. Así lo explica, para VOZ, la consejera política de la Universidad Indígena, Lucelia Montenegro: “Partimos en todo ese proceso y llegamos al año 78, cuando las autoridades indígenas, en un congreso, definieron crear el Programa de Educación Bilingüe Intercultural, con el objetivo de que el programa tenía que comenzar a trabajar toda la política de educación para los pueblos indígenas”.

Al igual que Tote, la consejera acompaña en las tareas como comunera de la minga que llegó a Bogotá el pasado 19 de octubre, desde el suroccidente buscando dialogar con el gobierno nacional. En esta tarea avanzaron con unas escuelas que en su momento se llamaron “los Cecid, con otra metodología, con otras pedagogías, que nos permitían fortalecer todo el proceso de las lenguas propias, la cultura, la identidad, el proceso político-organizativo y la organización, porque la educación juega un papel muy importante en el CRIC, para todo el fortalecimiento político organizativo”.

Retomaron sus experiencias en administración y gestión propia y avanzaron en su proceso para la constitución de la Universidad Indígena, “creada desde las autoridades indígenas. Luego las autoridades dijeron que, por mandato comenzar a buscar el reconocimiento por parte del Ministerio de Educación, porque los estudiantes que teníamos llegaron sin esperar un título a cambio, solamente lo que les interesaba era poder formarse”. Aunque les quisieron imponer ese reconocimiento en el marco de la ley 30, las exigencias en las mingas, han logrado que hoy la Universidad con más de mil estudiantes a nivel nacional, tenga otras dimensiones y se mantengan su cosmovisión y pedagogías propias.

En ese mismo proceso de formar y difundir sus conocimientos, crearon su periódico ‘Unidad indígena’, que era donde “nosotros escribíamos, pero que realmente fue un periódico perseguido, muchas veces decomisado y quemado por el Ejército o por la Policía; y eso pues nos costó mucha persecución, y finalmente, el periódico entró en una dificultad bastante grande, hoy pues ya no existe, pero en su momento fue muy importante”, recuerda Tote. El primer número apareció en enero de 1975.

La tierra, la unidad y la persistencia

“Desde 1971 hasta hoy, hemos tenido las alegrías, pero también las soledades y las tristezas, porque nos ha tocado despedir a compañeros y compañeras, que en su momento defendieron el territorio, la recuperación de la tierra, la vida digna de los pueblos indígenas, la juventud y los derechos de los pueblos aborígenes”, comenta el consejero Tote, y asegura que en ese proceso se han encontrado con otros procesos y organizaciones que, como Fensuagro, o las organizaciones que hacen parte de la minga, se unen en defensa de sus derechos y del territorio.

“Hoy precisamente vamos caminando juntos para el debate con el presidente”, y asegura que existen cosas en las que no concuerdan, pero, “en la lucha contra el régimen, contra el capitalismo, contra la oligarquía y contra todo ese sistema corrupto y mafioso, nos encontramos y nos identificamos en la lucha social”, advierte.

También comenta que la juventud, y en particular las mujeres, son para el CRIC, “el baluarte, las número uno, a pesar de que estamos en un sistema capitalista y machista, pero nosotros le damos el valor a nuestras mujeres, porque son las que luchan hombro a hombro, no las que van atrás, hombro a hombro en la guardia, en los cabildos y en los diferentes programas”, y resalta particularmente a la coordinadora de la Universidad.

Los 50 años de lucha del CRIC constituyen la historia de “la lucha y la acción para el buen vivir. Sin la acción no existe lucha, y sin la acción no existen pueblos. Los pueblos originarios existimos desde hace 526 años para la vergüenza de la historia; la historia es una vergüenza, porque éramos más de 50 millones de indígenas, todos asesinados: 50 millones de indígenas asesinados es una vergüenza para el mundo, y hoy existen en Colombia solo dos millones de indígenas. Entonces los indígenas somos los pueblos baluartes de la vida, de la esperanza, de los territorios, porque el agua que ustedes compran en la ciudad, nosotros la cuidamos acá en el campo, y a cambio nos dan bala y muerte. Este sistema es bastante complejo, pero llegará el día en que juntos, todos los pueblos y todas las organizaciones haremos una transformación política y una transformación de pensamiento”.

Proceso de recuperación de tierras del CRIC

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