Sergio Salazar (@seansaga)
La crisis del coronavirus y el capitalismo en crisis
La pandemia de la enfermedad infecciosa COVID-19, relacionada con un grupo de coronavirus que produce Síndrome respiratorio agudo grave o severo (SAR)[i], ya está presente en 169 países, con más de 387 mil infectados, cerca de 17 mil muertes y de 102 mil recuperados[ii]. La situación de rápido contagio y falta de recursos para afrontarlo ha provocado una crisis en los sistemas sanitarios de algunos países como Italia, España y Estados Unidos, y en los que ya gravita el mensaje de “priorizar pacientes”. En tal panorama, América Latina con sus débiles sistemas de protección social tras décadas de férreas políticas neoliberales podría salir muy perjudicada. Pero tal panorama ya estaba diagnosticado con base científica, como también lo está la crisis climática. Al final es una cuestión de voluntad política con alto costo económico y social. Se ha demostrado que las políticas de austeridad, con recortes del gasto público social y aumento de la precariedad laboral con reformas, han reducido la capacidad de respuesta a la pandemia y con ello sus efectos letales. En la otra orilla, la efectividad en la respuesta del sistema de seguridad social en China se debe a su fortalecimiento aprendiendo de los errores cometidos en el brote de SAR ocurrido entre 2002 y 2003[iii], y ya hay estudios serios que llaman a ello como una respuesta global a las pandemias que pueden volver a presentarse[iv].
La crisis del Coronavirus está evidenciando la fragilidad del sistema económico en una fase en la que prepondera el capital financiero y el rol de los estados está supeditado a éste. La “preocupación” de las bolsas a nivel global, ya ha provocado decisiones contundentes de inyección de capital desde la Unión Europea y Estados Unidos para “calmar” los mercados financieros en un contexto de “guerra económica” entre potencias. La cuestión clave aquí es nuevamente si la salida de la crisis es para tapar el hueco que está dejando la economía virtual (como ya ocurrió en la crisis de 2008), o es la oportunidad para volver a una economía real que priorice el capital productivo. Como lo expresa claramente el economista Juan Torres López: “Que nadie tenga duda: si se deja que las bolsas sigan funcionando como hasta ahora, será imposible evitar que más pronto que tarde se produzca una catástrofe financiera”. A pesar de ello, ya se está trazando el mismo camino como en Estados Unidos, Alemania o Francia, como lo analiza el columnista Esteban Hernández, “en una situación tan grave como esta, se va a inyectar capital público a sectores en dificultades, pero no para sanearlos, sino para dejarlos en disposición de que sigan haciendo lo mismo, priorizar el beneficio para los accionistas y continuar en el cortoplacismo”. Si ese es finalmente el camino, se seguirá prolongando la vida a un enfermo terminal, el actual sistema económico, con crisis cada vez más frecuentes y nefastas para la mayoría social a nivel global.
La crisis del Coronavirus y el paradigma agroindustrial
Otra cuestión central en la actual crisis, que no está aislada del funcionamiento del sistema económico, es el actual modelo agroindustrial. Como lo señala el biólogo evolutivo Rob Wallace en una reciente entrevista[v], el aumento de la incidencia de los virus está estrechamente vinculado a la producción de alimentos y a la rentabilidad de las empresas multinacionales, y por ello, para entender por qué los virus se están volviendo cada vez más peligrosos, se debe investigar el modelo agroindustrial y en particular la producción ganadera. Wallace resalta el rol del gran capital en el acaparamiento de tierras en los últimos bosques primarios y tierras de cultivo de pequeños propietarios en todo el mundo. Como resultado de ello, muchos de los patógenos que hoy se están conociendo, antes se mantenían confinados por las ecologías forestales de larga evolución y ahora se están liberando, amenazando al mundo entero. Como lo afirma el Prof. Wallace “no se podría diseñar un mejor sistema para criar enfermedades mortales” con una agricultura que reemplaza a las ecologías más naturales y ofrece los medios exactos por los cuales los patógenos pueden evolucionar los fenotipos más virulentos e infecciosos. “Es una cadena de producción industrial peligrosa en la que la agroindustria está centrada en los beneficios, externalizando los costos con operaciones epidemiológicamente peligrosas a todos los demás”. Como menciona Wallace, más allá de centrar el foco sobre el mercado de Wuhan en China, hay que entender el mercado de los alimentos silvestres y la agricultura industrial, que a medida que se expande hacia los bosques primarios, se aumenta el contacto con nuevos patógenos y sus efectos. A lo anterior se suma, “el desarrollo genético de monocultivos de animales domésticos que elimina cualquier cortafuegos inmunológico que pueda frenar la transmisión. Los grandes tamaños y densidades de población facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. El alto rendimiento, que forma parte de cualquier producción industrial, proporciona un suministro continuamente renovado de individuos susceptibles, el combustible para la evolución de la virulencia. En otras palabras, la agroindustria está tan centrada en los beneficios que seleccionar un virus que podría matar billones de personas se considera un riesgo aceptable”.
