
Los expresidentes de Colombia y Bolivia, Andrés Pastrana Arango y Jorge Quiroga se prestaron para un show anticubano, armado desde Miami, con el fin de desprestigiar el gobierno de la isla ante el concierto latinoamericano
Alberto Acevedo
En un perverso tinglado contrarrevolucionario que se enmascaró con la mampara de la defensa de los derechos humanos, los expresidentes de Colombia y Bolivia, Andrés Pastrana y Jorge Quiroga, como legionarios venales, se prestaron para un show mediático, en una estrategia diseñada desde Miami que pretendía generar desestabilización política en Cuba, dañar la imagen internacional del país caribeño y afectar la marcha de las relaciones diplomáticas de Cuba con sus vecinos de la región.
Los dos exmandatarios latinoamericanos llegaron el pasado 7 de marzo al aeropuerto internacional José Martí, de la capital cubana, con la intención de participar en una fementida entrega de un premio denominado Osvaldo Payá, en memoria de un reconocido contrarrevolucionario cubano, fallecido en un accidente de tránsito.
El galardón es entregado por la Red de Jóvenes Latinoamericanos por la Democracia, filial de Iniciativa Democrática de España y las Américas, IDEA, un pequeño grupo contrarrevolucionario financiado por grupos anticubanos desde Miami y Europa, para adelantar actividades subversivas en la isla, y que dirige una hija de Payá, Ana María. Los homenajeados habían viajado desde Bogotá, y las autoridades de inmigración, haciendo uso de normas internacionales sobre protección de la soberanía nacional de un país, los deportaron a Colombia.
Los traidores no entrarán
Los dos exgobernantes eran conscientes de la aventura que protagonizaban. A la ceremonia que se quiso montar en La Habana, la Red había invitado también al secretario general de la OEA, Luis Almagro, que hace apenas una semana, en una reunión en Miami estuvo denigrando de la integración latinoamericana y caribeña y de la democracia cubana. Solo que Almagro, más precavido, no viajó a la isla.
Pero querían sentar un precedente. Por eso inmediatamente conocieron la orden de deportación, utilizaron las redes sociales para mostrarse como víctimas de “la dictadura”. Almagro se hizo eco de su reclamo y el Nuevo Herald ya tenía lista una nota. Lo mismo hicieron los principales noticieros de radio y televisión colombianos.
En una reseña periodística del diario Granma se consigna que los políticos latinoamericanos deben “tener claro que ni la OEA ni ninguno de sus funcionarios, mucho menos los que traicionaron principios éticos elementales, no han sido ni serán bienvenidos en la Cuba revolucionaria de Fidel”.