Crisis capitalista: Sin luz al final del túnel

0
688

Carlos Fernández*

Ya se volvió un tópico corriente en los medios de comunicación comentar los resultados económicos de los diferentes países con el criterio apologético de ver en ellos el comienzo de la recuperación de la economía capitalista, sumida en grave crisis desde el año 2008. Así pasó cuando se conoció que el Producto Interno Bruto (PIB) de los Estados Unidos había crecido, en el segundo trimestre de 2013, 0,4% respecto al trimestre precedente y 1,4% en relación con el mismo trimestre del año anterior. Lo mismo acaba de pasar cuando la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea (Eurostat) reveló que el PIB de la eurozona había aumentado 0,3% respecto al trimestre anterior, lo que implicaría, técnicamente, la salida de la recesión.

Para los gacetilleros de la prensa burguesa no tiene importancia el hecho de que, respecto al mismo trimestre del año anterior, este indicador disminuyó en 0,7%. Las cifras para los 27 países que conforman La Unión Europea no son más halagadoras: crecimiento del 0,3% respecto al trimestre anterior y decrecimiento de menos 0,2% respecto al mismo trimestre de 2012. Japón, por su parte, creció un modesto 0,6% respecto al trimestre anterior y 0,9% con relación al mismo trimestre de 2012. Rusia, por su parte, creció tan sólo 1,2% en el mismo período, el crecimiento más bajo desde el último trimestre de 2009.

La salida capitalista de la crisis

Quienes aspiran a asistir a una pronta salida de la crisis conocen, superficialmente, que la economía capitalista se rige por unos ciclos de mayor o menor duración y, por tanto, se quedan a la espera de la luz al final del túnel en el que cayó la economía capitalista mundial en 2008.

Lo que ignoran estos comentadores del acontecer económico mundial y nacional es que el capitalismo sale de sus crisis periódicas mediante la destrucción de enormes cantidades de fuerzas productivas, incluido el trabajo, lo que lleva a los inversionistas a dedicar una enorme cantidad de recursos monetarios ociosos a la explotación de nuevos recursos, tanto en los países de origen de ese capital-dinero como en el resto del planeta donde, todavía, hay recursos sin explotar, como la Orinoquia colombiana o la Amazonia, generando nuevos procesos de acumulación originaria del capital. En ese sentido, la política de Santos de ceder tierras en estas regiones a transnacionales de la minería o del agro-negocio no es sino la expresión del interés de los sectores de la oligarquía que el gobierno representa de salvar la rentabilidad de los capitales nacionales y transnacionales, aunque eso nos cueste la depredación de recursos valiosos que nos pertenecen y se contribuya, así, a agravar los problemas ambientales que padece la sociedad global.

No se vislumbra, todavía, una salida

¿Qué podría hacer que la eurozona, la región más afectada por la crisis, saliera de ella? Volver a la situación previa al año 2008, cuando los Estados Unidos financiaban su enorme déficit comercial -producto de la importación de los excedentes de mercancías europeas- mediante la colocación en el mercado financiero estadounidense de las ganancias provenientes de las exportaciones europeas.

Esos ingentes recursos servían para financiar a las empresas de los propios Estados Unidos y el sobre-consumo de su población. Ya hoy eso no es posible. La falta de liquidez de la economía estadounidense se atacó mediante el salvamento de los bancos responsables de la crisis de la construcción y, sobre todo, a través de la compra por parte de la Reserva Federal de bonos del tesoro por 85.000 millones de dólares mensuales y el establecimiento de tasas de interés de 0%, que buscaba estimular la inversión interna.

Sin embargo, dichas tasas fueron las responsables de una exportación de capitales a países como Colombia, a través de inversión directa (lo que explica el reciente auge del sector minero-energético) o mediante capitales golondrinas, lo que creó una situación de abundancia de divisas y, por ende, una revaluación del peso que llevó a la industria y a la agricultura nacionales a un estado de postración, en el caso de la primera, y a uno de debilidad estructural a la segunda.

El sólo anuncio de que la Reserva Federal iba a suspender la compra de los bonos del tesoro significó la salida inmediata de los capitales golondrina, el aplazamiento de inversiones extranjeras, con la consecuente devaluación de la moneda nacional, sin que eso beneficiara a la industria y a la agricultura (dada la situación de debilidad y postración ya señaladas) y con un impacto negativo de gran calado para los fondos privados de pensiones y otros fondos públicos que vieron disminuir la rentabilidad de sus colocaciones en el exterior.

Queda la China como motor de la economía mundial. Aunque siguen siendo altas, las tasas de crecimiento de su PIB han descendido y, lo que es más importante, la política económica china apunta, hoy en día, a pasar de las inversiones en infraestructura a una economía más basada en los servicios, lo que significa que no tendrá necesidad de la misma cantidad de insumos como los que, hasta ahora, importa.

De ahí que las probabilidades de salida de la crisis capitalista no sean muy elevadas en el corto y mediano plazo.

* Investigador del CEIS.