Crítica del enfoque sustancialista del valor

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Edición en ocho tomos de El Capital de Carlos Marx de la editorial Siglo XXI Editores.

Miguel C. Espinosa Ardila

En un lugar común señalar los escabrosos senderos que debe afrontar el lector de El Capital, principalmente en su primer capítulo (La mercancía). Las dificultades de la teoría del valor han propiciado interpretaciones poco pacíficas, malentendidos problemáticos y debates enconados, como aquel que respecta a la esfera de dónde “surge” el valor. David Harvey (Guía de El Capital de Marx. Libro primero), por ejemplo, indica: “el valor brota de los procesos de intercambio”. Julián Sabogal Tamayo, en una agria crítica (David Harvey y su comprensión de El Capital, Revista Taller, No. 36) lo objeta: “el valor no brota, no nace, de los procesos de intercambio, es decir, en el mercado. El valor brota, nace, del trabajo en el proceso de producción, solo que aparece en el proceso de intercambio, […] en la forma de valor de cambio”.

Esta última postura es explicada por Heinrich así: “el valor parece no tener nada que ver con otras mercancías, existe como un tipo de sustancia independiente dentro de la mercancía individual. Leída superficialmente, se pueden entender de esta manera las primeras cuatro páginas de El Capital. Este punto de vista sustancialista ha dominado en el marxismo tradicional” (Desarrollo y ambivalencias de la teoría económica de Marx).

A despecho del debate, es una falsa disyuntiva preguntarse dónde “surge” el valor. El enfoque sustancialista parte de una mercancía, y encuentra que lo que la hace permutable es su valor, al ser una objetivación del trabajo abstractamente humano (sustancia de valor), medido por el tiempo de trabajo socialmente necesario (magnitud de valor). En efecto, ¿no es cierto que un “valor de uso, un bien […] solo tiene valor porque en él está objetivado o materializado trabajo abstractamente humano”? (El Capital. Libro I)?

Mirado de cerca, el enfoque sustancialista se entrelaza con un enfoque naturalista del trabajo abstracto: toda mercancía, tan pronto es producida, contiene sustancia del valor, y ésta, según Marx, no es más que “gasto de fuerza humana de trabajo en sentido fisiológico, y es en esta condición de trabajo igual, o de trabajo abstractamente humano, como constituye el valor de la mercancía”. Estos enfoques han imperado en el marxismo tradicional, pareciendo estar fundamentados en el mismo texto culmen de Marx.

Relación de valor

Sin embargo, si se mira detenidamente la forma de valor, la solidez de estos enfoques se desmorona. El análisis de la mercancía aprehendió el concepto de valor, y en él, sus determinaciones (valor, sustancia de valor y magnitud de valor). Pero en el apartado sobre la forma de valor, se contienen desarrollos nuevos, e incluso, un nivel de análisis distinto, como aclara Heinrich (¿Cómo leer El Capital de Marx?). En éste habría un análisis de la relación de valor, y en el otro, un análisis de la relación de intercambio (análisis de la mercancía). En el primer apartado el ejemplo de Marx fue “1 quarter de trigo = x quintales de hierro”; de ese ejemplo se dedujo el valor: allí las mercancías se relacionaban simétricamente. Otra cosa sucede en el análisis de la relación de valor: presuponiendo el primer nivel del análisis, una mercancía (1 quarter de trigo) debe expresar su valor en otra (x quintales de hierro), pero aquí, la relación es asimétrica: la forma relativa de valor expresa su valor en un valor de uso que adquiere la forma equivalencial de valor.

El propio Marx afirma: “Al decir que las mercancías, consideradas como valores, no son más que cristalizaciones de trabajo humano, nuestro análisis [de relación de intercambio] las reduce a la abstracción del valor, pero sin darles una forma de valor distinta a las formas naturales que revisten. La cosa cambia cuando se trata de la expresión de valor [o análisis de relación de valor]. Aquí, es su propia relación con otra mercancía lo que acusa su carácter de valor” (El Capital. Libro I). No distinguir los niveles de abstracción de Marx en los dos primeros capítulos desdibuja la teoría del valor de Marx y conduce a los enfoques cuestionados.

Intercambio de valor

Ahora, ¿es posible que exista valor por fuera de la relación de valor? El enfoque sustancialista resuelve el problema como Houdini se escapa de los amarres: hay un valor en una mercancía tan pronto es producida, pero el valor de cambio es su forma de manifestación que aparece en el intercambio. En Marx, por el contrario, el asunto es radicalmente distinto: dos mercancías por fuera de su relación de valor no son más que objetos útiles, valores de uso, y tan pronto se relacionan, una de ellas expresa su valor (en una determinada magnitud) en una forma natural (forma equivalencial): la forma natural adquiere aquí la forma de valor de la forma relativa.

Es una ilusión el que se hable del valor de “una” mercancía, porque el enfoque del marxismo tradicional lo que ha hecho es tomarla de la relación de valor, y darle una sustancialidad por fuera de su intercambio. Para que ello quede más claro, es importante resaltar el manuscrito de Marx redactado entre diciembre de 1871 y enero de 1872, que sirvió para la segunda edición de El Capital. En el análisis de la relación de intercambio, donde 1 chaqueta = 20 varas de lienzo, se dedujo el concepto de valor, al reducir sus valores de uso a una sustancia común: “De este modo fueron reducidos la chaqueta y el lienzo como valores, cada uno para sí, a la objetivación de trabajo humano en cuanto tal. Pero en esta reducción se olvidó que ninguna es para sí tal objetividad de valor, sino que solo lo son en tanto que la objetividad de valor es común a ambas.

Fuera de su mutua relación […] ni la chaqueta ni la tela poseen objetividad de valor […]. Esta objetividad social la poseen solo como relación (en relación social)” (en: ¿Cómo leer El Capital de Marx?). Decir que una mercancía tiene valor implica que en el análisis ya ha sido relacionada: en el concepto de valor el intercambio está presupuesto.

Forma del valor

Es una falsa disyuntiva el debate de si el valor “surge” de la esfera de la producción o de la circulación, porque olvida la investigación contenida en la forma de valor: parte de la ilusión que produce la abstracción del análisis de la relación de intercambio, que no necesita en este nivel relacionar a las mercancías en cuanto a su forma de valor. Como si fuera poco, cae en el fetichismo de la mercancía: una relación puramente social se le atribuye a los objetos por fuera de sus relaciones sociales, es decir, es una propiedad natural del valor de uso (“no lo saben, pero lo hacen”).

Además, metodológicamente hablando, escinde en esferas separadas a la producción de la circulación. Ya Marx se refirió a ello en los Grundrisse: “El resultado al que llegamos no es que la producción, la distribución, el intercambio y el consumo sean idénticos, sino que constituyen las articulaciones en una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad […]. A decir verdad, también la producción, bajo su forma unilateral, está a su vez determinada por los otros momentos. […]. Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca. Esto ocurre siempre en todos los conjuntos orgánicos”.