La política de Trump ha tratado de fomentar el cambio de régimen por vías violentas. Ha intentado la asfixia económica como la desestabilización política
Alberto Acevedo
Las tensiones políticas entre Cuba y Estados Unidos se exacerbaron en las últimas semanas, previas a la posesión de Joe Biden y la salida del republicano Donald Trump, bajo cuyo mandato las relaciones entre las dos naciones llegaron a su piso más bajo.
El detonante de la nueva escalada de crisis fue una huelga de hambre muy particular que un grupo de ‘artistas’ realizaron en una casona del barrio San Isidro, en La Habana Vieja, durante seis días, en la última semana de noviembre. Los protagonistas de la protesta indicaron que no consumirían además de sólidos, ni una gota de agua.
La apuesta era bastante temeraria. Pasar esos días sin comida ni bebida con el calor de La Habana, era arriesgado. Al término de su protesta, salieron tanto o más rozagantes que cuando empezaron, sin la más mínima huella de maltrato ni sacrificio. En realidad, los vecinos observaron que varias veces en el día alguien les llevaba abundante comida y bebidas. Entre los ‘visitantes’ estuvo el encargado de negocios de la embajada norteamericana en La Habana, Timothy Zúñiga-Brown. Su cargo equivale al de jefe de la misión diplomática en condiciones de ausencia de relaciones formales entre dos naciones.
Escenario equivocado
Y mientras los huelguistas retozaban en San Isidro, en Miami y en una vasta red de medios, las voces de la ‘gusanera’ reclamaban ‘que nos los devuelvan vivos’, mostrando un craso error al equivocarse de país. En Cuba no se desaparece, ni se tortura, ni se mata a la oposición.
Además, en este caso, las autoridades pudieron establecer que estos brotes de ‘oposición’, escudados en una mampara de ‘artistas’, en realidad son la labor de personas con antecedentes delincuenciales, con problemas de personalidad y que varios de ellos recibieron dinero de los Estados Unidos, para adelantar acciones desestabilizadoras y de terrorismo contra el gobierno socialista de la isla.
Esta situación provocó la reacción más enérgica de las autoridades cubanas. “Cuba no tolerará a Estados Unidos intervención en sus asuntos internos y defenderá siempre su derecho a la autodeterminación”, dijo ante las cámaras de televisión el director general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla, Carlos Fernández de Cossío. El funcionario indicó que presentó una nota ante el encargado de negocios norteamericano, en la que indica que su país “no permitirá a Estados Unidos, ni a Estado alguno la injerencia en los asuntos internos del país”, algo que el funcionario deberá transmitirle a su Departamento de Estado.
Zúñiga-Brown en varias oportunidades visitó San Isidro, alentando un evento de provocación política y social. Esta participación constituye una intromisión en los asuntos políticos internos de Cuba y una violación a la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.
Planes de agresión
En el pasado, la embajada norteamericana en La Habana ha apoyado a personas y acciones que buscan la desestabilización política en la isla. Los organismos de seguridad norteamericanos estimulan el pago en redes sociales para realizar actos terroristas, los cuales hacen parte de los planes de agresión contra Cuba.
El objetivo real de la huelga de San Isidro, en estas circunstancias era generar dinámicas sociales de desobediencia civil e ingobernabilidad, como lo especifican los manuales de la CIA en la llamada “lucha no violenta”. En estos días de pandemia, han sido colocadas bombas molotov en establecimientos comerciales y un tren de suministros, proveniente del puerto de Mariel, fue descarrilado.
El gobierno cubano acusó al saliente mandatario norteamericano Donald Trump de montar una provocación al apoyar a activistas contrarrevolucionarios que se atrincheraron en San Isidro, de donde fueron desalojados por violar las normas sanitarias frente al coronavirus, a lo que siguió una manifestación de unas 200 personas frente al Ministerio de Cultura de Cuba.
Funcionarios de esta institución se reunieron con los manifestantes, atendieron sus reclamaciones, pero advirtieron que adelantarán un diálogo sin condiciones previas. El 29 de noviembre se realizó una nutrida manifestación de jóvenes y artistas comprometidos con la revolución, en la que respaldaron al gobierno socialista, rechazaron la farsa de San Isidro y denunciaron los planes de agresión del imperialismo.
“No hay duda de que la política de Trump ha tratado de fomentar el cambio de régimen por vías violentas y con todo el perjuicio posible. A tales efectos ha intentado tanto la asfixia económica como la desestabilización política”, dijo a la agencia IPS el analista cubano Carlos Alzugaray. “Una parte importante de lo que ha hecho la administración republicana es enturbiar y hacer tóxico el clima político hacia Cuba, con el concurso de activistas residentes en el sur del Estado de Florida”, puntualizó el observador.
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