En línea con lo anterior, los cambios acelerados del paisaje natural para la producción agroindustrial están acelerando los procesos de erosión del suelo siendo la principal amenaza para la fertilidad y la productividad[vi]. Una contradicción con los esfuerzos por lograr seguridad alimentaria en un contexto en el que la producción de alimentos ha entrado en los vaivenes peligrosos de la especulación financiera en bolsa. Hay que recordar que la agroindustria es el mayor consumidor de agua del planeta, es una de las principales causas de contaminación hídrica, la mayor fuente antropogénica de gases de efecto invernadero y es una de principales causas de pérdida de biodiversidad mundial[vii]. Igualmente, el sector agrícola es el que más impactos ha tenido con la ocurrencia de sequías a nivel mundial[viii] y las proyecciones de cambio climático muestran que los efectos sobre este sector impactarían negativamente tanto la productividad como la capacidad de almacenamiento de dióxido de carbono[ix], es decir, más emisiones de gases de efecto invernadero.
La urgencia y necesidad de superar la crisis con un nuevo orden mundial
Teniendo como foco la agroindustria y sus graves efectos para nuestra supervivencia, en un contexto de futuro incierto, tal modelo debe ser superado. Es necesario eliminar cualquier hilo de la economía especulativa con la producción agrícola y en este último caso aprender de las experiencias globales de campesinos y agricultores tradicionales. A nivel global, se han mostrado experiencias positivas de como estos colectivos han respondido a las condiciones climáticas cambiantes demostrando innovación y resiliencia frente al cambio climático[x]. En línea con lo anterior, se debe cambiar radicalmente el modelo de monocultivos hacia practicas agroecológicas tales como la diversificación de los agroecosistemas en forma de policultivos, los sistemas agroforestales y los sistemas que combinen la agricultura con la ganadería, acompañados por el manejo orgánico de los suelos, la conservación y la cosecha de agua y un incremento general de la agrobiodiversidad [xi].
La actual crisis ha puesto de manifiesto lo vulnerables que somos en este mundo globalizado. A pesar de aún ser pronto para sacar conclusiones, algunas enseñanzas ya están quedando. Por ejemplo, se empieza a demostrar es posible hacer frente a la crisis climática con voluntad política local y global. También, es posible reducir la producción masiva de bienes y servicios en los diferentes sectores de la economía, con ella el consumo de combustibles fósiles y con ello reducir la contaminación atmosférica. Igualmente, se muestra como los pueblos conscientes y organizados en torno a la solidaridad/sororidad son capaces de obtener un objetivo común en masa y en poco tiempo. Una oportunidad que pone en evidencia la urgencia de cambios estructurales hacia un nuevo orden mundial y la viabilidad de una transición hacia un nuevo paradigma que supere el crecimiento económico desenfrenado y apueste por un equilibrio en la calidad de vida de todos los seres vivos del planeta. En definitiva, un sistema que entienda que nuestra casa común impone serias restricciones en el uso de los recursos que nos provee. Es una urgencia que necesita soluciones estructurales si queremos subsistir como especie. De la acción colectiva dependerá hacia donde se incline la balanza de la historia. Esperemos que el peso sea hacia las mayorías.
[i] Wu, F., Zhao, S., Yu, B., Chen, Y. M., Wang, W., Song, Z. G., … & Yuan, M. L. (2020). A new coronavirus associated with human respiratory disease in China. Nature, 579(7798), 265-269.
[ii] Casos globales de COVID-19 registrados por el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins (JHU) de los Estados Unidos. Fuente: https://coronavirus.jhu.edu/map.html (consultado el 24/03/2020 a las 12:00 horas del portal web).
[iii] Nkengasong, J. (2020). China’s response to a novel coronavirus stands in stark contrast to the 2002 SARS outbreak response. Nature medicine, 1-2.
[iv] De Ceukelaire, W., & Bodini, C. (2020). We Need Strong Public Health Care to Contain the Global Corona Pandemic. International Journal of Health Services. https://doi.org/10.1177/0020731420916725
[v] La entrevista realizada con fecha 11/03/2020 y titulada “Capitalist agriculture and Covid-19: A deadly combination” puede leerse en: https://climateandcapitalism.com .
[vi] Montgomery, D. R. (2007). Soil erosion and agricultural sustainability. Proceedings of the National Academy of Sciences, 104(33), 13268-13272.
[vii] Bruinsma, J. (2017). World agriculture: towards 2015/2030: an FAO study. Routledge.
[viii] FAO (2018). The impact of disasters and crises on agriculture and food security, 2017. http://www.fao.org/3/I8656EN/i8656en.pdf
[ix] Marx, A., Erhard, M., Thober, S., Kumar, R., Schäfer, D., Samaniego, L., & Zink, M. (2019). Climate Change as Driver for Ecosystem Services Risk and Opportunities. In Atlas of Ecosystem Services (pp. 173-178). Springer, Cham.
[x] Altieri, M. A., & Nicholls, C. I. (2013). Agroecología y resiliencia al cambio climático: principios y consideraciones metodológicas. Agroecología, 8(1), 7-20.
[xi] Nicholls, C. I., Henao, A., & Altieri, M. A. (2015). Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático. Agroecología, 10(1), 7-31.