Visita del Papa a Chile y Perú
La visita del papa Francisco, de una semana por Chile y Perú, que se inició el pasado 15 de enero, no dejó indiferente a nadie. Sectores empresariales conservadores, que se expresaron en el rotativo El Mercurio, de Chile, no estuvieron satisfechos con los planteamientos del pontífice, e impulsaron una campaña mediática criticando el millonario gasto de su visita, a costa del erario de esa nación, en contraste con las necesidades básicas insatisfechas de una buena parte de la población.
Tampoco se manifestaron conformes con el mensaje papal, sectores de campesinos sin tierra, comunidades mapuche víctimas de un genocidio extendido a lo largo de muchos años, ni organismos defensores de derechos humanos, y menos un número grande de ciudadanos que, siendo niños, fueron víctimas de los abusos sexuales de sacerdotes y prelados de la iglesia católica chilena.
Por muchos aspectos, la visita del papa generó controversia en el país austral. Uno de los más conflictivos, desde luego, las reiteradas denuncias de sectores de víctimas, y aún de una parte de la iglesia, frente a las denuncias de abusos sexuales, que involucran a 66 sacerdotes y a cuatro obispos, incursos en prácticas abusivas y violaciones contra al menos 100 niños y niñas en los últimos 15 años.
¿Quería una selfie?
Especialmente las víctimas, esperaban que más allá de pedir perdón, el pontífice anunciara correctivos y sanciones contra los miembros de la iglesia acusados de pederastia. Por el contrario, causaron desazón y malestar las declaraciones del jefe de la Iglesia, protegiendo a un obispo sindicado por la opinión pública de estos hechos. “Tráiganme una prueba concreta, y lo condeno”, dijo el papa. A lo que una de las víctimas le respondió airada: “¿Y qué quería, que me tomara una selfie mientras me violaban”?
La inconformidad también fue expresada por comunidades campesinas que reclaman tierras y derechos. Entre ellas los mapuches, que desde la época de la Colonia han sido objeto de maltratos, desalojos, y un genocidio que aún hoy tiene expresiones dramáticas.
Condena a la corrupción
Observadores de derechos humanos aseguran que un grupo de mapuches con los que se reunió el jefe de la iglesia, en realidad pertenecen a un sector aculturizado, asimilado por el modelo de dominación neoliberal y colonial. Resulta paradójico, que la misa campal realizada en Temuco, región mapuche, se hiciera en un terreno que albergó una antigua base militar que fue centro detenciones, torturas y desaparición forzada, durante la dictadura militar. Terrenos que por cierto, son reclamados por las comunidades, que antes fueron objeto de desalojo.
La nueva gira papal terminó en el Perú, donde el alto jerarca pontificio se reunió de nuevo con indígenas de la Amazonia, de quienes recogió sus plegarias. Refiriéndose a su situación, dijo Francisco: “Nunca han estado tan amenazados como ahora”. En este sentido, criticó la presión de poderosos grupos económicos nacionales y transnacionales “que dirigen su avidez, sobre el petróleo, el gas, la madera y el oro, y los monocultivos agroindustriales”. El papa condenó la trata de personas, como expresión de moderna esclavitud, y no abandonó el país sin condenar los desbordados hechos de corrupción en suelo peruano.